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jueves, 14 de mayo de 2015

Para qué un crecimiento espiritual



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

A la hora de hacer algo correcto, las motivaciones que mueven a hacerlo salen sobrando. Cualquier argumento es bueno cuando se actúa correctamente; el fin es importante en este caso.

Y algo correcto, bueno y productivo que podemos hacer, es asumir de forma intencionada un crecimiento espiritual.

Hablo de asumir esta tarea de forma intencionada, porque la mayoría de las personas creen que están creciendo espiritualmente haciéndolo a su manera. Muchas sienten que solo es necesario dedicarse por su cuenta a una práctica personal de su religión o incluso establecer una relación con Dios condicionada a agradecer momentos buenos o solicitar asistencia cuando se está en apuros.

Pero en ese tipo de crecimiento espiritual “autodidacta” o “autogestionado”, suele haber: una carencia de formalidad; una falta de coherencia en la enseñanza; una ausencia de mecanismos de resolución de dudas o de evaluación; e incluso una carencia de compromiso. A la hora de la verdad nadie parece evaluar y los “exámenes”, si existe, no tienen fecha determinada, así que “se estudiará” cuando aparezcan en el horizonte. Generalmente solemos ser muy “tolerantes” con nuestras propias irresponsabilidades.

Pero a veces se encuentran personas que sí deciden darle la formalidad necesaria a este crecimiento espiritual.

Las formas y posibilidades de hacerlo pueden ser varias; y cada quien adoptará la suya según algunos factores personales. Pero sea cual sea la respuesta de ¿para qué o por qué se busca asumir un crecimiento espiritual?; vale como impulso inicial necesario para tan hermosa tarea.

Pero suele suceder lo mismo que un cohete que busca llegar a lo más alto del firmamento. El combustible que se tenga seguramente le ayudará a despegar. Pero dependerá de la calidad o de la cantidad del combustible, si llega muy alto escapando de la atmósfera; o si se queda a mitad del camino y se precipita a tierra.

De igual forma, el objetivo que mueve a alguien a crecer espiritual; puede ser tal que ayude a la persona a que su vuelo sea constante y ascendente; o que abandone el proceso en cualquier momento.

Posibles motivaciones frágiles

Entonces, hay motivaciones que si bien sirven para arrancar, se deben cambiar en pleno vuelo para que el impulso no decaiga. Si la motivación original incorrecta se mantiene, se abandonará la misión.

Por lo tanto, hay motivaciones buenas y no tan buenas para hacer del crecimiento espiritual una experiencia sostenida y provechosa; y que no sea un proceso compulsivo por urgencia y aplazable si surge algo mejor o “más urgente”.

Listaré algunas de las motivaciones más comunes y señalaré su peligro si es el caso:

  1. Resolución de problemas puntuales en el plano humano/terrenal. Este es el caso de problemas económicos; enfermedades físicas; dificultad en el manejo de situaciones de vida; experiencias emocionales difíciles; inconformidad con la realidad actual; búsqueda de nuevas “respuestas”. Cualesquiera de estos temas son muy válidos para comenzar a buscar un crecimiento espiritual; pero se suelen llegar a escenarios que abortan la misión:
    1. Las personas se frustran porque pensaban que el crecimiento espiritual les podía resolver sus problemas terrenales. Si comienzan bien este proceso, se dan cuenta de que: los problemas pueden persistir, aunque la actitud para enfrentarlos mejora mucho; las enfermedades son físicas y no tienen nada que ver con el espíritu o ya no son reversibles desde el plano espiritual; no se resuelven preguntas, sino que se crean más dudas; si antes no se podía lidiar con la vida, ahora resulta mucho más esforzado dentro de un crecimiento espiritual con más cosas que considerar; entre otras.
    2. Si a la persona se le resuelven por otras vías sus asuntos difíciles (encuentra nuevo trabajo, se vuelve a enamorar, se cura, etc.); como estos eran sus motivaciones originarias, se olvidan del proceso... hasta el próximo problema.
    3. La persona decide evadir situaciones y no enfrentarlas; por eso descarta (lastimosamente) su crecimiento espiritual, el cual le hubiera sido útil para enfrentarla. El universo se encargará de presentarles situaciones similares; y la evasión se convierte en un estilo de vida.
  2. Tener una vida mejor. Dependerá de lo que significa “mejor” para esa persona.
    1. Con crecimiento espiritual definitivamente la vida mejora; y lo hace de forma permanente, no de forma puntual al estilo de “pañitos calientes”. Pero para tener ese beneficio, la inversión en esfuerzo es muy alta pero con una taza de retorno que suele ser muy baja para el gusto de muchas personas que esperan mejorías rápidas, milagrosas y con poca inversión. Uno se da cuenta de que Dios exige más de lo que la mayoría de las personas asume.
  3. Acercarse a Dios. Parece algo lógica esta motivación, pero suele ser peligrosa por una razón:
    1. Un verdadero crecimiento espiritual muchas veces suele derrumbar conceptos infantiles que se traen sobre Dios. Uno está acostumbrado a un Dios que tiene “el deber” de darle todo el bienestar terrenal a sus criaturas; pero en una espiritualidad real uno aprende a que es la persona la que se debe dar a Dios. El compromiso real espiritual no es de Dios hacia nosotros; sino de nosotros hacia Dios. Más que Dios esforzarse por nosotros; nosotros debemos esforzarnos por Él.
  4. Buscar “cosas más allá”. Suele ser una motivación guiada por experiencias de vida donde lo sobrenatural ha estado presente. Es válida para comenzar; hasta que la persona se entere de que la espiritualidad no tiene nada que ver con la magia, con lo esotérico, con lo fenomenológico paranormal; y más aún, cuando se le indica que para crecer espiritualmente es indispensable no darle protagonismo a ese “más allá”. Allí suelen abandonar el proceso de crecimiento espiritual.
    Aún más, el buscar cosas “del más allá” generalmente se produce cuando la persona está tratando de evadir “su más acá” (su realidad). En muchos casos la realidad actual no le gusta o no la sabe manejar. Pero en todo crecimiento espiritual real, se invita a que la persona “asuma y enfrente” su realidad tal como es, como el mejor escenario de aprendizaje espiritual; por lo tanto no lo debe evadir. Por algo Dios/el universo/etc. le ofreció dicho escenario. Cuando se haya aprendido lo necesario de cualquier realidad difícil, es cuando esta se promueve para mejores experiencias; generalmente no antes.

Podría haber otras muchas motivaciones, pero con las indicadas es suficiente para exponer el punto de las motivaciones frágiles.

La única motivación sostenible

El mismo aspecto cultural que nos inculca el miedo a la muerte, nos oculta la motivación más válida y casi única por la cual es posible sostener un crecimiento espiritual real.

Si estudiamos seriamente todas las doctrinas religiosas e incluso desde el punto de vista de enseñanzas espirituales, estas se basan en algo muy serio: conseguir un estado de existencia mejor luego de esta vida; es decir, luego de morir físicamente.

No es que la espiritualidad invite a morir o a despreciar la vida humana, nunca. Pero sí invita a trabaja hacia algo que es seguro para toda vida: esto es la muerte. Y este trabajo parte desde la certeza de que nuestra realidad no se limita a nuestra existencia biología funcional. Luego de morir físicamente seguimos existiendo y por lo tanto debemos prepararnos mientras estamos vivos.

Si de entrada alguien considera que la muerte es lo peor que le puede pasar a cualquier ser vivo; pues es tonto pensar que esa persona se vaya a preparar para algo que de plano rechaza y en lo cual preferiría no pensar. Si comienza un crecimiento espiritual, lo hará desde motivaciones terrenales y las posibilidades de fracasos son todas.

Cuando crecemos espiritualmente, no se dice nada expresamente sobre un bienestar terrenal, aunque la práctica sí demuestra que más que bienestar se consigue “paz espiritual” mientras estamos vivos.

Esta “paz espiritual” no implica la ausencia de situaciones difíciles, sino que permite mantenernos centrados aún en dichas situaciones.

Pero no es fácil asumir de forma correcta, que nuestro crecimiento espiritual va a hacer más por nuestra existencia luego de morir, que por la vida terrenal que estamos viviendo. Esta capacidad de entendimiento pasa por una característica que debería tener cualquier persona para persistir hasta la victoria en su crecimiento espiritual. Esta característica es el sentido de trascendencia. El sentido de trascendencia sería la única motivación sostenible para un Crecimiento Espiritual.

Si una persona no tiene de entrada o no conquista durante su camino de crecimiento espiritual, la certeza de que ella misma es más de lo que su existencia terrenal propone, tiene difícil la meta. Ella debe llegar a entender que al final lo más importante está luego de morir (esto es sentido de trascendencia).

Una persona con sentido de trascendencia, es la única que puede luchar por su bienestar espiritual futuro; a pesar de cualquier situación humana/terrenal difícil. Es la única que puede someterse a enseñanzas espirituales a pesar de que su humanidad no las comprende.

El sentido de trascendencia como motivación de un crecimiento espiritual es de donde se soportan las ideas de: “ir al Cielo”, “llegar al Nirvana”, “ganarse la vida eterna”, “fundirse con Dios”, etc. Todo esto se realiza “a juro” luego de morir.

Despertar el sentido de trascendencia

El punto final sería el cómo despertar ese sentido de trascendencia en las personas, para que puedan incluir de forma efectiva en su vida un proceso de crecimiento espiritual intencionado.

Si se logra hacer, estaremos salvados.

Seguiré trabajando en ello; pero creo que ya puedo decir que encontré el botón que por muchos años había estado buscando; ahora tendré que ver cómo apretarlo. Algunos de ustedes me entenderán.

Namasté

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 14 de mayo del 2015
http://cartelesmaestros.blogspot.com/
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras-claves: crecimiento espiritual, motivaciones, morir, muerte, cielo, trascendencia, trascender

6 comentarios:

  1. Namaste Maestro, y ese sentido de trascendencia que usted detalla aquí, para mi como ser en crecimiento espiritual con usted como Maestro es lo que constantemente me lleva a enfocarme en los momentos que siento que me desvío. Mi esfuerzo de hacer por Dios y aplicar dones sin expectativas para mi son las premisas para trascender y tener esa paz espiritual. Gracias mil veces mas por sus artículos Namaste

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  2. Maestro,
    Supongo que a medida que se despierta el sentido de trascendencia, lo terrenal comienza a perder protagonismo... Si esto es así, ¿entonces las prácticas en donde se busca aquietar la mente (meditación, supresión de placeres, entre otros) podrían ayudar a despertar el sentido de trascendencia?

    Namasté

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    1. Namasté, de alguna forma sí. Esas practicas que tu apuntas (como la meditación) le comienzan a restar protagonismo a la mente; pero no se lo dan al espíritu.
      Junto a esas práctica debe haber un crecimiento espiritual guiado e intencionado, para ue cuando la mente "lo suelte", el espíritu "lo tome".
      Es por esta razón básica que prácticas como meditación, yoga, etc. se deberian realizar como una herramienta dentro de algo más grande que podríamos llamar un crecimiento espiritual activo (con un Maestro Espiritual). Hoy en día, lamentablemente se asumen y practican de forma aislada, como actividades autosuficiente, por lo que no se consigue la eficiencia buscada.

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  3. Namaste, gracias maestro por recordarnos nuevamente cual es el motivo de esta vida, que es trabajar nuestro espíritu, y que cuando dios disponga de nosotros en cualquier escenario, que nuestro objetivo y deber sea llegar a El y cumplir con sus leyes. F. G

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Definitivamente el sentido de trascendencia es lo que nos permite no alejarnos del camino... la idea de que seguiremos existiendo luego de la muerte física y que pueden ser 300 años como mínimo nos hace darle más importancia al crecimiento espiritual que a la vida terrenal de 70 años...

    Gracias por guiarnos en este camino Maestro
    Namasté

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