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jueves, 19 de junio de 2014

Cuando necesitamos a Dios



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Algunas veces en nuestra vida tenemos situaciones que son muy difíciles. En esos momentos corremos a buscar asistencia en “eso” o en “ese ser” que consideramos superior a nuestras fuerzas; recurrimos a Dios.

Sea que se solicite ayuda a algún mesías, santo, maestro ascendido, deidad o incluso a alguna fuerza de la naturaleza; es esa Conciencia Universal que llena todo el universo y que a todo penetra la que en realidad nos asiste, a esa que llamamos Dios.

Pero pedir ayuda puntual a Dios, parecería indicar que en esos momentos difíciles Dios no está a la mano; pareciera incluso que nos abandonó a nuestra propia suerte y entonces nosotros le pedimos que vuelva y nos ayude.

Esa idea de que a veces Dios está lejos de nosotros, no es muy correcta; sobre todo si asumimos a nuestro Dios como omnisciente, omnipotente y omnipresente (todo lo sabe, todo lo puedes y está en todas partes en todo momento)

Pero entonces ¿para qué le pedimos si supuestamente siempre esta con nosotros cuidándonos?

Entendido esto, la oración de auxilio debería ser más de “petición para que podamos ver la asistencia constante que Dios nos tiende de forma automática en las situaciones difíciles.”

En otras palabras, Dios nunca nos deja solos; pero nosotros si cerramos los ojos y no vemos “las señales” de ayuda. Metafóricamente: al llorar, las lágrimas no solo nos nubla la vista física, sino la del discernimiento; al sentir dolor automáticamente cerramos los ojos también del alma y nos quedamos inmóviles.

Si Dios nos ama y siempre nos acompaña pues siempre está dándonos auxilio, aún antes de que las pidamos. El asunto entonces no es que necesitamos que Dios nos ayude, sino que necesitamos, tal vez, que nos abra los ojos para poder recibir y utilizar dicha ayuda.

Parte de la ceguera que sufrimos, es también producida porque en realidad estamos esperando, como ayuda, cosas que Dios no suele mandar; a veces la asistencia enviada por Dios es totalmente diferente a lo que esperamos.

Si bien los milagros existen, cuando hablamos de la mayoría de las veces en las que estamos en situaciones difíciles, pues Dios no acostumbra quitar dichas situaciones así como así. Toda situación de vida (tanto las agradables y aun más las complicadas) tienen asociados conceptos espirituales que debemos ejercer. Me explico.

Sea cual sea la situación difícil, el abordaje espiritual de la misma apunta a que “la aprovechemos” para ejercer/practicar/desarrollar/descubrir nuestros “dones espirituales”.  Me atrevo a hablar del “abordaje espiritual” de una situación, desde el mismo momento en que le pedimos a Dios que nos ayude. En ese instante, la situación toma ese matiz espiritual y debe tratarse como tal.

En realidad toda situación es espiritual, solo que solemos creer que algunas dependen únicamente de nosotros, debido a nuestra inmadurez espiritual.

Entonces, el abordaje espiritual de una situación pasa por aplicar los dones espirituales que sean pertinentes en ella: tolerancia y/o desapego y/o agradecimiento y/o servicio y/o humildad y/o autoconsciencia y/o compasión (recuerden que nunca incluyo amor incondicional)

Si más allá del desenlace “terrenal” de la situación difícil, nosotros la aprovechamos para aplicar los dones espirituales (crecer espiritualmente), pues existe una alta posibilidad de que esa situación ya haya cumplido su cometido en nosotros y como resultado, puede dejar de ser necesaria y desaparecer.

¡Aleluya, Dios nos quitó la situación difícil!...  Pues no necesariamente; sino que nosotros aprendimos espiritualmente de ella (utilizando los dones) por lo que esta deja de ser necesaria y todo comienza a fluir.

De hecho, hay situaciones difíciles que, más allá de ser malas, son naturales o son consecuencia directa de ciertas acciones (causa y efecto): por ejemplo la muerte de un ser querido o una economía complicada. Estas situaciones simplemente están en “Ley Divina”  (aunque no lo entendamos) y por lo tanto Dios no las puede quitar.

Aún en estas “situaciones que corresponden”, si bien nuestra actitud espiritual ante ellas no las va a resolver a nuestro favor, aún se espera que apliquemos los dones para poder: “sobrellevarlas con más paz” o “superarlas más rápidamente” o incluso “salir más fortalecidos espiritualmente”.

Esa es la forma en que Dios ayuda; ofreciéndonos las herramientas para que nosotros intentemos aprovechar espiritualmente una situación difícil. A veces esa ayuda es tan solo una palabra, una lectura, un recuerdo de algo que viviste o aprendiste en algún momento; un correo electrónico, una invitación a una charla: o simplemente algo como este escrito que estás leyendo ahora.

La oración de auxilio real, una vez entendido todo esto, se debería convertir en algo como:

“Dios, abre mis ojos y mi corazón
para que yo pueda ver tu mano extendida
en este (o en cada) momento difícil de mi vida;

Y cierra mi mente para que mis juicios
y mis prejuicios no nublen mis ojos
y no llegue a ver lo tuyos detrás
de las señales que constantemente me hablan de ti.”
(PedroAGómezRuzzo)

Dios nunca te ha defraudado y no lo hará jamás; solo mantente atento a las señales que te envía de auxilio.

Que Dios te siga bendiciendo.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 19 de junio del 2014.
http://www.sanacioncristica.org
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras: Dios, ayuda, auxilio, ley, universales, situaciones difíciles, necesitar,

1 comentario:

  1. Gracias Maestro. Como es facil perderse en una situacion. Gracias por darnos esta brujula para retomar el camino.

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