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martes, 26 de marzo de 2013

Jesús crucificado, nuestro mejor cordero

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Original: Abril, 20 del 2011 (Miércoles Santo)

En la antigüedad se practicaba el sacrificio de animales como una forma de agradar a Dios y por esa vía, con un Dios que veía nuestra ofrenda, nuestras faltas eran perdonadas.

Pero no era cualquier animal el que se ofrendaba. A Dios no le gustaba el sacrificio del animal por el animal mismo, sino que el animal seleccionado para el sacrificio debía ser el mejor del rebaño, el más valioso, el mejor para la cría, para la venta, el mejor para la producción de bienes. Con la entrega de ese animal al holocausto, lo que se le mostraba a Dios era el desprendimiento de una parte importante de nuestro bienestar, con tal que ganáramos su perdón, que a todas luces era un bien mucho más preciado que nuestro mejor cordero.

Era un poco la práctica del desapego, la práctica del sacrificio personal (absteniéndose de bienes), del esfuerzo doloroso por conseguir que Dios nos viera con buenos ojos.

Para nosotros los católicos (y de forma más general para los cristianos), Jesús siempre ha sido el “Cordero de Dios” que “murió por los pecados del mundo”. Esto hace alusión clara a aquella práctica del sacrificio de animales.

¿Pero qué significa esa alusión a Cristo? Tiene un significado mucho más profundo del que podemos imaginar.

De la misma forma muchas personas cuestionan al mismo Dios la muerte de Jesús y la ven inútil, ya que siendo el Hijo de Dios, Dios mismo pudo haberla evitado y no lo hizo.

Vamos a ver cómo podemos congeniar estas dos cosas.

En las escrituras (La Biblia) se nos narran hechos, parábolas y cada una tiene un significado profundo, de muchísima enseñanza; que debemos leer en contexto, hilando de un libro al otro, del Antiguo al Nuevo Testamento.

Cuando Jesús estaba por el mundo (en realidad por aquellas tierras de Jerusalén), hizo varios portentos, las personas lo apreciaban como un sanador, como un Maestro, como un profeta, y aún más como El Mesías, el esperado. Jesús no se promulgaba como tal, la gente era quien lo revestía de Gloria aquí en la Tierra. El mismo Jesús cuando le preguntaban si él era el Mesías, no lo afirmaba sino que “le rebotaba la pregunta”.

Para Jesús era más importante “cómo las personas lo veían a él” más que cómo él se presentara a la gente. La apreciación y el valor que le diera la gente a su propia persona, era lo que iba a hacer efectiva parte de su misión.


Evangelio según San Marcos 8,27-30.
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas".
"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías".
Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.


Con todo lo que hizo y enseñó Jesús, en aquel tiempo (y aun para muchos de nosotros) él se convirtió en nuestro Salvador, en nuestro bien más preciado, en el mejor Cordero de nuestro rebaño de hombres. Y esa era (y debe ser aun hoy) una apreciación personal, un convencimiento de corazón.

Aquí comienza a tener sentido la crucifixión. Si una persona (por ejemplo tú) logra entender de corazón que Jesús es SU Salvador, si entiende que fue lo mejor que tuvimos, automáticamente se convierte en tu mejor cordero, en tu bien más preciado, por lo que su calvario, su sufrimiento terminado en muerte, se convierte en el sacrificio de tu mejor cordero; por lo tanto DIOS te habrá perdonado por TODOS tus pecados, quedaste limpio de cualquier cosa que hayas podido cometer en el pasado; cualquier pasado, reciente o “kármico” (ooops! ya se me vieron las costuras).

Para un cristiano el hecho de la crucifixión significa el regalo del perdón eterno. Pero no es algo automático, es solo una oportunidad: todo cristiano debe primero asumir a Jesús como su Señor, como su bien más preciado y luego entender que el mismo Jesús permitió que fuera crucificado como entrega de él hacia ti. Eso es lo que significa que Jesús murió por ti; no significa que murió por tu culpa, sino que murió para ti, para que tú pudieras usar ese hecho para que tus pecados te fueran perdonados. Tremendo regalo, ¿no?

Y que Dios acepte como ofrenda a tu mejor cordero, significa que él mismo vuelve a verte con ojos benevolentes, con ojos tiernos de Padre; significa que vuelves a estar en armonía con Dios y que él vuelve a darte todas sus bendiciones, todo lo que necesitas. En resumen, vuelves a caer en Gracia con Dios.

Pero esto aún va más allá.

No es sólo que con estas simples (pero importantes) cosas caes nuevamente en Gracia de Dios, sino que tus pecados (las cosas incorrectas hechas anteriormente por ti) ya no te afectan, ni para hoy ni para tu futuro (eso es lo que significa el perdón de los pecados). Que no tengas más pecados, por haber sacrificado a tu mejor cordero, implica que desde este momento tienes todo un nuevo comienzo, tu vida es un cuaderno nuevo, con todas las hojas en blanco para que vayas formando tu futuro desde el aquí y el ahora.

Esto explica uno de los preceptos evolutivos que he presentado y discutido desde hace años y que nos marca como raza humana en la actualidad (bueno desde hace casi dos mil años). El hecho de que podamos escribir nuestro futuro desde nuestro aquí y nuestro ahora, anulando (o minimizando) los efectos de nuestro pasado, significa únicamente que la muerte de nuestro Señor Jesucristo marca el hito donde pasamos a evolucionar con la Ley de Atracción y podemos ir dejando atrás la Ley del Karma. Si lo piensas bien es uno de los regalos más grandiosos que cualquier ser en evolución pueda recibir.

¡Pero aún hay más!

No es solo que de ahora en adelante podemos tener nuestro futuro moldeado con nuestras actuaciones de hoy, sino que Dios quedó “satisfecho” para siempre.

El haber entregado en holocausto el Mejor Cordero de la Humanidad, al Cordero de Dios, significa que desde ese entonces y aun hoy, no hay nada (ni lo habrá) que sea más honorable, querido, preciado que podamos entregar a Dios. Esto hecha por tierra cualquier otro sacrificio, cualquier otra ofrenda a Dios como forma de expiación de nuestros pecados.

Ya entregamos lo mejor que teníamos y ningún ayuno ni sacrificio de cualquier tipo tiene sentido, ni le puede llegar a los tobillos a lo que significó la crucifixión de Cristo. Dios esto lo sabe y por eso nunca va a volver a recriminarnos nada, ni a dejar de amarnos. Desde ese entonces Dios no quiere más sacrificios de nuestra parte, ni sufrimientos, solo quieres que seamos felices, bregando con nuestro libre albedrío y guiándonos con la Ley de Atracción (otro GRAN TEMA)

Así que espero que nuestros Viernes Santos de ahora en adelante sean un poco más profundos, o si ya lo eran, confío en Dios en que estas pequeñas líneas nos sirvan de argumentos para sabernos amados por Dios y que en Jesús tenemos tremenda oportunidad de crear un futuro perfecto y feliz construido desde nuestro ahora.

Tratemos de entender esto para que la crucifixión de nuestro Señor Jesús no pase en vano por nuestras vidas. 

Namasté

Ing. Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Modificado: Marzo, 26 del 2013 (adición del dibujo)
Original: Abril, 20 del 2011 (Miércoles Santo)
msn: pgomez777@hotmail.com
Twitter: @eReiki

sábado, 23 de marzo de 2013

Qué significa realmente el término Espiritual

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Ya definir y nombrar con exactitud cosas tangibles no es tarea fácil y lo es mucho menos cuando se habla de cosas sutiles, que no se pueden ver ni tocar.

Definitivamente vivimos en una realidad donde cada vez está más claro que existe una parte física/tangible y otra intangible/sutil. Y es aquí donde debemos comenzar a aclarar términos.

Dentro de esta división, en mucha literatura general, la parte sutil se define como “espiritual”; con lo cual cualquier cosas que no se vea ni se toque pasa a formar parte del mundo “espiritual”.

Si esto se maneja así en un ámbito informal se puede dejar pasar por alto; pero si se trata de utilizar el término con mayor consciencia, ese uso del término “espiritual” está muy mal enfocado. Muchas veces se confunden terapias, creencias, estilo de vida e incluso “religiones” nombrándolas como “espirituales”, las cuales no llegan a pasar de los planos inferiores al real plano Espiritual.

Para comenzar a aclarar hay que definir los planos de existencia, para lo cual voy solo a dar el esquema que utilizo, ya que en más de una oportunidad se ha explicado completo y nos ha tomado varias horas de charla:



De forma sencilla se ve que hay varios planos de existencia; donde sí hay uno que conforma el plano Físico/Terrenal y que está restringido a lo que podemos percibir con nuestros cinco sentidos físicos. Aparte de este, todos los otros son planos no-físicos o mejor llamado sutiles, donde uno de ellos es el correctamente denominado plano Espiritual (con mayúscula).

En cada uno de estos planos de existencia, nosotros tenemos un “cuerpo” correspondiente. Así tenemos un cuerpo físico, un cuerpo mental, uno emocional, uno energético, una astral, uno kármico y un cuerpo Espiritual.

Este plano Espiritual está conformado por una energía (o por una existencia) pura; es la misma energía de Dios; en muchas culturas es conocido como “el Cielo”, es en donde nuestro cuerpo Espiritual (o simplemente nuestro Espíritu) existe; es esa parte de Dios en nosotros.

Todo crecimiento Espiritual (real), toda religión Espiritual (real) están enfocadas al crecimiento/reforzamiento/limpieza/manifestación de nuestro Espíritu. Se afirma que cuando nuestro Espíritu es el que rige nuestra vida, entonces podemos comenzar a vivir “el cielo en la tierra”, podemos comenzar a disfrutar de una vida real con felicidad suprema, con paz Espiritual, con bienestar real.

¿Pero cómo se reconoce el verdadero plano Espiritual?

El plano Espiritual entonces es la energía más Divina, la que se asocia con el mismo Dios, con el Uno. Todos decimos de corrido que somos hermanos; que todos somos hijos de Dios y eso es verdad siempre y cuando dentro del plano Espiritual no haya diferencia entre nosotros.

En los otros planos de existencia diferentes al Espiritual existe el concepto de dualidad, de polarización, de malo o bueno, de correcto o de incorrecto, de positivo o negativo:

  • Plano físico: masculino/femenino, frio/calor
  • Plano mental: ignorancia/inteligencia, correcto/incorrecto
  • Plano emocional: agradable/desagradable
  • Plano energético: positivo/negativo, poca/mucha, bloqueo/desbloqueo
  • Plano astral: malo/bueno, amigo/enemigo
  • Plano kármico (akashico): karma bueno/karma malo

Pero en el Plano Espiritual la dualidad desaparece “porque todos somos iguales ante los ojos de Dios”. En el plano Espiritual no hay juicio. Entonces se reconoce como Espiritual a cualquier religión, terapia, forma de pensamiento o de acción que no se centre en cualquier forma de dualidad.

En una Espiritualidad verdadera no hay lucha; pero no la hay no porque no haya necesidad de mejorar; por el contrario hay un crecimiento necesario; pero este se enfoca desde la no agresión, porque agredir al otro es agredir al mismo Dios (todos somos uno en Dios)

Una de las equivocaciones más comunes es la creencia de que se está llevando una vida “espiritualmente correcta”; y la mayoría de las veces se lleva desde el plano inmediatamente inferior al verdadero plano Espiritual. Este plano inferior se conoce como Plano Astral. Aquí rige la dualidad de forma contundente, porque es el último escalón que hay que subir para llegar al Cielo. Enfrascarse en luchas en este plano detiene el camino de subida a la verdadera espiritualidad.

Lamentablemente esto nunca se aclara suficiente y muchas veces creemos que estamos trabajando espiritualmente, o que estamos viviendo vidas dignas o luchas de forma espiritual y con mucha suerte no pasamos de un enfoque astral.

Es por eso por lo que encontramos muchas prácticas religiosas que trabajan únicamente en astral... ¿Se llegará al cielo con ellas? No.

Es por eso por lo que existen la magia y la brujería... ¿Se conseguirá con ellas el verdadero bienestar espiritual que perdure por toda la eternidad? No.

Y no es que las religiones dualistas o que la magia no sean útiles; cualquier tipo de acción en cualquiera de los planos inferiores (duales) pueden tener su efecto positivo (o negativo); pero no hay que engañar a nadie y peor aún no podemos vivir engañados nosotros mismos.

Cuando se trabaja desde el Espíritu (verdadero) no hay ningún aspecto malo, no puede haber ningún resultado malo. El punto es que no es nada fácil trabajar desde allí y comprometerse en espíritu para hacerlo.

Si hablamos de ejemplos que podemos conocer, solo basta estudiar las enseñanzas de la doctrina cristiana para darnos cuenta de que es eminentemente Espiritual; en ella no hay lucha “contra el mal”, a pesar de que no se desconoce y de hecho se nos invita a no “caer en la tentación”.

Cuando una doctrina de vida como la cristiana advierte sobre la maldad, lo que hace es invitar a salir de esos planos de existencia inferiores donde hay dualidad; se nos invita a estar por encima de ella y a trabajar desde lo alto. Por eso lo de “poner la otra mejilla”, lo de “amar a los que te hacen daño”, lo de “dar también la túnica al ladrón que te pide la capa”, etc. La invitación es a no engancharnos en dualidades si queremos vivir de forma Espiritual: porque al engancharnos estaríamos saliendo del plano Espiritual y anclando a nuestro Espíritu en planos dualistas inferiores, imposibilitando nuestro camino al Cielo.

Vivir una vida espiritual es vivir en el Cielo; pero nadie llega al Cielo trabajando desde la lucha, trabajando desde planos donde impere la dualidad. Es así de sencillo: tu no llegas a la cocina quedándote en el dormitorio; tienes que comenzar a salir de la dualidad para comenzar a vivir la Espiritualidad verdadera.

¿Es fácil? No; pero al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. No juzgo, únicamente dejo las cosas claras.

Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 23 de marzo del 2013
Twitter: @eReiki

jueves, 21 de marzo de 2013

Botar garbanzos – Bolsita de Garbanzos

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Un camino de crecimiento espiritual debe ser posible para cualquier persona; por lo tanto los métodos para conseguirlo deben estar al alcance de todos. Si bien es indispensable una guía clara, efectiva y coherente (un Maestro), crecer espiritualmente es algo que debemos hacer en el día a día, no solo como un taller o en los minutos u horas que compartamos con el Maestro.

En el crecimiento espiritual que propongo en Evolución Consciente comienza y se termina con el reforzamiento de lo que doy a conocer como Dones Espirituales: Amor Incondicional, Humildad, Compasión, Tolerancia, Desapego, Servicio, Agradecimiento y Autoconsciencia.

La explicación de cada uno de estos dones y la interacción entre ellos nos ha llevado muchas horas de compartir y aun faltan más reflexiones y enseñanzas; pero en varios escritos he manifestado que los dones más importantes para comenzar a recorrer una senda de crecimiento espiritual son la Compasión y la Humildad.

Recordemos que la Compasión parte del entendido de que todos hacemos lo mejor que podemos desde nuestras virtudes y nuestras miserias; y que la Compasión es totalmente diferente a la lástima. Por otro lado, la Humildad es aceptación de lo que Dios (las Leyes Universales) tiene designado para nosotros y por tanto esta humildad espiritual se ejerce solo hacia Dios.

Estas dos definiciones anteriores son incompletas, pero las doy resumidas para poder presentar el ejercicio que desde principios del 2012 les he pedido hacer a los integrantes de Evolución Consciente para trabajar dichos dones.

El ejercicio es el de “Botar garbanzos“. He aquí las instrucciones:
  1. Llenar una pequeña bolsa de tela con cien (100) garbanzos. No pueden ser ni caraotas, ni arvejas, ni maíz, ni judías, ni nada; deben ser garbanzos “porque lo dice el Maestro” (hay su razón mística que no viene al caso)
  2. El Evolucionista Consciente debe llevar consigo dicha bolsita con garbanzos las 24 horas del día, sea cual sea la situación en la que esté, la vestimenta que tenga, esté trabajando, comiendo, durmiendo, etc. El único momento en el que puede separarse de los garbanzos es a la hora de bañarse.
  3. Cada vez que nos quejemos de algo o critiquemos algo o culpemos a alguien de algo o nos sintamos mal por algo que sucedió, debemos sacar un garbanzo de la bolsita y botarlo. No importan dónde ni cómo botes al garbanzo, el punto es que debes sacarlo de inmediato de la bolsita y no puede volver a ella ni lo puedes utilizar para ninguna otra cosa.
  4. Si tienes varios pensamientos seguidos, pues botas tantos garbanzos como pensamientos tengas.
  5. Apenas surja el pensamiento de queja, debes votar el garbanzo sin importar si pudiste refrenar o manejar el pensamiento.
  6. Cuando se acaben los garbanzos me escribes para decirte qué debes hacer (probablemente la vuelvas a llenar la bolsita)
  7. No más preguntas.
Estamos acostumbrados (lamentablemente) a tener comportamientos dañinos que pasan a ser rutinarios y los ejecutamos de forma inconsciente. Este ejercicio te permite que vayas creando consciencia de lo que haces (piensas, dices o sientes); para luego tomar las acciones respectivas.

Lo que debería suceder es que con el pasar del tiempo botes cada vez menos garbanzos, por ende la bolsita te dure más tiempo.
Ahora no es cosa de que comiences a comprar garbanzos y a diseminarlos por el mundo. Este ejercicio es muy efectivo si se enmarca dentro de un esquema coherente y consistente de enseñanza espiritual, la cual te debe dar las herramientas de mejorar mientras vaya creando consciencia. Y para eso ¿qué mejor enseñanza que la de Evolución Consciente? Anímate: www.evolucionconscinete.org.ve
Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 21 de marzo del 2013
Twitter: @eReiki

Niños especiales

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo (v1.1)
(Texto original: Noviembre, 04 del 2009)
(Texto corregido: 21 de marzo del 2013)
Permítanme meditar en voz alta, déjenme compartir con ustedes reflexiones sobre esas personas (niños o adultos) llamados “especiales”.

Personas con Síndrome de Down, niños de cristal (no me refiero a los Niños Cristal), niños con autismo, con parálisis cerebral; todos con alguna deficiencia física, mental o en general funcional; todos reciben el calificativo de “especiales”.

Este calificativo va más allá de la simple consideración especial; no es solo un apodo cariñoso reivindicador de su estado; sino que es un calificativo con todas las de la ley y lo “especial” trasciende a sus orígenes, a sus problemas, llegando hasta su esencia.

Si comenzamos a filosofar sobre la existencia de estás personas especiales, del porqué vienen y conviven en este mundo, pasamos por una gama de respuestas que van desde poner en entredicho el amor de Dios, hasta llegar a asuntos kármicos pendientes, pasando por la incapacidad de entender los designios de Dios.

Cualquiera que sea el caso, hay algo que sí es cierto y es la elevación de espíritu que estas personas poseen.

Definitivamente cada uno de nosotros que viene a este mundo tiene algo que hacer, tenemos algunas misiones y esas misiones siempre, pero siempre, serán acciones y situaciones en las cuales podremos tener la oportunidad de aprender y evolucionar. Y no solo nos sirven a nosotros, sino que a la vez esas situaciones nos permiten enseñar y ayudar a evolucionar a los demás.

Imaginemos cualquier situación. Por muy buena o mala que sea, siempre podemos encontrar algo que nos enseñe, que nos fortalezca, aunque sea desde el dolor; y estos niños son especiales por eso.

Los niños especiales son Seres Amplificadores del Amor. Mientras nosotros estamos acostumbrados a dar amor de forma encapsulada, ellos logran tomar ese amor, expandirlo y retribuirlo en abundancia. Al más mínimo cariño que les brindemos, ellos responden con un torrente de agradecimiento y de amor, que les sale directo del corazón.

¿Quién de nosotros, cuando nos acercamos a uno de ellos no siente el deseo de acariciarle, de abrazarle, de brindarle apoyo? Ellos tienen la capacidad de tomar ese Amor de nuestro interior y lograr que lo sintamos y lo exterioricemos.
.
Que bella misión tienen: la de amplificar el amor de Dios dentro de nosotros mismos. Y esta es solo una de sus misiones.

Muchos podrán pensar que es una bonita misión pero que la vienen a ejercer a costa de sí mismos, de su sufrimiento. Pregunto en voz alta, ¿sufrirán ellos más que cualquiera de nosotros con nuestros “males” menores? Estoy seguro de que no.

Muchos de nosotros nos ahogamos en nuestros vasos de agua (medio llenos, para colmo) y pasamos nuestras vidas “desdichadas” y se las hacemos desdichadas a quienes nos rodean, mientras ellos son capaces de brindar una sonrisa incondicional y un abrazo amoroso desde su situación comprometida, muchas veces dentro de su bendita inocencia.

Definitivamente ellos son “ESPECIALES”. Son almas que no teniendo porque venir a la tierra, llegan para compartir con nosotros, enviados directos de Dios, para sacar a flote nuestro amor, para probar a fuego nuestras fortalezas y para que aprendamos a reafirmar nuestra Fe y Humildad ante Dios.

Esto nos debe llevar a reflexionar de una vez por todas que hay que vivir en el Ahora (sin descuidar las previsiones del mañana) ya que aquí es donde en realidad somos responsables de ser felices y hacer felices a los demás

Namasté.

Pedro A. Gómez R.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Texto corregido: 21 de marzo del 2013
Texto original: Noviembre, 04 del 2009.
Twitter: @eReiki

lunes, 18 de marzo de 2013

Amar a Dios


Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

(Mateo. 22.36-40)
36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?
37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
38 Este es el primero y gran mandamiento.
39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

Muchas veces hemos conversado de esto, sobre los dos mandamientos principales que nos dejó nuestro Señor Jesús; probablemente en resumen los conocidos 10 mandamientos que recibió Moisés.

Hoy traigo a reflexión el primero: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” o de otra forma más fácil de recordar: “Amarás a Dios sobre todas las cosas

En realidad no hay mucho que decir. Yo mismo cuando me refiero al segundo mandamiento, me salto este primero diciendo que es un mandamiento “muy fácil de cumplir” (irónicamente hablando) ya que amar a “un Ser” que de forma evidente no te exige nada, no te reclama nada... pues resulta muy cómodo y fácil de hacer.

Dios está en mi corazón”, “Yo lo amo” llegan a ser clichés al solo decirlo. “Por sus obras les conoceréis” (Mateo 7, 15-20), el Amor no hay que solo decirlo sino que hay que evidenciarlo con las acciones.

En las Sagradas Escrituras está el conocimiento místico/espiritual que necesitamos para vivir bien, pero está presentado de forma “humanizada”, para que nosotros, simples mortales, lo podamos entender. En este mismo mandamiento el “amar” a Dios debemos humanizarlo un poco y comenzar a ser con Dios como seríamos con un “verdadero amor”.

Cerremos un poco la Biblia y apelemos a nuestra terrenalidad. Seguramente todos nos hemos enamorado, sin importar si hayamos sido correspondidos o no; eso es Amar. Cuando nos enamoramos de alguien comenzamos a actuar de forma particular:

  • No nos quitamos de la mente a esa persona.
  • Nos encontramos pensando frecuentemente en él/ella.
  • Él/ella se vuelve el centro de nuestra vida.
  • Todo lo que hacemos gira en torno a él/ella.
  • Vamos a una tienda y pensamos en regalarle algo a él/ella; nos compramos algo para nosotros y pensamos si a él/ella le va a agradar.
  • Vivimos hablando de él/ella a nuestros amigos, hasta el cansancio.
  • Necesitamos oír su voz, a cada repique de teléfono esperamos que sea él/ella.
  • Quisiéramos estar siempre cerca de él/ella.
  • Dejamos de hacer algunas cosas, cambiamos nuestras rutinas de vida simplemente, para estar con él/ella.
  • Planificamos nuestra semana en función de él/ella; planificamos nuestras vacaciones en función de él/ella, planificamos nuestra VIDA en función de él/ella.
  • Nos preocupamos por cómo se siente él/ella por nuestras acciones.
  • Nos preocupamos si sentimos que se molestó por nosotros y buscamos agradarle mucho más para reconciliarnos.
  • No solo ocupa nuestra mente, sino también nuestros sentimientos; el solo hecho de pensar en él/ella nos hace suspirar, nos brillan los ojos y se nos dibujan sonrisas en la cara.
  • Dejamos de hacer cosas por miedo a que a él/ella le desagrade.
  • Podríamos inclusive llegar a pensar en dar la vida por él/ella.

Esto es estar enamorado; amar a alguien. Abramos la Biblia, ¿amamos así a Dios? Cambiemos el sujeto del amor (él/ella) por “Dios”; ¿igual se aplican esos comportamientos en nuestra vida, nosotros que decimos que cumplimos con Amar a Dios?

Pero no seamos extremistas, a lo mejor suenan patológicas estas acciones. Pongamos una escala y evaluemos lo que significa nuestro amor con Dios: de los quince puntos anteriores ¿cuáles podrían aplicase en nosotros?

Aún más, pongamos peso a cada uno de los quince puntos. Digamos que cada punto podemos cumplirlo en “poco, medio o mucho”, ¿evaluamos?... ¿seguimos tratando de buscar excusas?

Cerremos de nuevo la Biblia. Volvamos a imaginar a dos personas enamoradas. ¿Cuáles serían indicadores de que ese “amor” está bajando de intensidad en una de las partes? “Ya no me quieres porque...”:

  • Ya no piensas en mí.
  • Ya no me visitas ni estás conmigo porque prefieres a tus “amig@s”
  • Ya tu trabajo es más importante que compartir juntos.
  • Siempre te la pasas cansad@
  • Tus intereses ya son otros.
  • Cuando compartimos, tu mente está en otro lado (las preocupaciones)
  • Te hablo y no me escuchas.
  • Haces las cosas y no piensas que me puedo sentir mal.
  • Los problemas te agobian y te hacen olvidar lo felices que podemos ser juntos.
  • Ya no confías en mí, no me cuentas las cosas y olvidas que somos parejas y podemos resolver las cosas juntos.

Esta extrapolación del Amor hacia Dios al ámbito humano, puede arrastrar algunos conceptos difíciles de manejar como: dependencia, control, obsesión, sobreprotección; así que en vez de utilizar un paralelismo estricto, vamos a divinizar el comportamiento humano hacia Dios, para ver si nos convencemos. Por tanto, el Amar a Dios debería pasar por:

  • Llevarlo en nuestro pensamiento frecuentemente y que sus enseñanzas condicionen nuestra percepción de la realidad que nos circunda y planteen nuestro accionar hacia ella.
  • Nuestra vida y nuestras acciones deberían ser un reflejo de sus principios.
  • Lo que hagamos con nuestras vidas debería estar acorde a lo que Él espera.
  • No solo debemos vivirlo, sino que debemos mostrarlo; debemos darlo a conocer, debemos hacer ver a los demás las maravillas que Él ha hecho en nosotros.
  • Debemos ansiar oír/leer/aprender de sus enseñanzas, además que debemos esforzarnos a entender la forma que Él nos habla en la cotidianidad.
  • Debemos procurar espacios y momentos para estar nosotros con Él, mas allá de la comodidad de decir que como Él está en todas partes, Él siempre está conmigo en cualquier lugar.
  • Debemos abandonar las rutinas actuales dañinas que nos alejan de esa cercanía a Dios.
  • Debemos considerar a Dios no solo en nuestra vida presente, sino en planes futuros, definiendo el compromiso de una vida dentro de un camino de crecimiento espiritual.
  • Todas nuestras acciones deben ser pasadas primero por el tamiz de sus enseñanzas para no trasgredirlas.
  • Al momento de sentir que fallamos en nuestra expresión de amor, debemos hacer lo necesario para resarcir la falla y buscar reconciliaros nosotros con Él
  • No solo debemos pensar a Dios, sino que debemos aprender a sentirlo en nuestra corazón.
  • Debemos elegir una vida “con y para Él”; una existencia sin amarle debería ser inconcebible.

A lo mejor esto es lo que puede significar Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y es tan hermoso que esta actitud de vida no excluye al amor que le debemos tener a los demás, por el contrario, se complementa con el segundo mandamiento de Jesús.

Esta reflexión ha sido un humilde intento para discernir otra enseñanza bíblica. Tendrá sus aciertos y sus errores, pero con seguridad será de utilidad para algunos.

Si te encuentras pensando mucho en tus preocupaciones y en tus infortunios, en tu mente hay poco de Dios.
Si te encuentras sintiéndote mal por lo que te sucede, en tu corazón hay poco de Dios.
Si en tu vida presente y futura solo están planificados tus logros terrenales, pues en tu alma hay poco de Dios.

Aumenta la cantidad de Dios dentro de ti y lo estarás amando cada vez más.

Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 18 de marzo del 2013
Twitter: @eReiki

jueves, 14 de marzo de 2013

¿Quieres sanar? - ¿Quién Evoluciona?


Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

¡Por fin! Después de varios meses de meditación reflexiva, esperando que mi mente pusiera en claro las ideas manejadas en planos superiores, ahora puedo traerles aquí uno de los temas más importantes para mí en estos últimos años.

Y digo últimos años, porque estos han estado dedicados a intentar guiar a algunas personas hacia un aumento de su bienestar. No soy quien para decir si lo he conseguido o no, cada quien lo dirá; pero el esfuerzo lo he hecho y he tenido como consigna tratar de dilucidar cuáles son los requisitos necesarios para hacerlo.

Todo esto resume en el tema de: ¿Qué condiciones debe tener o qué debe cumplir una persona para comenzar a sanar de forma sostenida e irreversible?

Quiero volver a aclarar términos, ya que esta sola pregunta se puede aplicar a diferentes casos. Para lo que a mí concierne, el término “sanar” es lo mismo que “mejorar”, que “evolucionar”, que “crecer espiritualmente”, que “aumentar el bienestar integral o global”. Y el mismo término “sanar” se puede aplicar en diferentes aspectos de vida: económico-físico-terrenal, mental-estrés-angustias, emocional-parejas-familias-amigos, energético-salud-cansancio-bloqueos, astrales, kármicos y espirituales.

Pero siempre que se nombra “sanar” se contrasta con el término “curar” y es necesario hacerlo. El “curar” se enfoca más a los síntomas y el “sanar” más a los orígenes del malestar. Cuando alguien se “cura” de algo, no se le asegura que no pueda recaer en algún momento con lo mismo o con algo similar; para permanecer bien (“sano”) debería cambiar actitudes, costumbres, acciones de vida (deberíamos “evolucionar”)

No existe la “involución” (por lo menos a nivel espiritual), Cada mejora que logremos sanando pasa a formar parte intrínseca de nuestro Ser y la mantenemos por siempre; ese es uno de los indicadores que pueden ayudar a darnos cuenta si estamos “sanando” o únicamente nos estamos enfocando a los síntomas.

Pero aunque parezca mentira, muchas personas se pueden “curar” de sus dolencias, pero no todas consiguen ni siquiera comenzar a “sanar”. En tantas terapias, “guiaturas” e intentos de ayuda a otros, me he dado cuenta de que esta es una realidad muy a pesar mío como sanador; que si bien uno aprende a no involucrase en los procesos, la inquietud de encontrar el porqué sucede de esta forma se mantiene presente.

A veces se argumentan cosas que parecen lógicas, pero con cientos de terapias se pueden desechar argumentos como los siguientes:
  • Hay personas que no quieren sanar
  • Hay personas a quienes las enfermedades le son útiles
  • Hay cosas que no se sanan
  • Hay malestares que la persona debe vivir
  • Hay personas que no tiene la capacidad de sanar
  • Karma malo, karma malo, karma malo...
  • y peor aun “castigo de Dios”
Si bien como sanador reconozco que estos son argumentos que pueden tener real influencia en los procesos de sanación y por ende nunca se pueden desestimar, si tomamos algunos de esos como premisa de entrada es mejor que nos dediquemos a otra cosa.

Es natural buscar estados de bienestar, es simplemente instintivo porque Dios necesita que así sea; y por el hecho de ser instintivo, no depende de nosotros. Lo que parece suceder es que muchas veces equivocamos los caminos y las herramientas para lograr estar bien o intentar enfrentar situaciones.

Y es aquí donde entra el proceso de evolución (de sanación, de crecimiento espiritual). En un proceso de evolución se afinan las herramientas para poder vivir cada vez mejor, no solo para enfrentar nuestro presente, sino para construir nuestro futuro y manejar nuestro pasado correctamente.

Pero si el proceso de búsqueda de bienestar es instintivo ¿por qué no lo conseguimos de forma automática?, ¿por qué digo que algunos parecen lograrlo más que otros o estar más preparados para asumir un crecimiento espiritual? Aquí va la respuesta.

El “sufrimiento extremo” el “tocar fondo” muchas veces parece un requisito para ver “La Luz”, pero créanme que hay personas que están en el mismo infierno y no parecen tener la mínima capacidad de levantarse ni de dejarse ayudar a levantar. Allí esperamos la Misericordia Divina como la única salida (un milagro)...; pero a veces no se ve por los alrededores.

En realidad hay pocos requisitos para poder encaminarse haya un bienestar real (que no dependa de los demás) y estos requisitos, por Justicia Divina, tienen que estar disponibles para cualquiera de nosotros:

  1. Debemos comenzar a centrarnos en nuestro espíritu: cabe ahora la pregunta del ¿por qué cada vez que apuntamos hacia la felicidad aparece lo espiritual? La respuesta es sencilla; el bienestar, la paz, la armonía, la felicidad, debemos cultivarla de adentro hacia fuera; debemos buscarlas dentro de nosotros. Tenemos que aprender que nuestro bienestar no puede depender del exterior, sino de lo que nosotros podemos controlar; debemos construir la felicidad con lo único que es nuestro, que poseemos y que nadie nos puede quitar, nuestro espíritu.
    Por tanto, crecer en espíritu, fortalecerlo, nos va a asegurar que vayamos cultivando un bienestar inmune al exterior, duradero, sostenible, con sus altibajos pero rápidamente recuperable.

  2. Debemos entregarnos a Dios: unos de los caminos equivocados que recorremos para ser felices es la “autosuficiencia”. Generalmente en este plano terrenal al que estamos acostumbrados lo que reconocemos como “yo” es nuestra mente, nuestro grupo de ideas, nuestras preconcepciones, nuestra planificación, nuestras acciones intencionadas sujetas a expectativas; y somos compulsivos en creer que “yo” puedo arreglar las cosas y resolver todos los problemas; que “yo” lo estoy haciendo bien (o mal). Desafortunadamente la mente es indispensable para interactuar con nuestro alrededor, pero como tiene el foco fijo hacia afuera, es incapaz de crear ese bienestar que solo depende de nuestro interior.
    Entregarnos a Dios entonces significa dejar de lado a la mente expectante (llenas de expectativas) en la búsqueda de nuestra felicidad real; significa entregarnos al fortalecimiento de nuestro espíritu, que es la esencia más pura de Dios en nosotros.
  1. Debemos seguir instrucciones mínimas: comenzar a caminar en un campo abierto sin tener un rumbo claro es algo complicado. Cuando queremos llegar a algún lugar, instintivamente miramos al suelo, a la tierra y buscamos alguna marca de sendero que nos indique que alguien caminó por allí para llegar al lugar deseado. El recorrer caminos que otros ya han transitado aumenta las probabilidades de buen arribo; ya alguno habrá quitado las piedras y allanado el camino y colocado señales y hechos los desvíos necesarios considerando los peligros de la ruta. Las enseñanzas religiosas son eso; formas de llegar al Bien Supremo que muchos ya han recorrido y los cuales han trazado la ruta para hacerlo de la mejor manejar posible. Puede haber muchas filosofías religiosas, ya que el camino no es uniforme; dependiendo de cómo se arranque habrá diferentes piedras, montañas, peligros, desvíos, consideraciones especiales; pero todas fijan en el horizonte a Dios, al bienestar de Espíritu, a la unión de nuestro Ser a esa paz suprema. Las enseñanzas religiosas son por tanto instrucciones mínimas a seguir para un camino de crecimiento espiritual. Si quieres sanar deberías abrazar alguna religión, la que más se acomode a ti y la que te ofrezca lo que al final deseas conseguir.
    Si bien es cierto que muchas personas pueden enfocar su crecimiento espiritual no adoptando religiones formalmente establecidas sino que se adhieren a esquemas de crecimiento espiritual particulares (Maestros/Gurús/etc.), pero es indispensable que las enseñanzas de estos particulares estén basadas en las mismas filosofías que originaron a las religiones; de lo contrario serán instrucciones de camino “menos probadas”.

  2. Debemos asumir rutinas: al igual que el cuerpo no se fortalece solo con buena alimentación sino que es indispensable el movimiento, la acción, el ejercicio; así también nuestro espíritu requiere no sólo de buenas intenciones, sino de ejercicio y sobre todo de rutina. Las rutinas fortalecen los diferentes aspectos involucrados; las rutinas espirituales fortalecen a nuestro espíritu. En acciones rutinarias la mente expectante no se involucra; y cuando lo hace se comienzan a desestimar las rutinas y todo el crecimiento espiritual se viene abajo. Todas las religiones ofrecen las rutinas indispensables dentro de su esquema de crecimiento espiritual; de allí que sea prudente abrazar a alguna para no estar inventando rutinas de ejercicios, los mismos que a lo mejor pueden hasta malograr al espíritu... A menos, claro, que seas un profeta elegido por Dios y al cual le esté dictando los lineamientos para crear una nueva religión... allí tu mente sabrá.
    El asumir rutinas evidencia el compromiso que se tiene en el empeño de crecer, además de poner en ejercicio aspectos importantes de la propia sanación: establecer orden en las tareas cotidianas, flexibilizar estados patológicos de dependencia o estancamiento, cultivar el desapego, re-evaluación de tus prioridades, etc. Pueden ser rutinas desde una recitación periódica de una oración hasta la asistencia obligante al lugar de reunión. Cada esquema de crecimiento te las impondrá.

Hoy te puedo asegurar que estos pasos o requisitos son indispensables a considerar y trabajar cuando cualquiera de nosotros quiera sanar. No sé si mi meditación reflexiva continúe y pueda venir algún otro paso, pero tengo la certeza que será una subsección de los anteriormente descritos.

Así que cuando sientas que debes enfocar tu vida de forma diferente a como lo has venido haciendo, bien sea porque debes salir de algún atolladero y comenzar avanzar de forma menos aleatoria, es porque estarás buscando “sanar/crecer/evolucionar”. Entonces, lo primero que deben hacer es volver a leerte esto, una y otra vez, para que sepas qué se va a esperar de ti.

Luego de entenderlo, el cómo llevar a cabo estos pasos es la segunda etapa. Allí sí debes buscar ayuda; la hay por montones, solo debes elegir bien. Tu parroquia, la iglesia, el templo, grupos de oración; algún sacerdote, pastor, maestro, algún guía, algún grupo de crecimiento espiritual. Lo peor que puedes hacer es quedarte sin hacer nada, Dios te quiere feliz, pero tú eres quien debe caminar hacia Él.

Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 14 de marzo del 2013
Twitter: @eReiki

domingo, 3 de marzo de 2013

La rueda negativa de Ley de Atracción

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Una de las cosas importantes de la vida que debemos aprender para acelerar nuestro bienestar es la Ley de Atracción (LDA).

Muchas veces hacemos cursos y talleres de LDA y pensamos que es desde ese momento cuando vamos a comenzar a trabajar con ella. La realidad es que sepamos o no de LDA, creamos en ella o no, o la entendamos o no, la LDA es una de las Leyes Universales; eso quiere decir que estamos regidos por ella de forma constante, en todo momento y en cualquier lugar, aún sin saberlo.

Al igual que la Ley de Gravedad nos mantiene pegados a la tierra a pesar de ser redonda y que no sepamos mucho de Física, la LDA rige en buena proporción nuestra realidad y nuestro destino y lo hace constantemente sin nosotros darnos cuenta.

Y todo esto hay producido una ola de comprensión sobre esta ley, o por lo menos buenos intentos para poder aprovecharla. Pero para más de una persona, a pesar de entender la teoría, a pesar de saber cómo utilizarla a su favor, después de un entrenamiento parecer quedarse en las mismas condiciones.

Algunas veces (afortunadamente pocas según mi experiencia) la vida de una persona puede estar inmersa en un proceso realimentado donde se suceden una tras otras experiencias “inconvenientes” de vida. Son estos los momentos donde parece que una cosa negativa trae a la otra, o que comienza a suceder una cosa desagradable tras otra, relacionadas entre sí o no. En esos casos, a pesar de los intentos que hagamos en todas ellas, no llegamos a salir de este remolino, de esta rueda negativa.

Inclusive en esos momentos no parecen funcionar lo procesos aprendidos de LDA y se puede llegar a pensar que todo lo dicho fue pura charlatanería. Aunque no se pueda entender en el momento, allí también está funcionando a la perfección la LDA, pero con experiencias negativas para nosotros.

¿Pero si eso también es LDA, porque no funciona lo aprendido? La respuesta la doy en dos partes:

  1. Se está en un proceso realimentado (no solo está en un funcionamiento automático sino que se autoprotege de cualquier cambio)
  2. El esfuerzo que la persona hace se aplica de forma ineficiente, ya que generalmente se trata de mejorar todo el sistema a la vez.

Pasemos a visualizarlo. Imaginemos una cadena como las de bicicleta, construidas con eslabones articulados que se unen uno al otro y que además de fuerza le brinda flexibilidad a toda la estructura. Cada eslabón representa una situación difícil; y ellos pueden pertenecer a un único aspecto de vida (por ejemplo al laboral) o pueden involucrar a diferentes áreas (familia, pareja, dinero, salud, etc.)

En esa cadena cada eslabón mueve al otro y si bien pueden haber momentos de mayor flexibilidad o menor velocidad (eventos buenos) las dificultades tienen a aparecer de forma sostenidas, una tras otra.

Esta secuencia de eventos es provocado por la misma Ley de Atracción; y como ley hay que trabajarla y aplicar esfuerzo (consciente) para ponerla a trabajar a nuestro favor. Pero el esfuerzo debe ser puntual cuando hay un sistema realimentado.

En el mismo símil de la cadena de bicicleta, si queremos romperla y hacer que la secuencia de eslabones se detenga, hay que separar únicamente un eslabón. Dentro de la desesperación de estar con la vida en una rueda negativa de LDA, solemos intentar atacar todos los eventos a la vez; si lo hacemos así el esfuerzo se distribuye y no logramos mucha mejora. Si por el contrario, aplicamos toda la fuerza para desconectar únicamente a un eslabón (mejorar una sola situación) la probabilidad de éxito aumenta y con ese solo eslabón fuera, la secuencia se rompe, la rueda se desconecta y todo se detiene.

Si este abordaje lo llevamos a nuestra secuencia de eventos negativos y enfocamos nuestros esfuerzos en mejorar solo una de las situaciones difíciles (por supuesto sin abandonar la atención mínima requerida de ninguna) podremos romper esta secuencia de eventos negativos y entonces, sin la realimentación, podremos comenzar a poner en práctica todo lo aprendido de LDA.

Esta idea de la rueda realimentada de LDA parece ingrata, pero no lo es si entendemos que con la actitud correcta podemos crear una rueda positiva de Ley de Atracción y lograr así que cosas buenas sucedan de forma automática y casi sin esfuerzo.

Lo bueno de esta forma de abordar una vida complicada es que hay que concentrarse en un solo eslabón; aunque pueda haber un proceso inicial de definir a cuál eslabón dedicarse dependiendo de las herramientas que se tengan para romperlo (romper el eslabón = mejorar la situación). Tanto la elección del eslabón como el obtener y el aplicar las herramientas para romperlo puede necesitar la ayudada de un terapeuta (médico, terapeuta, sanador, Maestro, etc.)

Así que si sientes que tu vida está en una rueda negativa de sucesos que no parecen mejorar de forma proporcional al esfuerzo que pones, considera lo dicho aquí. A lo mejor puedes salir por ti mism@ o necesitarás buscar ayuda, pero sobre todo no desesperes. Si desesperas realimentarás más y más dicha rueda y cuanto más rápido gire más difícil será buscar, concentrarte y trabajar ese único eslabón que debes romper.

Entiéndelo y pon a jugar a tu favor la LDA. Conocer las Leyes Físicas ha permitido que la humanidad progrese, conocer las Leyes Universales hace exactamente lo mismo.

Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 03 de marzo del 2013
Twitter: @eReiki