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miércoles, 24 de febrero de 2016

El contagio kármico

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Si bien el tema del karma no es aceptado por algunas religiones occidentales, este ha terminado siendo un concepto cotidiano muy extendido en todo el mundo.

En este escrito no voy a argumentar las consideraciones kármicas subyacentes que sí hay en todas las religiones, aunque estas lo nieguen. Solo voy a utilizar el tema popular del karma y trataré de dar explicaciones que al fin de cuentas llevarán al lector a ser más consciente espiritualmente; e incluso a acercarse a su práctica religiosa y a respetar los consejos de la misma, sea la religión que sea.
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Debo acotar además, que si bien en algunas explicaciones sobre el karma no podré ser académicamente correcto, lo haré tanto para simplificar y mejorar la comprensión hacia el público en general, así como para brindar reflexiones aplicables a cualquier religión.

Comencemos.

La mayoría de las personas han escuchado el tema del karma; y asumen que un “karma” (como una fuerza, como una energía, como un castigo) puede condicionar las cosas que le pasan en la vida.

Pueden ser cosas pequeñas o grandes; pero cuando resulta inexplicable el porqué sucede algo, siempre se puede decir que “eso viene de un karma”.

Esto no es descabellado, porque el concepto del karma viene a ser el de una Ley Universal (Ley de Acción y Reacción o Ley de Causa y Efecto) que efectivamente interviene en la construcción de nuestra realidad.

Las personas más serias entienden, además, que el karma depende de lo que ellas “hagan”;  y por lo tanto comienzan a cuidar sus acciones. La idea suele ser no acumular “karma negativo” para que la vida “no lo utilice en su contra”

Si bien este enfoque del karma como castigo o como retaliación de la vida (del destino o de Dios) no es el correcto, por ahora lo podemos dejar así.


Limpiar y no ensuciar

Pero resulta que muchas veces nos suceden cosas difíciles, por mucho que nos cuidemos, por muchas buenas obras que hagamos y por muy limpio que logremos tener nuestro corazón.

Entonces el asunto no es únicamente que nos cuidemos de “no ensuciarnos”, kármicamente hablando; sino que también debemos considerar que traemos karmas de otros momentos de nuestra vida donde posiblemente no sabíamos que debíamos ser tan cuidadosos en nuestras acciones.

En este caso, cobra vigencia el concepto de “limpiar” lo que traemos de nuestro pasado.

Cuando se trata del karma, tenemos que estar conscientes de que no solo debemos tratar de no ensuciarnos, sino que de vez en cuando vamos a tener que limpiar nuestras cosas pasadas. Nadie está exento de momentos difíciles (“todos somos pecadores”).

Ahora, la forma de limpiar nuestro karma es un tema gigante; pero lo puedo resumir en una frase sencilla: “limpiamos nuestro karma con mucho esfuerzo personal pero siempre sujetos a enseñanzas espirituales y a práctica religiosa”.

Sí, aunque esto último sobre la práctica religiosa no le guste a la gente, debo recordar que la expresión vivencial de cualquier enseñanza sagrada está representada en las prácticas religiosas; y si adoptamos un comportamiento y un estilo de vida coherente con ellas, tendremos la forma tanto de limpiar karma como de no ensuciarnos más.

Pero no caigamos en los argumentos fáciles para evadir nuestra responsabilidad, culpando a las religiones de atrocidades que miembros poco dignos haya podido cometer. Si en una cesta de higos encuentras muchos hijos podridos, no por eso vas a decir que comer higos es malo.

En última instancia, hay otras cestas de higos; busca una que sea válida y que te parezca mejor; y come.

Pero suponiendo que alguien entienda todo esto y se tome la tarea de vida de “limpiar su karma y de no ensuciar más”, aún la cosa no acaba allí.


El contagio kármico

Más allá de los conceptos simplistas pero suficientes que he planteado en los párrafos anteriores; el proceso de “contagio kármico” es tal vez lo más importante; no por su peso, sino por lo peligroso de su desconocimiento. Este concepto lo he explicado en infinidad de escritos y charla; pero aun así requiere este apartado especial.

Para que se plantee un karma, debe existir interacción entre dos seres espirituales en camino de evolución (seres kármicos).

Esta interacción no es necesaria que sea ni directa ni personal; incluso ni siquiera las acciones son necesarias. Sino que resulta suficiente que una persona despierte en la otra un sentimiento o una emoción.

Si bien el karma se asocia a la Ley de Acción y Reacción, lo que crea realmente el karma es el sentimiento o la emoción que genera una acción cualquiera.

Una persona puede no conocer personalmente a otra (solo por televisión, por ejemplo), y aun así plantearse un karma entre ellas.

Esto parece totalmente loco, pero debemos recordar que el karma no es un proceso únicamente humano, sino que se da también entre de almas. Las almas de dos personas pueden interactuar sin las restricciones de espacio, tiempo o interacción física que nuestra humanidad sí requiere.

Cuando un karma se crea entre dos personas, no solo se crea una energía que capitalizamos; sino que además se establece lo que se suele llamar un “lazo kármico”  entre ellas. Es por esta conexión por donde fluye (y se comparte) la energía del karma.

La energía de un karma generado, puede dejar de fluir o se puede limpiar; pero el lazo kármico se mantiene. Las condiciones para que esta conexión se disuelva entre las dos personas, responde a otros procesos que escapan a este escrito. Vale por ahora recordar que nos conectamos kármicamente con las personas con las cuales creamos karmas.

Pero planteo de una vez el problema de fondo relacionado a los karmas negativos. Cuando interactuamos con otra persona (aun que sea de forma indirecta e impersonal) y esta interacción genera un sentimiento difícil (por ejemplo), nos unimos kármicamente a ella (a través de un lazo kármico) y por ese lazo kármico no solo va a fluir el karma del problema que tuvimos, sino que nos contagiamos de todo el karma que esa persona pueda tener.

Pero el karma es siempre bidireccional. Si se genera un lazo kármico entre dos personas, ambas van a terminar contagiándose del karma de la otra. Todo lazo kármico es bidireccional.

Es como unir dos tanques de agua (karma) a través de un tubo. Un tanque puede tener agua de mejor calidad que el otro, pero al poco tiempo de conectados, ambos tanques tendrán la misma calidad de agua.

¿Se comienza a comprender lo que puede pasar? Cuando nos unimos kármicamente con otra persona debido una molestia emocional, no solo vamos a compartir el karma que se generó en ese momento (sea quien sea que haya tenido la culpa); sino que quedaremos unidos por un conducto por el que comenzará a fluir los karmas del pasado y los venideros. Pero continúo para peor. Nos contagiamos kármicamente.

Este concepto de contagio kármico aún se puede evitar conscientemente, tratando de cuidar que nuestras relaciones humanas sean “limpias” para no formar karmas ni lazos kármicos. Pero aún no es suficiente.


Formas adicionales de contagio kármico

Un impase emocional no es lo único que crea lazos kármicos; y por lo tanto no es lo único que permite que nos contagiemos con el karma del otro. Hay actitudes y acciones de vida que si bien parecen inocuas, son kármicamente activos:

1-    Las relaciones sexuales. Tener un encuentro sexual con otra persona, establece un lazo kármico entre los dos y por allí se comparte el karma del uno al otro. De aquí lo importante de escoger bien con quien se tiene sexo; ya que al acabar, no te llevarás solo la satisfacción, sino todo el karma de la otra persona. ¿Se comienza a entender lo importante de no ser promiscuo? Uno termina unido kármicamente con todas las parejas sexuales que hemos tenido y por lo tanto compartiendo sus karmas.
Pero no solo el karma compartido, sino que el lazo kármico establecido perdura muchísimo más allá del encuentro sexual; y aunque las personas no se vuelvan a ver; las acciones kármicamente desafortunadas que haga uno, le afectarán directamente al otro; sin tener la oportunidad de trabajarlo juntos. ¿Se comienza a entender porqué las religiones invitan a limitar las relaciones sexuales dentro de un compromiso de vida matrimonial?
2-    El rencor, el resentimiento, la rabia o el odio hacia alguien. Tener un sentimiento negativo hacia otra persona, automáticamente establece un laza kármico entre las dos; y a través de esta conexión fluye todo el karma hacia la otra persona y viceversa. ¿Imagínate tener resentimiento u odio hacia una persona que haya hecho mucho daño (y por ende tiene mucho karma negativo)? Todo el karma negativo de esa persona será totalmente tuyo. ¿Se comienza a entender lo importante de amar a los enemigos?
3-    El afecto, el fanatismo, la idolatría o la afinidad fuerte hacia otra persona. Cuando admiras o idolatras a alguien, se establece de forma inmediata un karma lazo kármico muy fuerte; y a través de esta conexión vas a comenzar a tener todo el karma de ese alguien. ¿Te imaginas si idolatras a un líder que muchos odian? Pues tendrás el karma de ese líder en ti, que además será al suma del karma de todos los que le odian; por muy bueno que sea ese líder. ¿Se comienza a entender ahora lo peligroso que es la idolatría? ¿Se comienza a entender también lo importante de amar a Dios antes que a nadie y sobre todas las cosas? Dios no tiene karma.
4-    El simple incumplimiento de las normas de convivencia social, grupal y humana en general. Lo explico con un ejemplo. Cuando una persona, aun sin darse cuenta, cruza una calle fuera del rallado o lejos de las esquinas y eso molesta a un conductor, automáticamente entre ella y el conductor se establecerá un lazo kármico (por la sola molestia del conductor), Desde ese mismo instante, el ingenuo peatón tendrá de inmediato el karma del conductor, que esperemos que no lleve una vida kármica; ya que el lazo se mantendrá y salpicará al peatón en cada desatino kármico que siga haciendo el conductor por el resto de su vida; aunque más nunca se vean. Y de igual forma sucede a la inversa, del peatón al conductor. ¿Se comienza a entender lo importante de hacer lo correcto, aunque sean cosas simples y que parezcan no afectar a nadie?

Acabo de señalar cinco formas de contagio kármico que con mucha seguridad no eran conocidas pero que pueden desgraciarnos la vida tanto a nosotros como a nuestros hijos y a nuestros nietos (recuerden además que el karma se “hereda”). Y cuando con el tiempo nos comienzan a suceder cosas difíciles, lo primero que pensamos es: “¿Por qué a mi Dios mío?”


Por ahora lo dejo hasta aquí. Esto no cubre ni una mínima fracción de lo que deberíamos saber sobre el karma y de la forma como tratar con este.

Quedaría satisfecho si lo expuesto aquí nos alertara a ver la vida de forma menos cerrada y consideráramos que buscar a Dios  a través de una espiritualidad comprometida por el esfuerzo propio y una práctica religiosa bien llevada, es lo único que nos puede salvar.

Lamentablemente no hay mascarillas, ni guantes, ni preservativos, ni trajes especiales para evitar el contagio kármico. Solo un estilo de vida espiritualmente correcto puede ayudarnos.

Ojos abiertos; ¡Karma a la vista!

Dios te bendiga.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 54 A.S. (23feb2016)
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777

Palabras-claves  karma, espiritualidad, religión, lazos kármicos, contagio

jueves, 18 de febrero de 2016

El niño que habló con Jesús - Cuento

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Una noche cualquiera de un día cualquiera, un hombre murió. Entre ruidos y luces, llantos y dolores, el hombre abrió los ojos del alma y se encontró en un lugar oscuro; un sitio extraño donde no sabía ni lo que sentía.

No veía mucho más allá de su alrededor. Casi no veía sus manos y sus pies habían desaparecido en la oscuridad. Él sabía que había muerto; y aunque estaba de pie, no podía dar un paso.

El hombre solo pensaba que ese momento iba más allá de lo que alguna vez había imaginado.

Entonces comenzó a ver personas que pasaban a su lado; imaginaba que eran difuntos como él.

Veía parejas caminando tomadas de la mano; pasaban madres que caminaban hacia niños que estaban un poco más adelante con sus brazos abiertos recibiéndolas; pasaban niños corriendo hacia sus madres que les esperaban; pero él seguía sin poder caminar.

En ese instante pasa muy cerca de él un pequeño niño, caminado hacia adelante pero al parecer, sin ver a quien lo iba a recibir.

El hombre llama su atención y le pregunta:

--- Niño, espera. ¿Hacia dónde va toda esa gente?

El niño responde:

--- Al Cielo.

--- ¿Al Cielo? --- pregunta el hombre sarcástico ante lo que suponía como ingenuidad del niño.

--- Bueno; al Cielo al Cielo no. Algunos solo llegan cerca; muy pocos entran. – Responde el niño.

El hombre le pregunta:

--- ¿Pero sabrás por qué yo no puedo caminar?

Y el niño le respondió con otra pregunta:

--- ¿Usted creyó en Dios mientras vivía? Porque yo rezaba todas las noches y todas las mañanas; mi mamá me decía que hiciera todos mis deberes, pero que confiara en que Dios me daría lo que realmente necesitaba. Cada vez que yo enfermaba, mi mami y mi papi le pedían a Dios para que cuidara de mí; y yo siempre cerraba muy fuerte los ojos, ante las personas que me hacían daño y pensaba que dentro de ellas también estaba ese Dios de papi y de mami. ¿Usted también creyó en Dios?

El hombre sin darle importancia a lo que decía el niño, le preguntó:

--- Y entonces, tú vas al Cielo; ¿cierto?

El niño respondió encogiéndose de hombros:

--- Yo creo que sí; pero lo que sé es que cuando yo estaba muriendo, mi mami me dijo al oído que Jesús me iba a estar esperando. Y por eso camino despacio, para que Él me encuentre.

El hombre quedó con un nudo en la garganta; sin saber si debía sentir lástima por el niño o pena por sí mismo.

En ese instante, en el camino más delante del hombre y de niño, apareció una luz indescriptible; más hermosa de lo que cualquier ser humano hubiera podido imaginar jamás.

El niño la vio y se sobresaltó de alegría, diciendo:

--- ¡Allí está! es Él; mi mami volvió a tener razón.

El niño corrió a la Luz; y cuando llegó a su lado, el hombre vio que el niño se detenía y hablaba con aquella luz, volviendo la vista atrás mirándolo a él.

Pasaron muy pocos segundos y el niño vino corriendo al hombre, trayéndole un mensaje:

--- Oiga señor, no pude hacer nada por usted. Jesús me dijo que lo amaba muchísimo, pero que usted tuvo que haberlo encontrado mientras vivía. Que Él lo llamó muuuuchas veces a través de personas que usted conocía; y que nunca hizo caso, ni hizo esfuerzo.

--- ¿Su mamá nunca le enseñó a hacer caso?

--- Bueno; y Él me dijo también que le iba a seguir dando algunas oportunidades más; pero que se apurara y que no perdiera tiempo.

--- Adiós, me voy.

El hombre quedó paralizado y fue en ese momento cuando comenzó  a sentir el terror de la muerte oscura; la desesperación y el horror de no poder dar un paso, viendo al niño de la mano con esa hermosa Luz, alejándose hacia lo que él nunca había considerado: el Cielo.



Querido lector, querido escucha, Dios permita que entiendas que Jesús espera de tu esfuerzo para que hagas valer el regalo que te dio: el Cielo.

No esperes más, porque nadie sabe el día ni la hora.

Dios te bendiga.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 49 A.S. (18feb2016)
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777

Palabras-claves Jesús, muerte, cielo, difuntos, Luz, niño, esfuerzo, hombre

lunes, 15 de febrero de 2016

La prueba necesaria

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

La Santa Biblia no se puede ver como un libro histórico, ni como una compilación de relatos o de anécdotas de personajes espirituales. Lo mismo se puede decir de cualquier otro texto sagrado.

Claro puede tener parte de la historia y muchas anécdotas; pero si eso es lo único que se ve, pierde totalmente el sentido; se convierte en un libro más.

Detrás de cada historia (ficticia o real), detrás de cada relato, se esconden enseñanzas de vida espiritual que permiten aprovechar nuestra vida humana/biológica para ir conquistando una futura vida eterna. Para esto son las enseñanzas espirituales detrás de cada escritura sagrada.

Cada enseñanza se nos presenta con alusiones a hechos humanos que debemos entender; contextualizar en nuestra vida; e imitar. Y este es uno de los párrafos que quiero enseñar aquí.

El texto en particular, es el que se conoce como “Jesús en el desierto” o “Las tentaciones de Jesús” o “Jesús es tentado por el diablo”; y corresponde al siguiente:

Mateo 4:1-11
La Biblia de las Américas (LBLA)

1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
2 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre.
3 Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
4 Pero El respondiendo, dijo: Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
5 Entonces el diablo le llevó a la ciudad santa, y le puso sobre el pináculo del templo,
6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo, pues escrito está:

“A sus ángeles te encomendará”, y: “En las manos te llevaran, no sea que tu pie tropiece en piedra.”

7 Jesús le dijo: También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios.”
8 Otra vez el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos,
9 y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras.
10 Entonces Jesús le dijo: ¡Vete, Satanás! Porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y solo a Él servirás.”
11 El diablo entonces le dejó; y he aquí, ángeles vinieron y le servían.


Te invito a que leas nuevamente los versículos; y pasaré a puntualizar cada una de las enseñanzas.


Primera enseñanza. La tentación necesaria

1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.

Siempre se nos advierte que debemos tener cuidado con las tentaciones a las que nos podemos ver sometidos. Que si el mismo Señor Jesús fue tentado siendo Él Hijo de Dios, cuánto más no lo seremos nosotros.

Pero hay que notar en esta narración, que fue el mismo Espíritu (Espíritu Santo, Espíritu de Dios o su propio espíritu) quien lo llevó y lo sometió a ser tentado por el diablo.

Wow!, ¿algo que parece tan malo como enfrentarse y ser tentado por el diablo, fue promovido por el mismo Espíritu?

Pues sí. Esta enseñanza no plantea un “¡cuidado!” ni un “ojalá que no nos pasé”. En realidad nos enseña que si pretendemos ser seres espirituales, siempre nos vamos a ver en tentación; las mismas que debemos llegar a superar; es necesario e indispensable.

Es el mismo Espíritu en nosotros, quien buscará “activamente” someternos a pruebas para que nosotros le demostremos que honramos más a Dios que a “otras cosas” (que a los motivos de tentación). Fue el mismo espíritu quien necesitó de Jesús (y necesitará de nosotros) una prueba de lealtad hacia Dios.

Es una prueba necesaria para el Espíritu.


Segunda enseñanza. La maldad del diablo.

Si entendimos correctamente el primer versículo, ¿Quién puede ver al diablo como “malévolo”?

En la cita anterior, el “diablo” le es definitivamente útil al Espíritu para verificar en Jesús su lealtad hacia Dios. Si el Espíritu no lleva a Jesús “al desierto”, pues el diablo no aparece.

Hay otras referencias bíblicas con esa figura del “diablo” supeditado y siendo controlado por Dios.

Recodemos la más famosa en Job 1:1-12.

Allí Dios conversa con el mismo “diablo” sobre Job. Y el Diablo, antes de someter a Job a muchas pruebas y pesares para que este demostrase su amor por Dios; debe pedirle permiso al mismo Dios. Dios entonces, no solo autoriza el proceder, sino que incluso le pone límites a diablo, los cuales respeta totalmente.

Más allá de las interpretaciones culturales, sociales e incluso religiosas; en el ámbito de espiritualidad mística, la interpretación correcta del “diablo” (del “tentador”, del “maligno”) es:

“… aquello difícil o complicado para nuestra parte humana/terrenal/carnal, ante lo cual no debemos sucumbir; y que además tenemos que superar para demostrar el protagonismo de Dios en nuestras vidas y honrar el compromiso que tenemos con Él.” (PAGR)

Lo hizo Job, lo hizo Nuestro Señor Jesús; y nos tocará a nosotros hacerlo una y otra vez.


Tercera enseñanza. Las tentaciones a vencer

2 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre.
3 Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
4 Pero El respondiendo, dijo: Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
5 Entonces el diablo le llevó a la ciudad santa, y le puso sobre el pináculo del templo,
6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo, pues escrito está:

“A sus ángeles te encomendará”, y: “En las manos te llevaran, no sea que tu pie tropiece en piedra.”

7 Jesús le dijo: También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios.”
8 Otra vez el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos,
9 y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras.
10 Entonces Jesús le dijo: ¡Vete, Satanás! Porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y solo a Él servirás.”


A la hora de luchar contra “algo”, lo primero que debemos saber es qué es ese “algo”. Las tentaciones no son cualquier cosa; estas están muy bien definidas en los versículos citados:

  1. Tentación tipo 1: “La necesidades humanas básicas y/o viscerales”, representadas en el texto como “el hambre”, la necesidad de comer “pan”.
    El tema no es dejar de suplir nuestras necesidades básicas; sino que el satisfacerlas no vaya en contra del comportamiento que Dios espera de nosotros (Sermón del Monte Mateo 5-7).
    Esto es equivalente a decir que satisfacernos como humanos no puede ser más importante que nuestra necesidad de alimentar a nuestro espíritu; que ganar la vida eterna.
    Además, estas necesidades pueden implicar otros tipos de “hambre”: el sexo, la venganza, la “sed de justicia”, la ambición, el egoísmo, entre otras. Estas “hambres” ameritan muchas más precauciones de nuestra parte, que nuestras ganas biológicas de comer.

  2. Tentación tipo 2: “La soberbia personal o la sensación de empoderamiento por lo que se cree ser”. Representa la falta de humildad y la sensación de control que se cree tener de la propia vida terrenal.
    Esta tentación está suficientemente clara; aunque se puede recalcar que como trasfondo tiene el desconocimiento de que la vida terrenal/humana es en realidad poca cosa ante lo que Dios representa para nuestro espíritu.

  1. Tentación tipo 3: “El enfoque de nuestra vida hacia el bienestar terrenal”. El deseo tanto del poder y control de las cosas terrenales, así como por los bienes y los logros humanos. Estos deseos terrenales hasta el punto de olvidar que los verdaderos bienes y logros son los espirituales; y el poder lo tiene Dios.
    En esta última tentación, se debe tener claro que los bienes y logros no son únicamente los materiales o económicos; también son los mentales (pensamientos, conocimientos, ideas, formas de ver la vida) y también son los emocionales (sentimientos). Ningunos de estos nos debe apartar del camino hacia el Padre.
    Adicionalmente, en esta tentación el “diablo” ofrece el poder, que vemos como el control de las cosas terrenales. Esta sensación de poder es extremadamente peligrosa porque deja de lado el poder real de “ese Dios al que estamos tratando de llegar”.

Si nos fijamos bien, los tipos de tentaciones representan claramente aspectos de nuestra personalidad humana/ terrenal/carnal. Así de sencillo.

Es sabido que para crecer espiritualmente, debemos enfrentar ese trabajo de ir suprimiendo nuestras personalidades terrenales. Esto no es solo en el cristianismo, sino en todas las doctrinas realmente espirituales.


Cuarta enseñanza: los ángeles

11 El diablo entonces le dejó; y he aquí, ángeles vinieron y le servían.

Y esta es la enseñanza que más de agrada; porque si bien es la más sencilla, suele ser la de mayor impacto en las personas.

En esta enseñanza, Jesús tuvo que someter sus necesidades humanas básicas y viscerales; tuvo que pisar su soberbia y bajar la cabeza reconociendo que Dios está al mando de todo; y además tuvo que demostrar (no solo decirlo) que no necesitaba de los logros o bienes terrenales y que ni esperaba controlarlos.

Después de que Jesús venció a esa su humanidad, es decir, que demostró que su espíritu estaba primero que su apego a sus personalidades humanas; entonces, y solo entonces, los ángeles vivieron a Él y le comenzaron a servir.

¿Cuántas personas no hay por allí que se lo pasan pidiendo a los ángeles que les ayude? ¿Qué le sirvan para tal o cual causa?

¿Acaso esas personas cumplieron y han demostrado lo que Jesús logró en el desierto?

Si se nos acaba de enseñar que hay requisitos claros para que los ángeles ayuden a alguien, ¿Por qué no usamos nuestra vida en tratar de cumplir con los requisitos, en cambio de mendigar a los ángeles para que nos resuelvan nuestros problemas?

Definitivamente la ingenuidad es gratis; pero la ignorancia hace perder el tiempo y tardamos en llegar a Dios.


Dios quiera que estas enseñanzas de segundo y tercer nivel, sean útiles para algunos de ustedes. Todavía hay otras ocultas que me las reservo por el momento.

Dios les bendiga.

Namasté

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 45 A.S. (14feb2016)
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777

Palabras-claves Jesús, desierto, tentaciones, diablo , Mateo 4:1-11, job, sermón del monte.

viernes, 12 de febrero de 2016

El positivismo desde nuestras energías



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Todos los que me conocen personalmente y algunos pocos que habrán leído cosas mías, saben la grandes reservas que tengo sobre lo que se suele llamar “el positivismo” o el “ser positivo”. Me voy a referir como “positivismo” a la forma de enfrentar los problemas de la vida, no como teoría filosófica.

Y dije “reserva” en el párrafo anterior, para no utilizar en este texto la frase dura que utilizo en persona.

Simplemente cuando escucho a personas recomendando ser “positivos antes los problemas” aludiendo a que con eso todo se va a resolver, me entra una angustia ajena y me pregunto: ¿acaso este “gurú” que recomienda ser positivista se ha “partido el brazo” tratando de ayudar a personas con problemas? ¿O simplemente lo recomienda porque lo leyó en algún libro barato de autoayuda y le parece “bonito, lógico y conveniente” para ganar seguidores?

Mi recelo ante la actitud positivista no nace de mi soberbia, ni de mi rebeldía ante el mundo, ni de mis ganas de llevar la contraria, ni mucho menos de mi ingenuidad o de mi ignorancia. Mi actitud nace de pasar años de mi vida al lado de persona, ayudándolas a que logren superar sus problemas o a sobrellevar sus vidas.

Y en toda mi experiencia, no solo he podido comprobar que el positivismo no ayuda (salvo en ocasiones aleatorias que entran dentro de probabilidades muy bajas); sino que este puede llegar a ser TOTALMENTE CONTRAPRODUCENTE en un proceso de sanación.

Los argumentos en contra el positivismo, los pudiera presentar desde los planos emocional, energético, astral, kármico o espiritual; pero me voy a quedar en este artículo con el segundo: desde nuestras energías.

El positivismo al que me refiero es la actitud que aconsejan algunas personas (y otras desgraciadamente  adoptan) de “pensar o emitir frases opuestas al estado real en el que se sienten”.

Ante una situación difícil, un malestar o una enfermedad, se comienzan a decir cosas como: “estoy bien”, “estoy sana”, “estoy sanando”, “estoy feliz”, “la vida es perfecta”, “soy un ser de luz”, “todo está perfecto en mi mundo”, “todo pasará”, “la vida es bella, sonríe”, “mente positiva”, incluso “Dios me ama”; y un largo etcétera.

Señoras y señores, hay una regla categórica en cualquier proceso real de sanación, desde los procesos físicos hasta los espirituales, esta regla indica que:

“En un proceso de sanación, es indispensable el propio reconocimiento y la aceptación de la enfermedad, del malestar, de la perturbación o del pecado; porque únicamente desde allí se pueden trabajar las causas del problema y comenzar a sanarlas.
En el mismo momento en el  que se distrae la atención del malestar, el proceso de sanación se detiene o retrocede.” (PAGR)

Y esto es precisamente lo que produce el positivismo en la mayoría de las personas: “logra minimizar u opacar el problema”, lo que imposibilita la verdadera sanación. Siempre utilizo esta frase: “Si es poco lo que tienes (o dices tener), pues es poco lo que sanarás”.


¿Pero a qué corresponde energéticamente el “positivismo”?

Es realmente sencillo.

En cualquier tipo de enfermedad,  malestar o situación difícil, nuestro uso de energía vital aumenta; por lo tanto, nuestras reservas bajan.

Entonces, resulta indispensable ahorrar las energías que tenemos, para que sean medianamente suficientes tanto para nuestras funciones de vidas ordinarias (para seguir viviendo), como para los procesos de sanación (que requieren mucha energía vital adicional).

Si incurrimos en gastos innecesarios de energías, no solo entorpeceremos los procesos de sanación que tratan de resolver los problemas, sino que pondremos en peligro las partes que tenemos sanas.

¿Y saben qué consume mucha energía? Precisamente el asumir, forzar o creernos “estados de bienestar” cuando en realidad no los estamos sintiendo.

Como se sabe, el asumir posturas de vida, expectativas de bienestar o sensaciones de empoderamiento, se lleva a cabo desde nuestro tercer centro energético (chakra) llamado Manipura. Y este chakra, seguido por el Ajna (sexto chakra), es el que más energía consume en nuestro organismo.

Entonces, la actitud “positivista” activa nuestro Manipura; lo que consume mucho de nuestra energía vital que debería dedicarse a sanarnos. Dos más dos son cuatro; eso nunca ha fallado.


Tampoco pesimista

Pero una advertencia final para los que ya están buscando argumentos para invalidar este escrito: “No ser positivista no significa ser pesimista,

Ser pesimista tampoco ayuda al proceso de sanación, pero debido a otro mecanismo que involucra la depresión del Anahata (chakra cardíaco) que es el sistema de bombeo que permite que la energía vital entre en nosotros. Pero este sería otro artículo.

No practicar el positivismo a la hora de sanar, es simplemente asumir la situación y esforzarse; solo eso. Esto es mucho más efectivo y eficiente que autoengañarnos.


Muchos dirán que tienen pruebas de que una actitud positiva ante los problemas sí funciona; y yo les retaría a que llevaran la contabilidad real de los éxitos y los fracasos. El ser humano tiene una necesidad malsana de recordar y resaltar solo los casos de éxitos y olvidar los fracasos: Eso también es positivismo.

Otros me asegurarían que realmente se han sentido mejor siendo positivos antes los problemas; y yo les recordaría que una cosa es “sentirse mejor” y otra es “sanar”.

No te engañes nunca, sanar es una tarea muy sería que requiere de mucha atención, mucho esfuerzo y mucha energía; no te distraigas en fantasías.


Namasté

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 43 A.S. (12feb2016)
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777
Palabras-claves  positivismo, energía, sanar, pesimismo, ahorro energético.