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martes, 18 de diciembre de 2018

No es a tu manera


Autor: ShaniShaktiAnanda

Vivimos en un Universo donde no existe el caos; todo está regido por leyes llamadas, de forma general, Leyes Universales. Algunas de estas leyes ya se han comprendido paulatinamente a lo largo de la historia de la humanidad y han conformado las Leyes Físicas o Leyes Naturales, mientras que otras aún están por comprenderse. Gracias a este hecho es que la Ciencia es una disciplina del conocimiento; esta ha caracterizado algunas leyes Universales y las ha utilizado en beneficio de todos.

Y todos nosotros y todas las situaciones que nos acontecen somos partes de ese universo regido por leyes. Por lo tanto, todo lo que nos pasa está sujeto a leyes, todo pasa por algo; aunque no lo sepamos o no lo entendamos.

Estando nuestras situaciones condicionadas por estas leyes, hay cosas que nos convienen y otras cosas que no nos convienen.

De forma mística, este conjunto de leyes que rigen el universo de alguna manera representa a la Consciencia de Dios. La idea de un Dios creador y regidor del universo visible e invisible, pasa por la idea de las Leyes Universales, ya que serían estas leyes por las que el Universo se crea y se sostiene.

Pero enfoquémonos en esa parte del universo que comprende nuestra vida, específicamente en las situaciones que nos acontecen.


Vivimos en función de las Leyes del Universo

Cuando hablamos de Leyes Universales debemos pensar en cómo nos afectan, o mejor aún cómo afectamos nosotros a dichas leyes.

Como seres espirituales tenemos la capacidad de crear o condicionar a nuestra realidad. Y esta creación o condicionamiento lo hacemos a través de las Leyes Universales.

Aún sin saberlo y sin conocer las Leyes Universales, nosotros estamos sometidos a ellas y las utilizamos. Coloco un par de ejemplos sencillos.

¿Quién colocaría un vaso con agua en la superficie de la mesa que mira al piso? Pues nadie, porque el agua se derramaría y el vaso se caería. De forma práctica e instintiva colocamos el vaso de agua sobre la superficie de la mesa. Lo colocamos allí porque el vaso se mantendría en su lugar y el agua dentro de este.

Esto sucede así porque estamos aprovechando, aún sin saber, la Ley de la Gravedad. Es esta Ley la que mantiene el vaso estable sobre la mesa y el agua dentro de ella.

Un ejemplo que no nos beneficiaría es cuando alguien maneja un vehículo y toma una curva cerrada con mucha velocidad. En ese caso el vehículo se voltea poniendo en peligro de muerte a los ocupantes. También aquí estamos viviendo en función de Leyes Físicas, donde el Movimiento Circular Uniforme plantea una fuerza centrífuga que produce el accidente. Esto ocurre aunque no se sepa de estas leyes.

Lo que trato de plantear en los ejemplos anteriores es que todas las situaciones de nuestra vida (buenas o malas, de provecho o de peligro) ocurren por leyes que rigen el universo, aunque no lo sospechábamos. Y nosotros somos los que accionamos en esas leyes, aun sin saberlo.


No es a tu manera

Así que el Universo (o Dios) sabe cómo, cuándo y porqué ocurren las cosas; no es a tu manera, es a la manera de Dios.

Es típico ver a una persona sumergida en problemas que no consigue resolver, o en situaciones difíciles una detrás de otra, o en metas o sueños que lo logra concretar; y a pesar de todo su esfuerzo, las cosas como que no van.

O tal vez vemos personas que a pesar de llevar una vida aceptable, de repente le asaltan situaciones que no se explica de donde vienen.

En muchos de esos casos, estas personas simplemente “han vivido a su manera”. Vivir a su manera significa actuar en función de lo que ellas creen, de lo que han aprendido de forma personal, de lo que les parece lógico e incluso de lo que les parece justo (desde su punto de vista).

Cuando estas personas se quejan o angustian por las situaciones que viven, hay que decirles: “oye, la vida no se vive a tu manera, sino que se debe vivir a la manera de Dios.”

Vivir la vida según nuestros criterios personales puede traernos consecuencias indeseables si nuestras maneras no coinciden con las maneras que Dios tiene deparadas para nuestro bienestar.

Este tipo de personas que viven a su manera (convencidas de que lo están haciendo bien) generalmente son las que ven a los responsables de las situaciones difíciles por doquier, pero ellas no se suelen sentir responsables. Generalmente se sienten las víctimas y buscan ayuda para que les arreglen el mundo, pero sin ellas hacer cambios personales.


Entonces, ¿a la manera de quién?

Para poder vivir con menos sobresaltos y en caso de que estos se presenten se puedan resolver de la mejor manera posible, debemos vivir “a la manera de Dios”.

Lo lógico es que si creemos que Dios nos ama, pues la forma en la que Él nos invita a vivir debería ser la mejor posible para nosotros. De aquí que deberíamos vivir “a la manera de Dios”; esto quiere decir como Dios lo indica.

Pero el descubrir cómo Dios espera que vivamos no puede ser una búsqueda autodidacta ni solitaria; sino que debemos ser asistido por alguien que presente un escenario donde esa búsqueda no solo se satisfaga, sino que podamos practicar vivir de esa manera.

Ese alguien es un Maestro Espiritual, el cual debe basar sus enseñanzas en escrituras sagradas (de cualquier doctrina espiritual) y el cual proponga escenarios donde se puedan practicar (con otros discípulos) dichas formas de vivir.

En resumen: Cuando tengas tu vida con situaciones complicadas, entiende que has estado viviendo a tu manera y esta ha estado en oposición a como Dios esperaba que vivieras. Si llegas a entender esto debes buscar a alguien que te enseñe cómo vivir a la manera de Dios y cualquier situación que te aqueje comenzará a perder fuerza.

Pero esto no es fácil. Cambiar la manera en la que hemos vivido (aunque esta nos haya traído problemas) suele representar una lucha que muchas veces no estados dispuestos a perder. Asumir vivir como Dios manda y soltar nuestra maneras no se hace de la noche a la mañana, pero es urgente comenzar hoy.


Espero que se haya entendido.

Dios te bendiga.

Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original: 1082 AS. (18 de diciembre del 2018)http://www.shanishaktiananda.org
Instagram @ShanisShaktiAnanda @Unificandonos
Palabras-claves: Dios, leyes universales, situaciones difíciles, lineamientos, problemas

lunes, 6 de agosto de 2018

La función principal de un Gurú

Autor: ShaniShaktiAnanda

La idea de tener un Gurú o un Maestro Espiritual suele ser “muy loca” o incluso absurda para algunas personas; para otras personas puede ser una posibilidad lejana; pero para muy pocas personas es algo deseado.

Algunas personas imaginan que tener un Gurú es algo idílico y humanamente gratificante; y en función de esas preconcepciones, se asumen falsos escenarios de crecimiento espiritual al lado de falsos maestro espirituales.

Veamos a qué me refiero.


Función de un Gurú

Presentemos primero la etimología de la palabra Gurú.

En sánscrito, la palabra Gurú tiene muchos significados, entre estos están: “pesado”, “de mucho peso”, “largo”, “extenso”, “valioso”, “severo”, “altivo”, entre otros.

Pero generalmente se acepta la interpretación más coloquial que involucra la separación de las dos sílabas de la palabra:

El sonido “gu” hace referencia a “oscuridad
El sonido “ru” hace referencia a “eso que destruye

Por lo tanto, “Gurú” se puede interpretar como: “aquello o aquel que destruye la oscuridad”. Cuando hablamos de un Gurú como Maestro Espiritual, la “oscuridad” se refiere a la “ignorancia espiritual”.

Del significado de la palabra Gurú se extrae la función principal del mismo: “destruir la oscuridad de la ignorancia, iluminando la vida de las personas que se acercan a él; con la intención de que aflore en ellas la correcta consciencia espiritual”.

Veamos ahora cómo ilumina un Gurú.


La habitación oscura

En nuestra vida podemos tener muchas “habitaciones oscuras”. Estas habitaciones reflejan la ignorancia en algunos temas. Cuando se trata del tema espiritual, el Gurú o Maestro Espiritual es quien viene a iluminar dicha habitación.

Pero qué sucede en habitaciones que tenemos a oscuras y que por lo tanto no nos hemos ocupado mucho de ellas.

Al tratar de ingresar y encender la luz en dichas habitaciones, solemos darnos cuenta del desorden y de la suciedad que puede haber en ellas. En la parte espiritual esto ocurre mucho.

Hemos podido estar vivido escenarios “pseudo espirituales” creyendo que lo hacemos correctamente; y eso es similar a tratar de limpiar o poner orden en una habitación totalmente a ciegas.

Cuando llegamos a un Maestro Espiritual y este apenas comienza a iluminar nuestras vidas, nos damos cuenta del desorden y de la poca limpieza que tenemos a nivel espiritual; a pesar de que creíamos que estábamos muy bien.

Aquí comienza la primera reacción de la mayoría de las personas ante la presencia de un verdadero Gurú; “apagar la luz de la habitación (desacreditar o desestimar la necesidad del Gurú) y salir de la habitación cerrando la puerta (apartarse del Gurú bajo diferentes argumentos)”

Pero es tristemente común; ¿a quién le gusta que le muestren que en una habitación tan importante como la que representa su vida espiritual, lo único que hay es un gran desorden? La mayoría de las personas prefiere apagar la luz, cerrar la puerta y seguir viviendo como lo venía haciendo; haciéndose la “vista gorda”.

Y este hecho lamentable muestra la verdadera función principal de un Gurú; que no es solo enseñarte cosas, sino iluminarte “echándote en cara” el desastre que sueles tener en tu vida espiritual.

Muchos creen por el contrario que estar de la mano de un Gurú les va a hacer sentir bien desde un primer momento; y obvian el hecho de que para poner orden en tu vida y limpiar lo necesario, debes darte cuenta antes de la suciedad y el desorden que llevas. El verdadero Maestro Espiritual se va a encargar de eso constantemente, de resaltar el desorden y lo poco aseado que llevas tu vida espiritual. Y luego, gracias a que aceptaste que él te iluminara tus zonas oscuras, es que te va a enseñar como poner orden, como limpiar y sobre todo como no seguir ensuciando.


Es por esta razón por la cual siempre refiero que el crecimiento espiritual es solo para valientes. Solo los valientes son los que se atreven a que un Maestro Espiritual les señale sus propias oscuridades; son los que se dejan iluminar y no cierran sus ojos antes sus errores o debilidades; son los que aceptan aquello que salió a la luz ante un Maestro Espiritual; y son los que comienzan a limpiar y ordenar sus propias vidas.

Pero por el contrario, en nuestra sociedades modernas donde se nos vende la idea de que somos perfectos y que todo lo podemos hacer solos, nunca llegamos a iluminar nuestra zonas oscuras prefiriendo que pasen desapercibidas; y mucho menos aceptamos exponernos a alguien que puede evidenciar que no lo estamos haciendo bien.

No te dejes engañar por falsos profetas, motivadores y “pseudo maestros espirituales” que solo te dicen que lo estás haciendo bien o te aseguran que todo lo vas a lograr con tu poder interior. Esos no te están iluminando, sino que por el contrario te están “desenrroscando los pocos focos de luz que tienes” y sumergiéndote en una oscuridad peor a la que traías antes de llegar a ellos.

Dios te bendiga.

Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original: 939 AS. (27 de julio del 2018)http://www.shanishaktiananda.org
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777
Palabras-claves: Gurú, Maestro espiritual, crecimiento, oscuridad, iluminar

lunes, 23 de julio de 2018

Los favores - desde nuestras energías

Autor: ShaniShaktiAnanda

Cuando se desea estar bien integralmente (con control, sin sorpresas ni imprevistos) es muy recomendable ver la vida desde la visión amplia de nuestros planos de existencia. Y uno de los planos menos entendidos pero más importantes es el energético; para todo nuestro bienestar, incluyendo el espiritual.

Absolutamente toda interrelación humana es energética en un altísimo porcentaje, mucho más que física, mental o emocional. Esto es una realidad aunque no se entienda o no se comparta.

Incluso en las cosas cotidianas no solo estamos involucrando algunas partes de nuestro Ser de forma evidente; sino que siempre involucramos toda nuestra estructura energética.

Este es el caso de solicitar, recibir o conceder favores. Incluso recibir los favores que no se han solicitados (halagos y detalles). Comencemos con esta frase:

Nadie pide un favor para sentirse mal. Todo favor solicitado implica una solicitud de bienestar a otra persona; todo favor recibido implica una aceptación del bienestar de la otra persona.” SSA

Solicitar un favor, recibirlo o concederlo, es un acto de humanidad entendible, bien visto y que incluso puede llegar a ser altruista. Pero debemos recordar siempre que nosotros, como seres espirituales, no podemos vivir desde la visión humana de la vida; que a pesar de ser buena, lógica y conveniente; puede estar en contra de nuestra integralidad y acarrear problemas en nuestro Ser.

El bienestar en nuestro Ser está directamente asociado a nuestra energía del segundo chakra (Swadhistana). Esta energía es nuestra energía vital, la cual se utiliza para que todas nuestras funciones de vida se mantengan sanas y operativas; y adicionalmente para crecer y evolucionar espiritualmente. Por lo tanto, esta energía se debe mantener lo más limpia y lo más pura posible, lo que implica mucho trabajo intencionado en escenarios particularmente esforzados.

Y la realidad es que nuestras energías se pueden ensuciar; tanto por procesos internos propios como por contaminación de otras personas con las que interactuamos, estás menos limpias que nosotros.

Las personas interactuamos entre nosotros uniendo nuestros chakras y compartiendo las energías que correspondan en dicha interacción. Esto es un proceso automático que determina el tipo de interacción que tenemos, pero que se puede llegar a controlar con algún esfuerzo.

Cuando hablamos de pedir un favor desde el punto de vista energético, sin importar el trasfondo ni la intención del favor, lo que estamos haciendo es pedirle a la otra persona que conecte su Swadhistana con el nuestro y que nos dé de su energía de vital. Así de sencillo. visto desde el punto de vista energético.
Cuando recibimos un favor de otra persona (sea un favor solicitado o no), sin importar el trasfondo ni la intención del favor, lo que estamos haciendo es aceptar (incluso gozosamente) la conexión del Swadhistana de esa persona al nuestro y por allí aceptamos su energía.

Cuando otorgamos un favor a otra persona (sea un favor solicitado o no), sin importar el trasfondo ni la intención del favor, lo que estamos haciendo es conectándonos desde nuestro Swadhistana al Swadhistana de esa persona y por allí le damos nuestra energía.

Sea el favor que sea, siempre ocurre así, y si el favor es concedido, el solicitante termina con la energía de la otra persona en todo su Ser.

Pero ¿qué sucede si la energía del Swadhistana de la otra persona no es muy limpia? Pues que la persona pudo haberse favorecido del favor solicitado o recibido, terrenalmente hablando, pero se pudo haber comprometido fuertemente para corto o mediano o largo plazo desde todo su Ser.

Dependiendo del tipo de favores solicitados, recibidos u otorgados, la energía que se comparte puede incluir la del primer chakra (Muladhara); y recordemos que esta es la referencia de la energía del karma. Así que con una sola petición o recepción de un favor, podemos estar adoptando parte del karma de la otra persona; o si concedemos el favor le daremos de nuestro karma a la otra persona.

No voy a ser extenso aquí señalando las consecuencias de tener una energía sucia de Swadhistana, matizada muchas veces de karma; pero recordemos que podemos estar saliendo perjudicado tanto por Ley de Atracción (que se activa con la energía del Swadhistana) o por la Ley del Karma (que se activa por la energía del Muladhara)


Entonces, ¿no demos pedir ni recibir ni otorgar favores?

La idea con esta enseñanza es solo dar el contexto amplio de lo que sucede en parte de nuestro Ser cuando hacemos algo tan cotidiano como pedir, recibir u otorgar un favor. Lo que haga cada persona después de esta información es asunto de cada quien.

Pero es cierto que hay personas que, por su bienestar terrenal o espiritual, deberían tomar esta enseñanzas muy seriamente, porque de no hacerlo le puede acarrear consecuencia no deseadas en función del esfuerzo que están haciendo; consecuencias físicas/terrenales y consecuencias espirituales.

Pero en esto de pedir, recibir u otorgar favores, hay consideraciones importantes. Si hablamos de nuestra energía de Swadhistana, posiblemente estará tan limpia o tan sucia como la de nuestros familiares cercanos (hablo de los cercanos, de aquellos con los que compartimos diariamente y que son sangre de nuestra sangre, no con los familiares políticos), así que a la hora de la verdad el problema de pedir, recibir u otorgar favores a nuestro familiares cercanos sigue existiendo, pero puede ser que pedirle a no cercanos.

De forma similar es con el karma. Seguramente tenemos el mismo karma los miembros de una familia consanguinea, así que los favores entre ellos se pueden hacer sin mayor compromiso.

Pero claro está, si hay una intención de cortar las relaciones energéticas con alguna persona (sobre todo ex-parejas o amigos problemáticos) lo primero que hay que hacer es sacar de raíz la solicitud, recepción u otorgamiento de favores hacia esa persona. Suena inhumano, pero es total y absolutamente correcto desde la integralidad de nuestro Ser, es una medida que nos salvaguarda nuestra integralidad; inclusive desde la parte espiritual.

Todo esto de solicitar, recibir u otorgar favores, está claro que empeora dependiendo del favor y de la persona que lo otorga o que lo solicita. Pero estos detalles de la enseñanza los dejo para quienes tengo cerca.

Todas estas consideraciones son importantes si nos interesa la integralidad de nuestro Ser; hay que aprender a ver la vida y todo lo que nos rodea y todo lo que hacemos desde las diferentes aristas que tiene. De lo contrario podemos salir perjudicados y moriremos en el intento de vivir.

Dios te bendiga.

Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original: 930 AS. (18 de julio del 2018)http://www.shanishaktiananda.org
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Palabras-claves: favores, energía, espíritu. Karma, ley de atracción, LDA

sábado, 2 de junio de 2018

El inicio de cualquier proceso de sanación


Autor: ShaniShaktiAnanda

Ya sabemos que existen diferencias entre sanar y curar.

Curar se entiende como erradicar alguna situación personal no deseada, utilizando métodos o intervenciones externas al propio organismo. Un individuo se puede curar de alguna condición y esto no implica que haya hecho cambios positivos en su interior; por lo tanto, a pesar de estar curado se mantienen las condiciones internas que una vez produjeron la situación no deseada, pudiendo esta reincidir de manera similar o diferente en futuro.

Por el contrario, sanar implica modificar las condiciones internas de individuo que presenta a situación no deseada, no solo para tratar de resolver la situación no deseada, sino para asegurar que esta no se vuelva a manifestar de cualquier forma en el futuro, o por lo menos para disminuir dicha probabilidad. Curar sí implica entonces promover cambios o fortalecimientos internos en el individuo.

En vista de estas dos definiciones, pareciera que sanar es más importante que curar; pero la realidad es que una vez manifestada alguna condición física/terrenal/metal/emocional no deseada, ambas figuras, curar y sanar, se deben llevar a cabo de forma paralela.

Los procesos de curación se aplican a algo ya manifiesto (correctivos); mientras que los procesos de sanación se deberían llevar de forma más preventiva.


Los pasos dentro del proceso de sanación

Como sanador me toca hablar de los pasos dentro de un proceso de sanación; los mismos que se mantienen sean el plano que sea donde se desee sanar: físico/biológico/terrenal, mental, emocional, energético, astral, kármico y espiritual.

Todo proceso de sanación debe cumplir con los siguientes pasos concatenados:

Paso 0: Reconocimiento de la situación no deseada (sin evasión y sin negación). Este reconocimiento puede ser claro y evidente para la persona, aunque a veces debe intervenir un tercero (un profesional de la salud, un sanador/terapeuta o un maestro espiritual) que le señale la situación.

Paso 1: Reconocimiento de la falla, debilidad o condición interna que pudo haber ocasionado la situación no deseada del Paso 0. Aquí se debe evitar buscar culpables externos. Si bien pueden existir “detonantes externos” que activen o manifiesten la condición no deseada, si no existiera dicha debilidad interna, no se hubiera producido la condición que se desea curar o sanar.

Paso 2: Intención sincera fortalecer o de cambiar la falla o la condición interna encontrada en el Paso 1. En este paso, no solo es decir “sí, lo que me produjo tal cosa es esto que hay en mí”, sino que se debe instaurar un convencimiento total de los orígenes personales de la condición no deseada para poder comenzar a sanar con toda la determinación que se requiera.

Paso 3: El proceso de sanación en sí; el asumir los esquemas o protocolos necesarios para llevar a cabo la erradicación o fortalecimiento de las condiciones internas o debilidades que causaron la situación no deseada. Este tercer paso generalmente se lleva a cabo junto a los esquemas o protocolos de curación.


El Paso 1 – el verdadero inicio de la sanación

Aunque suene redundante decirlo el verdadero inicio del proceso de sanación es el Paso 1 (primer paso luego de reconocer la situación no deseada).

Este paso plantea cosas vitales, como el reconocer que el origen de la situación no deseada no está fuera de nosotros, sino dentro.

Este reconocimiento es indispensable ya que las posibilidades de arreglar algo aumentan muchísimo si ese algo lo tenemos en nuestras manos, cerca de nosotros o en nuestro interior. Sería muy difícil sanar o virtualmente imposible hacerlo, si los “culpables” o responsables son los demás.

Este paso indispensable de reconocimiento de nuestras fallas tiene incluso soporte bíblico. Está representado por lo que suele conocer como “el proceso Juan el Bautista”. Este personaje bíblico tenía como misión particular la de “señalarle a la gente” (muchas veces de forma nada agradable) las fallas, las ligereza o los desatinos en las que estaban incurriendo como paso previo a un proceso de sanación espiritual (representado por las enseñanzas cristianas). No solo el señalarles las fallas, sino que les invitaba a reconocerlas.

De echo Juan el Bautista no era un personaje muy querido en nuestra historia sagrada, ya que a nadie le gusta, ni entonces ni ahora, que le señalen sus responsabilidades o fallas internas; y mucho menos si ya está sumergido en la situación no deseada.

Pero desafortunadamente este paso es indispensable para aumentar las posibilidades de sanación.


Nuestras sociedades modernas lo piensan diferente. Cuando una persona se enfrenta a una situación no deseada, se le envuelve en un aura de positivismo y sobre protección que lo aísla del paso de reconocer sus fallas o debilidades. La frase de “pobrecito, no le digas nada ahora que la está pasando mal”, nunca ha ayudado a nadie.

Si observamos el Proceso Juan Bautista desde el punto de vista energético el reconocer las debilidades personales prepara principalmente al chakra base (por molestia o por arrepentimiento) para comenzar a manejar una mayor energía para los procesos de sanación y de curación.

Si lo vemos desde el punto de vista kármico (a lo mejor el aspecto más interesante e impactante de este Paso 1) el dolor generado por el reconocimiento de nuestra responsabilidad en la situación que nos aqueja, comienza a sanar desde ese mismo instante el karma asociado a dicha situación. Claro, hablo del dolor manejado con arrepentimiento y propósito de enmienda, no del dolor lastimero de “que desgraciado y poca cosa soy”.

Si te encuentras a un verdadero sanador que te pretenda ayudar en una situación desagradable, lo primero que él va a ser es centrarse en este proceso.

Y aun más si tienes un maestro espiritual, en este caso lo vas a ver a él como al ser más cruel y sin corazón que se haya cruzado en tu camino.

Por eso, a los maestro, espirituales de verdad muchas veces y en algunos momentos pasan de ser seres angelicales a casi seres despiadados. El amor por sus discípulos así lo requiere, a pesar de arriesgarse a perder el cariño y el aprecio de ellos.

Claro está, hay formas de formas de decir las cosas; y a veces no lo hacemos de la forma más apropiada. Pido disculpas públicas por las veces que he sido yo
.
Dios te bendiga.

Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original: 884 AS. (02 de junio del 2018)http://www.shanishaktiananda.org
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Palabras-claves: Sanación, curación, maestro, karma, juan, bautista, jesucristo

jueves, 12 de abril de 2018

Los diferentes apelativos de Nuestro Señor

Autor: ShaniShaktiAnanda

Para cualquier cristiano que haya tenido una aceptable formación cristiana, ya encontrará que algunos “códigos secretos” en nuestra Santa Biblia, no son tan secretos.

Para los “no cristianos” (incluso aquellos que dicen serlo pero que nunca se han ocupado de serlo) dichos códigos no tienen sentido. Cuando uno los aprende de un Maestro Espiritual, la importancia de dichos códigos le da el sentido completo a las enseñanzas espirituales de la doctrina.

Uno de esos ex-códigos secretos es la forma en que se hace referencia a Nuestro Señor Jesucristo durante su vida en esta tierra.

La vida de Nuestro Señor tuvo tres etapas en su historia sagrada: su etapa de Jesús de Nazareth; su etapa de Jesucristo y su etapa de el Cristo. Cada etapa marca el apelativo con el cual es correcto referirse a Él.

La etapa de Jesús de Nazareth se puede enmarcar desde su nacimiento hasta su bautismo en el río Jordán por Juan el Bautista (Juan 1,29-34). En este tiempo, Jesús, a pesar de ser el elegido, se desempeñaba como una persona normal ante los ojos de terceros; amén, a sus momentos particulares de divinidad y a la formación que recibía.

La etapa de Jesucristo (o de Jesús el Cristo) es doble: la primera como Jesús de Nazareth con Escencia Crística Manifiesta (desde su bautismo hasta el final de los cuarenta días en el desierto - Mateo 4, 1-11) y como Jesús de Nazareth con Escencia Crística Manifiesta y Asumida (desde los cuarenta días en el desierto hasta su crucifixión - Lucas. 23, 44-46)

Y la última etapa de el Cristo se observa claramente cuando los apóstoles ya comienzan a estar de su cuenta, luego de la crucifixión; cuando Jesús de Nazareth ya había salido de escena y se debía seguir dando las enseñanzas pero bajo la figura del Cristo. Para esta etapa se comprende que las enseñanzas cristianas pertenecen a la Escencia Crística y estas trascienden momentos y personajes históricos; sin desmerecerlos.

Si se observan las Cartas de Pablo y otros documentos de otros apóstoles, vemos que se hace referencia “al Cristo” a la ora de dar la enseñanzas. Y si en alguna se hace referencia a Jesucristo, es para unir la narración a hechos puntuales de la historia sagrada.


Pero las diferencias anteriores son sencillas. ¿Qué tal si hablamos de otras definiciones más ocultas? Por ejemplo, los nombres que se le dan como: “Hijo del Hombre”, “Hijo de Dios”, “Cordero de Dios”, “El Nuevo Adán”...


Hijo del Hombre

Uno de los apelativos que más me gusta, porque el solo nombre viene a aclarar mucho del fundamente místico de cristianismo, es el de “Hijo del Hombre”.

Si buscan referencias cristianas eclesiásticas (no místicas), verán que muchas apuntan que este nombre tiene un sentido de humildad de Jesucristo... “que se iguala a cualquier ser humano...”

Jesucristo podía ser humilde en muchas cosas, sobre todo aceptando los designios de su Padre, pero nunca desconocía su divinidad. Él abiertamente hablada de “Su Padre que está en las Cielos”. Así que la explicación eclesiástica, por salir del paso, de humildad humana de Jesucristo no tiene fundamento.

El apelativo de “Hijo del Hombre” tiene que ver mucho con el Génesis.

Estamos claros que el Génesis relata metafóricamente el proceso de creación del universo perfecto, con la dualidad integrada (masculino+femenino; bien+mal), es decir, con “no-dualidad”. Luego presenta la pérdida de la “no dualidad” y las posteriores consecuencias de este hecho.

Pero pregunto ¿alguien aún cree que ese relato describe como nació la “raza humana”? Espero que no.

Creer que el Génesis habla de la raza humana, es creer que la Tierra es el único lugar del universo donde existe vida creada por Dios. La raza humana no es ni la única creada ni la primera en el universo. Eso ya se superó hace cientos de años.

Entonces, cuando en la Biblia se hace referencia a “Hombres” ¿a caso se refiere a “seres humanos”?

Hay un pasaje del Génesis que siempre presento:

Génesis 3:22 (TLA)

y dijo:
«Ahora el hombre y la mujer son como uno de nosotros, pues conocen el bien y el mal. Si llegaran a comer algún fruto del árbol de la vida, podrían vivir para siempre».

En este pasaje el “nosotros” no hace referencia a las tres Divinas personas como algunos apuntan. El “nosotros” se refiere a los creadores de Adán; por lo tanto a los Padres de Adan, o a “Dios Padre”. Algunos de ustedes que llevan tiempo conmigo ya saben que “Dios Padre” es un concepto diferente a “Dios”; y Jesucristo lo diferenciaba muy bien cuando los usaba de forma diferente refiriéndose a “Dios” o refiriéndose a “mi Padre”

A veces, a Jesucristo se le hace referencia como el “segundo Adán”; es decir, que fue creado por esos “nosotros” mismos.

Por lo tanto, esos “nosotros” son los “Hombres”

Cuando se hace referencia al “Hijo del Hombre”, se está indicando ese proceso promovido por “los Hombres” (no-seres humanos) que estando más cerca de Dios, “dan a luz” (así como un padre) a ese Ser Especial que encarnará a la Escencia Crísitica Manifiesta: al “Hijo del Hombre”.

El “Hijo del Hombre” es el que ha de venir las veces que fueran necesarias como el soporte necesario para que el misterio del “Dios hecho Hombre” se pueda producir.

Disculpen, sé que puede resultar confuso; pero he explicado más que la Bilia y que todas las iglesias juntas. Apara aquellos de ustedes que hayan estado por años conmigo, esto será solo un apunte de clases.


Los otros nombres para el Cristo quedarán para posteriores escritos.

Dios les bendiga.

Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original: 831AS. (11 de abril del 2018)http://www.shanishaktiananda.org
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Palabras-claves: Cristo, Hijo del Hombre, Jesús Nazareth, Jesucristo