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domingo, 24 de agosto de 2014

¿Qué quiere Dios que yo haga por Él?



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
 
Primero lo primero. Esta pregunta, y por lo tanto este artículo, es pertinente únicamente para las personas que sienten que Dios es importante en sus vidas. Para aquellas persona para las cuales la espiritualidad o la religión son platos de segunda mesa o simplemente formas de salir de atolladeros (o para algunos simplemente “perder de tiempo”), les digo que bien pueden dejar de leer ahora; no se perderán de mucho.

Ahora sí, a ti; que posiblemente te ha abordado en algún momento alguna preocupación sobre cómo enfocar tu vida, no solo para tu ser egocéntrico, sino con la idea de que Dios también espera algo de ti. Muchas veces la respuesta no llega de forma inmediata.

En tanta espera o en tanta búsqueda, a veces seguimos clichés como: dar limosnas, asistir a misa, orar, hacer trabajo social voluntario, etc. Nada de esto es despreciable y definitivamente debemos continuar haciéndolo; pero a veces no son suficientes, o se tratan superficialmente, o no están a nuestro alcance, o se ven limitados por nuestro campo de acción. 

Otras veces se asumen acciones extremas de abandonar muchas cosas “terrenales” y dedicarse a actividades más “sutiles”. Con la correcta formación espiritual, la actitud y el compromiso necesario, esta forma de servir a Dios resulta muy útil y efectiva.  Pero el problema es que la mayoría de las personas no cumplen con alguno de esos tres requisitos.

Aún así, hay una gran franja central de actividades de vida donde podemos servir a Dios de forma acertada. Y esa franja central abarca, en principio, cualquier tipo de actividades que cumplan con unos pocos requisitos muy claros.
 
Gracias a esto, dedicarle tu vida a Dios se puede hacer desde cualquier ámbito o actividad de vida, siempre y cuando:


1.      No sufras tú. No te expongan a situaciones o acciones donde el sufrimiento esté evidentemente manifiesto o sea potencial. La idea de “mártir moderno” no existe. Un verdadero mártir está tan ganado a la aceptación de una situación como voluntad de Dios, que simplemente no sufre (ni se queja, ni busca que la cosas sean diferentes). El sufrimiento personal, con o sin intención, o con o sin argumentos; está manejado por la Ley de Atracción. Aunque no le creas, aunque no la aceptes, aunque no la sepas; estás sometido a ella. Puede bendecir tu realidad o destruirla.
Nota: Dios por todos los medios no tolera que sus criaturas sufran. Recuerden que el sufrimiento se define como “el dolor que se extiende penosamente en el tiempo”.
Dios no excluye que nos duelan situaciones; un dolor nos puede servir de alarma indicando que debemos hacer las cosas diferentes o de aviso que debemos aprender algo de esa situación dolorosa. Pero cuando se trata de sufrimiento; tanto hacer sufrir al otro como el autosufrimiento es contraespíritu.
Además cuando tú sufres, siempre alguien está sufriendo por nuestra causa; y entonces violamos la segunda condición.

2.      No hagas sufrir a los demás. Aún en las actividades donde se penalizan acciones inapropiadas, el sufrimiento que se genera en los otros debe ser el mínimo necesario; debiéndose proveer herramientas para que se aprenda de las acciones inapropiadas y el sufrimiento no se vuelva a repetir o se eviten sufrimientos subsecuentes.
Es mucho más cierta esta condición cuando el sufrimiento que se propina al otro es “gratis”. El sufrimiento producido a los demás: con o sin intención, o con o sin argumentos, está manejado por la ley de Acción y Reacción (Karma). Aunque no le creas, aunque no la aceptes, aunque no la sepas; estás sometido a ella. Puede bendecir tu realidad o destruirla.

3.      Mantén a Dios siempre en tu mente, hagas lo que hagas. No significa mantener la idea infantil de que Dios es bueno y que me quiere y me protege. Mantener a Dios en la mente es sopesar cada acción y cada actividad que hagas, bajo lineamientos espirituales válidos, coherentes y consistentes; estos dentro de alguna enseñanza espiritual/religiosa. De aquí nace la idea de “hacer lo correcto” pero en el ámbito espiritual. Si no tenemos esos lineamientos claros; “lo correcto” termina siento lo que nos conviene nosotros (de forma egocéntrica), o a nuestro grupo (de forma conveniente), o lo que aprendimos o lo que esté de moda en el momento. Y definitivamente esta “correctitud” humana/terrenal sesgada, puede estar totalmente divorciada de lo que Dios espera de nosotros.

4.      Mantén a Dios en tu corazón, hagas lo que hagas. En otras palabras metafóricas, enamórate de Dios. Prioriza en tu vida tu actuación en función de Dios, considéralo importante, como a un novio/novia dedícale tiempo; la cosa no eres solo tú, también es Dios. En cualquier momento puedes morir y lo que hayas cultivado de Él es lo único que te va a servir:
Tanto la inteligencia, como el intelecto, como lo aprendido, como el dinero, como el poder, como el renombre; terminaran apenas muera (y créeme que puede ser en cualquier momento). ¿Vas a esperar morir para ver si esto es verdad? Yo siendo tú, no lo haría.

Si nos fijamos, el tema de lo que Dios quiere que hagamos por Él no es difícil de resolver. Son solo cuatro los puntos que debemos evaluar en nuestras acciones de vida para, de esa forma, asegurarnos que estamos sirviéndole a Dios.

¿Un nuevo enfoque para ti? Yo no estoy inventando nada; solo te estoy presentando de otra manera aquello que algunas vez se nos dijo: “Amarás a Dios con toda tu mente, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10:27)

Puedes servir a Dios siendo niño, joven, adulto o anciano; estudiante, empresario, ama de casa, comerciante, ingeniero, artista, médico; religioso o laico; estés empleado o desempleado; millonario o pobre; sea donde sea que estés viviendo; sea lo que sea lo que te esté sucediendo; o seas de la religión que sea.

Y bueno, servir a Dios puede o no traer riquezas terrenales, servir a Dios puede o no traer reconocimiento social y fama; pero lo que siempre trae es algo que no se consigue de ninguna otra manera: trae “paz espiritual”, aún en las situaciones más difíciles. Esa paz es la que te ayuda a levantarte y seguir adelante con el corazón limpio cuando te caes; esa paz es la que te permite dormir tranquilo; y esa misma paz es la que añorarás de no tenerla en el segundo antes de morir.

Tú decides.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 12 de agosto del 2014.
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 Palabras paz, espiritual, amar, prójimo, hacer, correcto, correctitud, sufrimiento, dolor, dios, actitud,

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