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sábado, 16 de agosto de 2014

La escencia espiritual femenina poniendo orden



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Dentro de todos los esquemas de crecimiento espiritual está la noción de una escencia femenina. Dicha escencia espiritual se relaciona en mucho con esa “parte maternal” que puede no solo enseñar a sus hijos, sino ayudarlos en el momento que lo requieran.

Tenemos así, como ejemplos de dichas escencias espirituales, las presentaciones de nuestra Madre La Virgen María en el cristianismo, de Madre Durga/Kali en el hinduismo o de la representación de las diferentes Tara en el budismo.

Si bien todas tienen representaciones iconográficas diferentes, e incluso algunas parecieran hasta opuestas; el fondo, la enseñanza espiritual que se encierran detrás de ellas es la misma.

Pero sigue siendo una constante que cuando llevamos una vida espiritual de forma personal o a la ligera, solo vemos en las enseñanzas las características que nos convienen. En la esencia femenina se suele ver a una persona o a un ser frágil, puro cuidado, puro amor, incapaz de reprender a nadie y capaz de perdonar todo. Y solo una verdadera madre sabe que a veces debe reprender muy fuerte, obligar incluso a sus hijos a hacer ciertas cosas; porque nos solo quieren que sus hijos se sientan bien en el momento, sino que los prepara para un futuro próspero. Esto lo hace procurando su crecimiento, su progreso, su desarrollo, su fortalecimiento; para que se formen hombres y mujeres de bien.

Como un simple ejemplo, recordémonos de niños sin la conciencia de que ir a la escuela es necesario para el futuro, o bañarnos para la salud, o comer bien para nuestro crecimiento, o que la responsabilidad es necesaria para todo en la vida. Si extrapolamos esas concepciones infantiles que generalmente se tiene de nuestras madres espirituales, tendríamos respuestas tales como:

-          “... bueno hijito mío, no importa. Si no quieres ir al colegio quédate aquí en casa conmigo, jugando...”
-          “... está bien mi cielito, no llores, no te bañes más nunca...”
-          “... ¡uy! ¿no te gusta la comidita sana? No importa, pero por lo menos como todo el helado que te provoque...”
-          “... ¿te fue mal por no hacer la tarea y por gritarle al profesor? ¿y el profesor te regañó?... no te preocupes mi retoño, el profesor es el malo y seguro no te quiere. ¡Uy!, hasta pueda que tenga el “diablo adentro”
¿Exagero? ¿Cuántos de ustedes se ha imaginado a nuestra Virgen María reprendiendo fuertemente a alguien por no haber hecho las cosas bien? ¿Acaso como buena madre no debería hacerlo? ¿O simplemente es una “alcahueta”?

Solemos creer en una madre espiritual “espumita”; pero no creemos en una madre espiritual aleccionadora y con deseos de que sus hijos crezcan fortalecidos.

A esta idea surgen argumentos aún más infantiles, como que la virgen “enseña con cariño”, que “ella no necesita regañar”. Pero el tema es que nosotros “no aprendemos con cariño”; (a veces ni a los golpes) y la mayoría de las veces “sí necesitamos jalones de oreja” que nos hagan despertar de nuestros comportamientos espirituales inapropiados.

A ninguna madre le gusta ser rígida con sus hijos; pero créanme que al momento de serlo, una buena madre lo es como ninguna; y eso no desmerita el amor que le tiene a sus hijos.

La ingerencia de la escencia femenina hoy en día

Ya presentada muy superficialmente a la escencia femenina; se pueden imaginar lo que yo me asusto al ver que alguien le pide asistencia.

Con mucha seguridad la persona cree que ella va a venir “a cubrirlo con su manto” y a evitarle el sufrimiento; y a lo mejor llega regañándole y dándole un peñisco (simbólicamente hablando) para hacerles ver los errores que se han estado cometiendo y que ha causado dicho sufrimiento. Todo esto con el único fin de que se dé cuenta, lo corrija y que “se ponga serio y comience a hacer las cosas bien”.

Pero, ¿acaso es eso lo que está pasando hoy en día? En realidad lo que describí anteriormente pasa siempre. Solo que los estudiosos místicos hablan de ciclos evolutivos (de crecimiento) que la humanidad atraviesa; y en algunos de ellos las diferentes escencias espirituales marcan la enseñanza que deberíamos aprende y utilizar.

Si vamos al hinduismo, recordamos que estamos en lo que se conoce como la Era de Kaliyuga (ya lo he dicho en otros artículos). Esta Era está marcada por la lucha simbólica de la escencia espiritual femenina (Madre Durga) en contra del Diablo. Para nosotros los cristianos es exactamente la misma imagen de la Virgen María pisando la cabeza de la serpiente (presentada desde el Libro del Génesis).

Y el planteamiento de esas imágenes, o cuando se argumenta que esta es una era Mariana o de Kaliyuga; lo que significa principalmente es que las enseñanzas espirituales planteadas por la escencias femeninas son las únicas que pueden hacernos salir con bien de los asuntos complicados. De esa forma ayuda nuestra Virgen María, con sus enseñanzas, no con su varita mágica.

Si aplicamos lo que María (como escencia femenina cristiana) enseñó y en particular con su ejemplo, pues saldríamos adelante de los problemas de esta Era.

Quisiera poder escribir las tres horas que dura una de mis charlas “marianas”, pero es imposible; espero algún día vernos en alguna de ellas. Pero sí voy a esbozar aquí, muy por encima, cuál es el basamento de una escencia espiritual femenina y cómo se presenta su enseñanza.

Pudiera tomar la imagen de Madre Kali (hinduismo) para la explicación de lo que enseña la escencia femenina, ya que se entiende mucho más claro y fácil; pero creo que más de un lector se asustaría. Así que tomaré la imagen de La Virgen María; que al final de la explicación serán, a nivel operativo, igual de terrorífica para algunos.


¿Contra qué lucha la escencia femenina?

Lo primero es identificar en una situación difícil, cuál es objeto contra el cual la escencia femenina debe luchar o debe protegernos. Es aquí donde el simbolismo del diablo aparece.
Nuevamente es muy infantil pensar en el Diablo como un Ser. Primero porque lo limitaríamos mucho y sabemos que por el contrario él es muy astuto y poderoso. La forma correcta de entender al Diablo es como un concepto: todo lo que nos produzca malestar puede ser enmarcado como diabólico. De esta forma, podremos identificarlo donde quiera que esté y así luchar contra él.

Entonces, las enseñanzas espirituales dejadas por nuestras madres espirituales, las cuales simbólicamente se enfrentaron al diablo; son las únicas propicias para luchar contra “todo eso que nos da malestar y nos quita la paz”. ¡Eureka! Iluminación para muchos. La cosa apenas comienza.

¿Dónde está el diablo?

El asunto fuerte ahora que tenemos esa claridad, es identificar eso que nos hace daño.
Otra de las cosas que suelo repetir es la máxima espiritual que plantea que si queremos sanar o crecer espiritualmente debemos dejar de buscar al enemigo afuera de nosotros.

Tenemos una tendencia evasiva por la cual, cada vez que nos sentimos mal, buscamos a los culpables entre los que están a nuestro alrededor. Esto es totalmente lamentable y desafortunado, porque nuestro bienestar parecería depender siempre de los demás y nunca de nosotros mismos.

Si siempre encontramos culpables en los otros,  estamos declarando que somos incapaces de ser felices o mejorar por nuestra cuenta; dependerá siempre de los demás. ¿Triste no?
Pero cuando buscamos sanar apuntando a un bienestar integral real, descubrimos el verdadero secreto de la paz interior: “debemos fortalecernos hasta el punto en que no sintamos que lo de afuera perturba nuestro interior”

Esto no significa (lo he repetido mil veces) que debamos volvernos insensible hacia nuestro exterior. Por el contrario; si queremos ayudar a las situaciones desafortunadas que suceden  a nuestro alrededor, seremos más efectivos  y certeros si lo hacemos en un estado de mayor paz. Si nuestro interior se vuelve tan o más caótico que el mismo exterior: con rabia, con resentimientos, con frustraciones, con miedos; ¿a quién podremos ayudar? si tal vez estamos iguales o peores que los que afuera; ¿qué queremos arreglar? si no podemos siquiera poner orden ni a nuestros propios sentimientos.

Parecería una utopía, pero realmente se puede comenzar a conquistar hoy mismo esa fortaleza; con “crecimiento espiritual” no hay otra forma... De eso ya he hablado antes.
Con todo esto, vemos que para sanar y estar cada vez mejor, debemos enfocarnos en fortalecernos nosotros mismos.

Es lo que tenemos dentro como debilidad; o en otras palabras nuestra actitud personal equivocada ante la vida; lo que en realidad nos puede dañar.

¿Dónde está el diablo entonces? ¿Fuera de nosotros? ¿O dentro?

Aquí ya, algunos de ustedes pueden estar a punto de indignarse con estos planteamientos que estoy dando; pero les invito a que vuelvan a leer todos los párrafos anteriores y se den el tiempo para digerirlo; porque ahora sí viene lo bueno.

Esos de ustedes que están a punto de dejar de leer, seguramente son de los que dicen conocer la Santa Biblia. Les invito entonces a que recuerden cuando Jesús se enfrentó al Diablo en el desierto. Pregunto yo: ¿Jesús estaba con otras personas en el desierto o estaba SOLO? ¿Jesús se enfrentó con el diablo cuando estaban otras personas con Él? ¿Jesús tenía alguna situación de interacción humana mientras estaba en el desierto?

Lamentablemente no se termina de entender el simbolismo básico de las sagradas escrituras.

Cuando se nos plantea que Jesús se enfrentó con el diablo estando solo en el desierto, se nos enseña a que el diablo no está en las demás personas (allí no había más nadie) y ni siquiera en las situaciones de vida (nadie le estaba haciendo nada a Jesús); si no, que el diablo aparece desde adentro, que está en nuestro interior. Esto, es cristianismo básico.

¿En qué parte de nuestro interior?

Veamos. Aquí es cuando voy a tener que resumir bastante las enseñanzas espirituales desde la escencia femenina; ya que lleva años entenderla, internalizarla y adoptarla como estilo de vida. Pero usaré algunas imágenes conocidas para ayudarme.

Supongámonos estar frente a alguna situación problemática. Escojamos alguna sencilla para comenzar. Lo primero que debemos hacer es reconocer que nos sentimos mal ante esa situación. Esto no es difícil.

Lo segundo es definir cuándo “sufrimos” la situación. Aquí hay que recordar la diferencia entre el “dolor” y el “sufrimiento”. El “dolor” es una sensación natural, humana, a través de la cual reconocemos a algo difícil o complicado en nuestra vida. El “sufrimiento” es cuando ese dolor pasa a ser prologado en el tiempo y se convierte en un foco de perturbación constante que nos va destruyendo progresivamente o va mermando nuestro bienestar.

Cuando no se tienen las herramientas, las fortalezas o las actitudes personales apropiadas para tratar con algún dolor; este termina convirtiéndose en sufrimiento y esto es lo pernicioso.

Si ante una situación ejemplo, nos tomamos la tarea de identificar “desde dónde sufrimos” o mejor aún “qué parte de nosotros es la que sufre”; siempre encontraremos que es una parte de nuestra “personalidad humana” la que se siente herida. Eso se suele llamar en algunos círculos el “ego”; yo suelo llamarlo el “egocentrismo” (he dado los argumentos en distintos escenarios).

Sea como sea; encontraremos siempre que algunas situaciones o algunas personas que definimos como “malas”, únicamente lo que hacen es herir esa parte de la personalidad que creemos “muy importante” para nosotros.

Ejemplos de trozos heridos de personalidad

Si en un trabajo un jefe me trata mal, podemos pasarla muy mal y sufrir. En este caso lo que sentimos herida es esa parte de nuestra personalidad que se identifica con “Yo trabajador”.

Si no tenemos un concepto amplio de los que somos, más allá de “Yo trabajador”; pues nuestro sufrimiento será grande; porque nos estaremos sintiendo agredidos en casi la totalidad de lo que somos.

Bastaría comprender que somos más que eso (dejar el egocentrismo de trabajador estrella) para disminuir el sufrimiento.

Esto no quiere decir que debe dejarnos de importar las amonestaciones de nuestro jefe; no estoy hablando de personas inmaduras. Una persona capaz de entender este concepto, debería tener una altura espiritual tal que corresponda a una responsabilidad sobre sus actos y una corrección de lo corregible.

Si simplemente nos quedamos con “nuestra parte de personalidad herida”, quedamos como niños sufriendo, hablando mal de jefe, quejándonos por toda la empresa; en fin,  destrozándonos la vida.

Como otro ejemplo. Si nos sentimos mal por un conflicto de relación de pareja; estaremos sufriendo desde una parte de nuestra personalidad donde nos reconocemos como “pareja ideal”. Bastaría reconocernos a nosotros mismo y al otro como personas perfectibles para que el sufrimiento disminuyera y así tener oportunidad de resolver la situación.

En cada situación de sufrimiento hay una parte de nuestra personalidad humana que se siente herida (“pobrecita, el mundo esta en contra de ella”); Si aprendemos a fortalecernos, pues esas partes dejarán de ser tan “frágiles” y por lo tanto sufriremos menos por lo que las personas nos hagan o por lo que nos suceda.

Claro está, el reconocimiento de esas partes frágiles no es sencillo. Requiere de mucho conocimiento interior y aun más de sinceridad. Pero siempre el proceso de reconocimiento comienza cuando dejamos de buscar “culpables afuera”; porque cuanto más veamos hacia afuera, menos lo hacemos hacia nuestro interior.

Recordemos ahora la celebre frase de Jesús que enmarcaba todo esto como enseñanza a la hora de enfrentar situaciones difíciles: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” (Mateo 16:24)

Esto es lo que significa “negarnos a nosotros mismos”; que busquemos esas partes de nuestra personalidad humana que se sienten heridas y que no le demos más importancia de la que tienen, que no hagamos una apología del sufrimiento con ellas. No es desconocer lo que sentimos, es darle un enfoque espiritual a la situación; por eso es que termina la frase con “...sígueme” (a Jesús, a sus enseñanzas)

¿Qué pasaría si a nuestra personalidad humana la comenzáramos a sustituir por la consciencia divina de que somos “hijos de Dios”? Quiero decir antes que trabajadores, parejas, ciudadanos, etc.

Ser “hijos de Dios” no excluye ser trabajadores (y de los buenos), parejas (y de las amorosas), ciudadanos (y de los más responsables) pero si nos aleja un poco del sentirnos frustrados cuando esos trozos de personalidad humana se hieren.

Usando imágenes

Hasta aquí llego con el intento de explicación teórica. No espero ni remotamente haber tenido la habilidad de explicarme lo suficiente para que me entendiera. Si consiguieron algo, el mérito es de ustedes. Ahora vamos a usar unas imágenes.

Todos los cristianos tenemos en nuestras figuras espirituales ejemplos de como actuar ante las adversidades. Y así deben ser tomadas; no solo debemos escuchar y seguir lo que ellos dijeron, sino ver cómo actuaban e imitarlos; porque sus acciones son parte de su enseñanza.

Con nuestra Virgen María sucede lo mismo. No solo sentirla todo amor, sino ver cómo era su actuación y honrarla, llevando nosotros una actitud de vida similar a la suya.
Y es precisamente en nuestra Virgen María donde tenemos esa enseñanza de “negación a sí misma” de forma palpable.

Hubo varias, posiblemente muchas oportunidades donde La Virgen María se tuvo que olvidar de lo que ella era terrenalmente y asumir su espiritualidad. Incluso ella pudo haber tenido esos trozos frágiles de personalidad humana, que si no los hubiera supeditado a su consciencia de Dios, la historia hubiera sido otra.

Gracias a eso ella pudo mantener su paz (con el dolor correspondiente, pero sin sufrimiento) que le permitiría a Jesús cumplir con su misión y a ella llegar directo al Cielo.

Recordemos solo dos de esas situaciones donde María se negó a sí misma.

La anunciación:
La Virgen María, ante el aviso del ángel Gabriel de que quedaría embaraza por “extraño mecanismo”, se olvidó de su personalidad de “mujer respetable ante la gente”, de “mujer que debía honrar a su esposo”, del “qué dirá la gente”, de lo que significaría “tener un hijo con tanta responsabilidad peligrosa”; para termina diciendo: “he aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.” (Lucas 1:38)

La crucifixión:
Viendo a su hijo Jesús siendo crucificado; con todo el dolor de una madre en ese momento, ella pudo haberse sentido herida en su parte de la personalidad de “madre terrenal” y haber comenzado a tirar piedras, golpear, quejarse, insultar a sus acusadores, etc.

Pero ella, en vez de eso, negó su personalidad de madre y aceptó su rol divino de Madre del Hijo de Dios. ¿Sintió dolor? Claro que sí; ¿sufrió? Pues no; porque no se echó a morir ni quedó con el resentimiento ni con el rencor, ya que se levantó y siguió con su tarea al lado de los apóstoles.

Tanto en el budismo como en el hinduismo se encuentran enseñanzas e imágenes similares; las enseñanzas de la escencia femenina son consistentes.

Volviendo a nuestro aquí y a nuestro ahora

Pero todo esto ¿cómo lo podemos conjugar con nuestra realidad actual?

El título de este escrito refiere a la escencia espiritual femenina poniendo orden donde no lo hay. Hablamos también que vivíamos en una época donde esa misma escencia femenina era la que regía a la hora de ayudarnos espiritualmente.

Hoy en día, una de las cosas notables es el derrumbe de situaciones de vida, personales y grupales: matrimonios, trabajos, grupos, sociedades, países, etc.

Si observamos bien, en todos estos escenarios que se están derrumbando, han regido esos trozos de personalidades humanas; es decir el egocentrismo.

Si está establecido que podemos servirnos de la escencia espiritual femenina para solventar los problemas actuales; pues la enseñanza básica sería “negarnos a nosotros mismos”

Y no es solo servirnos de esa ayuda, sino que es la motivación principal de aprendizaje. Esta época es la más propicia para aprender esa negación de nuestro egocentrismo que causa sufrimiento.

Es como si tuviéramos todos que ver esa materia en una universidad. Tenemos a seres con escencia espiritual femenina como profesores y guías. Ya se dio la teoría, ya se han hecho algunas prácticas, y ahora estamos presentando exámenes finales.

La única forma de salir bien y aprobar dichos exámenes, es ejerciendo la negación de ese “sí mismo terrenal”. Hasta que no lo consigamos, seguiremos en exámenes continuos.

Dichos exámenes no son otros que las diferentes situaciones de sufrimiento donde serviría ejercer esa enseñanza de escencia femenina.

“Virgencita, ayúdame y resuélveme la situación” ¿Tú crees que tu madre, que necesita que tú aprendas, te va a eximir de la práctica o del examen?

Por el contrario; esas energías de escencia femenina que queremos involucrar en nuestras situaciones de sufrimiento, pueden evidenciar más y más el malestar. Y esto no como castigo, sino para que tengamos la oportunidad de reconocer en dónde está la falla y  abocarnos a sanarla.

Si se nos exonera de vivir dichas situaciones, nunca vamos a aprender, nunca vamos a fortalecernos; y nuestra madre no quiere criar muchachos debiluchos, enclenques e inservibles que vayan por el mundo lloriqueando y quejándose de lo que la gente les hace o de si “lo miran feo” o “si no lo quieren”.

Respetar lo que en realidad somos

En las situaciones donde sufrimos, nos encontrarnos defendiendo a capa y espada trozos de nuestra personalidad humana; las mismas que no corresponden con lo que somos realmente a nivel espiritual.

¿Cómo entonces va a ayudarnos la escencia femenina? Pues sacudiendo esos escenarios donde estamos actuando más como humanos que como seres espirituales.

Lo pongo de esta forma. Si hoy en día vivimos en posturas egocéntricas (el miedo es egocentrismo) formando castillos y habitando dentro; olvidando así lo que realmente somos a nivel espiritual; pues lo que corresponde es derrumbar dichos castillos.

Este derrumbe lo hace la escencia femenina. El propósito es que reconozcamos nuestras debilidades espirituales; las cuales muchas veces se ocultan con una “altivez” humana fácilmente “frustrable”. Estos “sacudones” causan dolor a nuestra humanidad, la cual se sentirá desalojada del castillo.

¿Qué hacer entonces? Sustituir esa fragilidad humana por la correspondiente fortaleza espiritual.

Más sencillo. Si vivimos, por ejemplo, en relaciones de pareja desde conveniencias personales, sosteniendo dichas relaciones desde necesidades y miedos humanos; lo que le corresponde hacer a la escencia femenina es crear malestar en dicha relación como un llamado de atención para que lo hagamos mejor. Si no prestamos atención al llamado, la relación llega a un punto insostenible. Si no aprendemos, volveremos con otra pareja a una relación similar que también terminará destruyéndose.

La idea tampoco es salir corriendo como los tres cerditos del cuento, cada vez que una de las casas se derrumba. La idea inicial es reconocer qué parte de nuestra humanidad se está sintiendo agredida con la situación; e intentar sustituirla con un arreglo de dones espirituales.

Por ejemplo, si no sabemos ser esposa o esposo desde los principios espirituales y sentimos que nuestro matrimonio “nos hiere”, pues debemos intentar meter los dones espirituales en él, y de no poder hacerlo, el matrimonio dolerá, hasta que se destruya y desaparezca.

Otro ejemplo. Si vivimos en una sociedad donde nos sentimos más “ciudadanos con derechos” que “hermanos en Dios”; pues de alguna forma se nos debe enseñar a no preferir a esa “personalidad terrenal frágil” (me refiero a la de ciudadanos con derechos) antes que al rol espiritual. La forma en que lo hace la escencia femenina es destruyendo nuestro bienestar como “ciudadanos con derechos”, hasta que aprendamos a vivir como “hermanos en Dios”.

Hubiera bastado que las situaciones las hubiéramos asumido desde el principio con mayor consciencia espiritual (con menos egocentrismo). De esa forma nuestra madre (la escencia femenina que nos está asistiendo actualmente) no hubiera necesitado tomar medidas tan extremas de enseñanza.

¡Así que cuidado! Esta es la forma en que la  escencia femenina pone orden. Puede no resolver situaciones, sino más bien evidenciarla; con la esperanza de que aprendamos que algo estamos haciendo mal y que debemos corregir.

Si no sabes enfrentar espiritualmente a una situación y la sufres sin adoptar medidas serias para fortalecerte espiritualmente; se te va a acentuar el sufrimiento y se te quitará lo que anhelabas terrenalmente.

¿Que nunca te lo habían dicho de esta forma? Lo siento, pero si alguna vez te presentaron a La Virgen María, te debieron haber dado este contexto y mucho más. Y de adulto, si no hubieras anulado tu rol espiritual, simplemente por ser más “apto” a nivel terrenal, lo hubieras sacado tú mismo por contexto a través de las lecturas bíblicas.

Si hemos pasado más tiempo viviendo con nuestras personalidades terrenales egocéntricas y frágiles; no esperemos que de la noche a la mañana nuestros asuntos importantes se resuelvan de forma definitiva.

A este punto no te he dicho cómo solucionar los problemas, o cuáles son los pasos para sacar provecho de la escencia espiritual femenina. Apenas te he hablado de generalidades. Si todo esto te interesa, debes comenzar lo antes posible un crecimiento espiritual serio, comprometido y guiado. Aquí se te enseñan estas cosas.

Todo esto que puede parecer malo, termina siendo una gran oportunidad para aprender que lo que necesitamos para ser feliz no es satisfacer nuestras personalidades terrenales, sino darnos cuenta de lo que en realidad somos espiritualmente y enfocarnos en ello.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 14 de agosto del 2014.
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras escencia , femenina, virgen, maría, durga, kali, espiritual, ayuda, protección.

3 comentarios:

  1. Buenos días maestro.

    ¿Cómo está?

    Si, muy denso pero interesante. Espero así de largo el que le sugerí por twitter( Alma vs espíritu). Es excelente!!!! cuanto aprendizaje. Me encanta.

    Dos preguntas:

    1. Me llamo la atención esta parte: el diablo aparece desde adentro, que está en nuestro interior. Esto, es cristianismo básico.

    Ahora bien: ¿Cómo llega o accede a nuestro interior?, ¿por qué tiene esa libertad o nosotros se la damos?, ¿Con confusiones e impulsando hacer cosas malas?

    2. Está parte: La idea inicial es reconocer qué parte de nuestra humanidad se está sintiendo agredida con la situación; e intentar sustituirla con un arreglo de dones espirituales.

    En el caso de sentirse solo por falta de pareja y por estar mucho tiemposolo(a) ¿Cual es la parte humana que se está sintiendo agredida? Como cambiarla? Cuales DONES dessarrollar para cambiar la situación?

    Gracias. Namasté.






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  2. Namasté. 🙏 Gracias Maestro, que artículo tan hermoso, ver a la Escencia Femenina con tanta fortaleza y colocando orden es de mucha reflexión. Que importante saber la diferencia entre dolor y sufrimiento; reconocernos como algo más que una parte humana que se hiere con facilidad y la bendición de poder trascender todo eso con crecimiento espiritual.

    Que error tan grande hemos cometido siempre, pensado que la Virgen nos va a quitar los problemas y resulta que nos los puede resaltar más que fortalecernos.

    Gracias Maestro. Namasté. 🙏

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  3. Namaste, gracias Maestro, excelente articulo,para leer y releer, se debe comenzar como usted bien lo dice, reconociendo que somos responsables de nuestra vida y acciones, que es muy lamentable porque creemos que nuestro bienestar o malestar parecería depender siempre de los demás y nunca de nosotros mismos.
    Si siempre encontramos culpables en los otros, estamos declarando que somos incapaces de ser felices o mejorar por nuestra cuenta; dependerá siempre de los demás (SSA)...ASÍ O MAS CLARO.

    AGRADECIDA MAESTRO
    NAMASTE.

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