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martes, 27 de agosto de 2013

Cuándo asumir un Crecimiento Espiritual

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
A la pregunta de cuándo asumir un crecimiento espiritual, la respuesta es sencilla: “en cualquier momento”, “¡ya!”. Aún más, deberíamos estar constantemente en un crecimiento espiritual, desde niños.

Pero hay dos aspectos de nuestra realidad. Primero creemos que el crecimiento espiritual se produce de forma natural, sin mayor esfuerzo ni intencionalidad; y segundo generalmente no pensamos de forma preventiva y sólo asumimos las acciones en el último momento, cuando ya no tenemos otra opción.

No voy a cansarles repitiendo lo que “no es” y lo que “sí es” crecimiento espiritual; pero lo que si es importante aclarar es de lo pocos “preventivos” que podemos llegar a ser. Vamos a consultarnos con el médico sólo cuando nos sentimos mal, cuidamos nuestra dieta sólo cuando ya tenemos una enfermedad amenazándonos, acudimos a Dios cuando ya todo lo demás falló. Pero es nuestra forma de ser y debemos asumirla; y de allí voy a partir.

Si observamos desde un enfoque holístico los casos de terapias que parecen no avanzar con los enfoques tradicionales de la medicina, vemos factores comunes que evidentemente fallan con terapias puntuales, inclusive con las energéticas.

Ya son cotidianas las dolencias asociadas con el estrés; tan comunes que cada vez se toma menos en serio ese diagnóstico; aún más cuando las personas, a pesar de asumir compromiso para disminuir dicho estrés, no logran una restitución satisfactoria del bienestar. 

Las herramientas y enfoques terapéuticos cada vez van aumentando y especializándose, pero el número de personas sanas no parece aumentar. El tema parece ser la incapacidad de discernir la causa de las dolencias; y el papel de estrés ya es demasiado genérico.

Entonces, llega el momento donde es necesario considerar al compromiso personal de cada individuo hacia un verdadero estado de mejoría, no basado en lo que alguien te haga, sino en un fortalecimiento personal que nos haga inmunes a las situaciones que sentimos como agresoras. Ese momento es el del Crecimiento Espiritual.

En terapia cada vez más se observan dolencias somatizadas debido a “estados de desarmonía” que se asumen desde lo físico, mental, emocional, energético o astral; pero donde ninguno de estos enfoques de tratamiento logra mejoras satisfactorias.

Allí está el punto. Si un problema fuera energético, la sola aplicación de sesiones de Reiki (por ejemplo) debería solventar el problema; y muchas veces no es así; si el problema fuera psicológico, no se pasarían años en sesiones que aveces terminan agotando la paciencia y las esperanzas del paciente; si el problema fuera físico/biológico, a estas alturas de la modernidad no existieran enfermos.

¿Cómo entonces reconocer la necesidad de otro tipo de ayuda? En la mayoría de los casos de desarmonía se observa una “debilidad en la humanidad del individuo”. El ser humano se desarmoniza porque parece haber perdido la “fuerza interior” que le ayuda a enfrentar su realidad (de allí el estrés). Pero esta fuerza va más allá de los procesos biológicos, mentales, emocionales o energéticos.

Solemos estar conscientes de que el ser humano es más que biología, mente, emociones y energías; ya que al morir estas capas desaparecen y nosotros trascendemos. “Somos Seres Espirituales”, decimos con ínfulas de sabios; y esta convicción la llevamos como un estandarte de una mente abierta y progresista de la Nueva Era.

Pero cuando enfrentamos una desarmonía, lo primero (y a veces único) que atacamos es lo que “no somos”: nuestra biología, nuestra mente, nuestra emociones y nuestras energías; olvidando a nuestro espíritu (a pesar de que somos seres espirituales).

Desde siempre, el Crecimiento Espiritual (correcto) ha sido el fortalecimiento de nuestro espíritu; de esa verdadera esencia que “sí somos”, de lo que transciende; y esto hay que rescatarlo para poder estar bien.

Si estudiamos casos en terapia podemos ver desarmonías causadas por:
  1. Traumas no superados (incluso subconscientes).
  2. Pasados que no se olvidan.
  3. Relaciones interpersonales que no se saben manejar.
  4. Auto-sometimiento a situaciones y relaciones corrosivas que no se saben dejar de lado.
  5. Frustraciones constantes por necesidad de correspondencia.
  6. Estados constantes de pesimismo y queja.
  7. Falta de confianza real en Dios.
  8. Dudas e incertidumbres sobre situaciones de vida y personas.
  9. Acciones que se asumen como estilo que vida que están lejos de la esencia personal.
  10. Actitudes malsanas ante la vida.
  11. Miedos y sensaciones de ser agredido por todo y por todos.
  12. Desconfianza patológica.
  13. Incapacidad de ver a la parte “agradecible” de la vida.
  14. Falta de empatía hacia los demás.
entre otras. 

Podría seguir presentando enunciados que definirían a “humanidades débiles” y la mayoría de ellos podrían parecer estar únicamente en el campo psicológico; pero no es así.

Muchas veces pensamos que nuestras actitudes ante la vida responden sólo a factores psíquicos; y si bien estos afectan de forma importante, la mayoría de nosotros no actuamos desde nuestra mente, sino desde nuestra esencia más interna; desde nuestro Espíritu.


La confusión es grande cuando no se entiende el proceso del ser humano como ser espiritual, desde la visión holística. Nuestra psiquis es definitivamente nuestro motor de actuación en esta realidad terrenal; y es por esto por lo que todas las formas de actuar o de ver la vida parecieran venir de nuestra mente. Así que, si tenemos percepciones inconvenientes de nuestra realidad, intentamos sanar desde nuestra psiquis.

Pero el punto es que somos seres espirituales, no meramente mentales. La realidad es que si bien parece que actuáramos con nuestra mente, ella misma está respondiendo a lo que tenemos (o carecemos) en nuestro Espíritu.

En la lista numerada anteriormente, si la analizamos desde el punto de vista espiritual, todas estas anomalías se enmarcan en carencias de aspectos que son netamente espirituales, en fallas en el desarrollo de los Dones Espirituales: Amor incondicional, Compasión, Tolerancia, Desapego, Humildad, Servicio, Autoconsciencia y Agradecimiento.

Todas estas son cualidades de nuestro Espíritu, no de nuestra mente. Tanto es así, que por mucho que se crean entender los conceptos, estos pueden ser inoperantes en los individuos. El entender qué es compasión no hace a nadie compasivo, el comprender que es desapego no es suficiente para ejercerlo, etc.

Así, cuando accionamos con nuestra psiquis de forma inconveniente, mucho de lo que se manifiesta es una carencia espiritual de estos dones.

El símil que suelo utilizar es el de un baño donde se ha roto una tubería detrás del lavamanos. Cuando nos encontramos con el piso del baño todo mojado, podemos dedicarnos a secarle una y otra vez; pero si no entendemos que esa agua viene de alguna tubería rota, podemos pasar toda la vida secando el piso; logrando que de momentos parezca más seco, pero volviéndose a mojar continuamente.

Si por el contrario, revisamos de donde viene el agua y encontramos la rotura y la reparamos, el agua dejará de salir; y allí sí, una buena secada dejará todo como nuevo. Si además aprovechamos y reforzamos la tubería rota, estaremos asegurando un bienestar duradero.

Son en esos casos cuando es necesario fortalecer a nuestro espíritu; y eso es Crecimiento Espiritual. Como regla general se debe buscar crecer espiritualmente:
  1. Cuando sientas que hay situaciones que no puedes manejar y que por más que lo intentes se escapan de tus manos.
  2. Cuando sostengas situaciones o relaciones personales difíciles y no sepas cómo mejorarlas o abandonarlas.
  3. Cuando no estés content@ con el rumbo de tu vida.
  4. Cuando tengas un futuro incierto (como el de todo el mundo) y eso te preocupe más de lo normal.
  5. Cuando sientas que “el mundo” está en contra de ti.
  6. Cuando te sientas muy débil para vivir.
  7. Cuando vivas en una lucha constante contra las adversidades.
  8. Cuando no te sientas merecedor(a) de felicidad o no tengas la más mínima idea de cómo conseguirla.
  9. Cuando te sientas abandonad@ por Dios y a merced que quién sabe qué.
  10. Cuando parezca que Dios pasa por alto tus problemas.
  11. etc. etc. etc.
En estos y en casos similares, el abordaje debe pasar por lo que “sí eres”, debes fortalecer tu Espíritu. Pero esto no desvirtúa la ayuda profesional necesaria. Si recordamos el baño inundado, no podemos tan solo arreglar la tubería y dejar todo el piso mojado; lo mejor es abordar un problema de forma coordinada y multidisciplinaria. Así todo saldrá mejor y más rápido.

Así que si te reconoces como un Ser Espiritual, recuerda abordar tus problemas también desde esa perspectiva, debes Crecer Espiritualmente; con mucha seguridad será de gran ayuda.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 27 de agosto del 2013
http://www.evolucionconsciente.org.ve
http://pagr777.blogspot.com/
http://www.reiki.org.ve
http://e-reiki.ning.com
Twitter: @eReiki @EvolConsc @pagr777

lunes, 5 de agosto de 2013

La Misericordia de Dios

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Dios, muchas veces, es la realidad peor comprendida de nuestra vida. Desde muy pequeños se nos presentan conceptos que se dan como dogmas de fe y por tanto no se dan detalles, explicaciones y menos se contextualizan en nuestra realidad.

La mayoría de las veces tampoco se hace el esfuerzo de relacionar entre sí a los diferentes conceptos; y al no ser clara la relación entre ellos, en momentos críticos parecerían contraponerse.

Uno de esos conceptos que parece fácil de entender pero que definitivamente es difícil de digerir cuando de verdad buscamos que sea una realidad, es el de la “Misericordia de Dios”. Más de una vez, como terapeuta, me ha tocado enfrentarme a personas que ante una dolencia complicada (en cualquier tipo) mantienen una actitud personal pasiva sin hacer nada más allá que “esperar” a que Dios con su misericordia les quite el mal, les allane el camino o les haga volver a su estado anterior.

Y no hablo desde la desconfianza hacia Dios (créanme que soy muy creyente), sino que hablo desde el punto de vista místico, donde se busca explicar cómo funcionan las cosas; funcionamiento regido por las Leyes Universales, las cuales definen la Consciencia de Dios.

Una de las premisas máximas necesarias de asumir para comenzar cualquier proceso de sanación (no solo curación) es la de entender que de alguna manera tenemos responsabilidad por lo que nos está sucediendo. Esta idea no es un juicio de culpa; por el contrario es una esperanza de que si fue por nosotros, posiblemente podamos nosotros hacer algo para revertirlo, mejorarlo o por lo menos aprender de ello.

Es muy triste y totalmente desesperanzador pensar que algo o alguien externo es el único causante de nuestros males. Si pensamos así, a pesar de llegarnos a mejorar, siempre estaremos expuestos a lo que sea, sin poder hacer mucho por evitarlo, y peor aún, esa idea de ser indefenso habla de que Dios que nos olvida a ratos, nos descuida, o hasta es incapaz de protegernos de la maldad de los demás.

Pues no, Dios siempre está con nosotros. Pero si de vez en cuando estamos complicados, es ese mismo Dios quién lo está permitiendo, ya que de alguna manera fuimos nosotros quienes “elegimos estar así” o “permitimos que nos hicieran daño”, elección por supuesto inconsciente (desde nuestra mente, energía o alma). De aquí la importancia de un crecimiento consciente y de un entendimiento de la vida en todos sus planos (véase www.evolucionconsciente.org.ve)

Pero ¿cómo Dios puede tomar esas decisiones de permitirnos sufrir, de enseñarnos o de ayudarnos eventualmente? Y ¿dónde queda entonces la tan nombrada Misericordia de Dios?

Bien, comenzamos con la misericordia. Siempre lo digo: “si Dios es algo, debe ser, como mínimo, consistente y coherente”. Todo lo que Dios nos ha dado es real y su comportamiento ante nosotros debe regirse acorde a lo que Él nos ha proporcionado, sin dejar atrás el Amor como nuestro padre creador.

Una de las cosas que hemos aprendido es que Dios nos ha revestido de algo que llamamos “libre albedrío”. Este concepto, a pesar de no ser bíblico, es aceptado totalmente por nuestro cristianismo y es compatible con todas las otras religiones. Explicarlo es complicado (si se desea entender correctamente), pero de forma muy sencilla se define como la potestad que tenemos de elegir cómo estar, bien o mal, feliz o infeliz, satisfechos o insatisfechos, en paz o en tribulación.

Aquí se plantea el primer choque por conceptos mal entendidos. Si por “elección equivocada” (generalmente por desconocimiento o ignorancia) cualquier de nosotros acciona o atrae situaciones difíciles (físicas, mentales, emocionales, energéticas, astrales, kármicas), pues ha sido libre elección personal y Dios (que nos regaló el libre albedrío) es el primero que debe respetar nuestra decisión.

Un ejemplo sencillo: si nosotros escogemos compartir nuestra vida con una “persona inconveniente”, pues estaremos abonando experiencias que no serán color de rosa. De alguna forma nosotros las estamos eligiendo y Dios respeta nuestra elección y desde su Misericordia permite que nosotros estemos allí (a pesar de que a Él no le complace)

Pues este es el primer acercamiento de lo que realmente significa la Misericordia de Dios. Dios es tan misericordioso que a pesar de que Él quisiera otras cosas para nosotros, respeta nuestras decisiones (aunque sea erradas) y nos las presentan como oportunidades de aprendizaje (se aprende mucho de los errores)

Pero ¿“persona inconveniente”? ¿Quién en su sano juicio escoge a alguien inconveniente para compartir su vida? Una persona puede parecer muy conveniente desde el aspecto físico, mental y hasta emocional, por decir algo, pero puede ser “altamente inconveniente” desde el punto de vista energético, astral o kármico.

¡Ah! ¿Pero quién sabe discernir la conveniencia en tantos aspectos?. Pocas personas saben los detalles, pero las instrucciones de cómo vivir convenientemente están en los “Manuales de Referencia Rápida” esbozados en todos los consejos espirituales/religiosos, sociales, morales y hasta familiares (papá y mamá saben más de lo que creemos)


Entonces, si estamos en alguna situación difícil, lo primero que debemos pensar es que de alguna forma (probablemente no consciente, repito) hemos “elegido estar allí”, y por ser esta una elección propia Dios respeta nuestra situación.

Pero Papá Dios nos quiere más que eso. Él tampoco va a quedarse viéndonos sufrir... Él tiene que ayudarnos; pero lo debe hacer de forma tal que no “choque” con nuestro libre albedrío (el cual Él debe respetar).

Entonces Él comienza a acondicionar toda nuestra realidad para que esa situación difícil se convierta en una situación de aprendizaje (de crecimiento espiritual - recordemos que es Dios y eso es lo que le importa más, nuestro espíritu) además de comenzar a hacernos llegar todas las formas de acción correcta para salir de ellas. Así su Misericordia vuelve a manifestarse. 

Entonces, la Misericordia de Dios plantea que ante cada problema que tengamos, las soluciones van siempre a estar al alcance de la mano, SIEMPRE. Él no va a sacarnos de donde nosotros, por libre albedrío, decidimos estar (aunque haya elegido por ignorancia); pero lo que si hace es abrir todas las puertas para que podamos salir de la situación, una vez, claro, que lo decidamos nuevamente por libre albedrío. 

Lo que acabo de presentar es francamente triste y no porque sea malo, por el contrario, sino porque es tan hermoso y sencillo que no lo entendemos o no lo creemos.

La misericordia de Dios siempre está presente, no es algo que debemos invocar; y esta plantea que ante cualquier problema que tengamos ya Dios ha puesto las mil y una formas para salir con bien.

Todo esto es La Misericordia de Dios; ayuda sencilla, fácil, al alcance de la mano. ¿Lo creemos? Posiblemente no. Generalmente pensamos que superar los problemas es complicado, doloroso, costoso, difícil o hasta imposible; a veces pensamos que Dios nos ha abandonado.

La mayoría de las veces Dios nos GRITA algunas de las posibles soluciones y nosotros las menospreciamos, les ponemos los mil y un inconvenientes o ni cuenta nos damos (---> WWW.EVOLUCIONCONSCIENTE.ORG.VE)... Entonces no tomamos acción pero seguimos rogando, eso es triste. 

Consejos finales sencillos:
  1. Confía en Dios, nunca dudes que Él en todo momento está DESESPERADAMENTE AYUDÁNDOTE; inclusive antes que se lo pidas.
  2. Oye las señales y acciona; tú eres el que debe tomar acción y caminar hacia alguna de las puertas de salida.
  3. En una situación difícil hay muchas cosas que vencer, no decaigas; probablemente te tomen varios pasos llegar la puerta; si te detienes nunca la cruzarás.
  4. Busca aprender a vivir más CONSCIENTE de tus acciones en todos los planos; así te equivocarás menos con tu libre albedrío.
La Misericordia de Dios existe, es real, pero tú debes confiar en Él, accionar y buscar salir. Él estará esperándote en cada puerta que te abrió. 

Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo. 
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 05 de agosto del 2013
http://www.evolucionconsciente.org.ve
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Twitter: @eReiki @EvolConsc @pagr777

jueves, 1 de agosto de 2013

Desde dónde sentimos - Amor amargo

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Una de nuestras funciones principales como seres humanos es expresar sentimientos. Los sentimientos son la expresión más legítima y directa de nuestras energías. Si uno está manejando energías de alta vibración, pues manifestaremos sentimientos más elevados; por el contrario si nuestras energías son muy densas, nuestros sentimientos serán más “desafortunados” (con los que nos haremos daño a nosotros mismos y/o a los demás).

A nivel energético el centro encargado de trabajar con la energía de los sentimientos es el chakra cardíaco (4to, Anahatha). Este chakra no tiene la capacidad de almacenar energía, simplemente la procesa, la expresa y cambian con cada situación a la que nos enfrentamos. Si un sentimiento se sostiene en el tiempo (puede ser así por no “soltarlo”) cuando surge la necesidad de sentir otra cosa, esa energía de corazón pasa a almacenarse en el plexo solar (3er chakra); y allí se convierte en una emoción y puede durar mucho más tiempo almacenada (encapsulada).

Desde esta dinámica se entienden los rencores, las rabias, las frustraciones, etc. Todos estos tipos de emociones tuvieron su origen en sentimientos difíciles (de corazón) que no se pudieron o no se supieron trabajar, que no se pudieron sanar o soltar y pasaron a plexo solar para ser almacenados. Estas energías en plexo solar pueden durar allí años y aparecer en los momentos desafortunadamente apropiados.

Pero el punto no es quedarnos en esta dinámica básica de chakras, sino centrarnos en el proceso de “sentir en el corazón”.

El chakra cardíaco (como cualquier chakra) debe tener la capacidad de manejar su propia energía; debe poder recibir energía vital (por el shushumna) y procesarla; y una vez procesada se evidencia en lo que percibimos como sentimientos. La calidad de este chakra determina de una forma u otra la calidad de la energía resultante.

La capacidad de un chakra de procesar su propia energía es similar a la de un músculo a la hora de moverse o levantar un peso. Si un músculo se ha ejercitado muy poco, pues le será extremadamente difícil levantar peso. Igual pasa con los chakras; si no se ha ejercitado suficiente a lo largo de la vida, pues le será muy difícil manejar su propia energía. Este chakra (al igual que un músculo débil) será disfuncional.

Si en un grupo de músculos involucrados en un mismo movimiento, encontramos uno disfuncional, lo que sucede es que los adyacentes comienzan a realizar el trabajo por él. Lo mismo sucede con los chakras; dentro de la dinámica de chakras adyacentes, cuando uno de ellos está disfuncional, sus adyacentes tratan de cederle sus energías para ayudarlo.
(Nota: los conceptos de chakras adyacentes y paralelos y su dinámica
 son desarrollos del propio autor de este texto)

Si bien esta parece una dinámica apropiada, cuando el chakra disfuncional es el del corazón se comienzan a evidenciar situaciones nada agradables en el ámbito de las relaciones humanas. Explico.

Primero tengo que apuntar cómo un chakra puede llegar a ser disfuncional. En nuestro crecimiento, desde temprana edad, los niños debemos vivir experiencias diferentes que nos permitan expresarnos desde nuestras diferentes energías. Pero no solo vivirl dichas experiencia, sino que de alguna forma tener éxitos o satisfacciones en nuestra actuación para ir fortaleciendo cada chakra de forma individual.

Por ejemplo, todo niño debe verse sometido por su entorno (principalmente la familia) a:
  • Experiencias espirituales/religiosas satisfactorias para desarrollar el chakra de la coronilla (7mo)
  • Experiencias intelectuales (estudios) para desarrollar el 6to chakra (de la parte cognitiva-lógica-perceptiva)
  • Experiencias expresivas (libertar de expresarse sin faltar el respeto a nadie, por ejemplo) para desarrollar 5to chakra (garganta)
  • Experiencias sentimentales apropiadas (recibir amor incondicional – y ser invitado a darlo – que haya alguien que lo reciba) para favorecer chakra cardíaco
  • Experiencias que estimulen su responsabilidad, el cumplimiento de metas, el obtener cosas con su esfuerzo, para fortalecer su 3er chakra (plexo solar)
  • Experiencia que estimulen su disfrute, el juego agradable (sin mayor intención que el disfrute sano), el poder tener cosas que lo complazcan para fortalecer el chakra de la zona sacra (2do chakra)
  • Y experiencias de responsabilidad con los suyos, de cuidado de sus cosas, que exalten sus instintos de cuidado de sus pertenencias, de su espacio, acompañado a un respeto por la autoridad (papá y mamá) sin argumentación, reconociéndolos como superiores, que van a fortalecer su posición en la vida, su seguridad personal, su chakra base (1ero)
Si en el desarrollo de cualquier niño se le niegan cantidades suficientes de estas experiencias, los chakras correspondientes pueden quedarse inoperativos, débiles, disfuncionales. Con esto, al ser adulto, cuando tenga que utilizar energías específicas para manejar diferentes situaciones, pues no será capaz de expresarlas.

En estos casos de chakras disfuncionales, el cuerpo energético de forma automática, va a comenzar a utilizar dinámicas alternas para salvar la situación; dinámicas algunas, como dije, que pueden no ser “las más brillantes y enriquecedoras”; y es lógico, porque simplemente son dinámicas de emergencia.

Uno de los casos más patéticos en nuestras sociedades es una disfunción del chakra cardíaco. En sociedades en emergencia (con pobreza crítica, con moral cuestionable, con poco desarrollo espiritual, entre otras causas) unos de los factores que se dejan de lado son los sentimientos. A los niños se le enseñan a sobrevivir, a trabajar, a ser más “vivos” que los demás, a pensar más en su supervivencia que en el otro; y todas estas acciones tienen muy poco de energía de corazón. Además, los padres y madres pueden llegar a ser muy pocos amorosos (habría que revisar la definición correcta de “amoroso”, para no confundirla con padres alcahuetas o complacientes) y aún peor, todo signo de sentimientos amorosos en los hijos puede ser considerado signo de debilidad (mental, emocional o sexual).

En esos casos los niños nacen, crecen y se desarrollan sin experiencias importantes ni significativas que manejen energías de corazón; el chakra de corazón por tanto se les llega a atrofiar y tenemos adultos... problemáticos.

Un adulto con un chakra cardíaco disfuncional sí puede llegar a manejar “sentimientos”; el asunto es que estos se van a expresar no con la energía de corazón, sino de un chakra adyacente: con la energía del plexo solar.

El chakra de garganta también es un adyacente al cardíaco, pero la energía de plexo solar es más compatible con los sentimientos, por eso la dinámica se prioriza hacia plexo solar.

Recordemos qué sabemos del plexo solar. La energía de este chakra es la energía del fuego, del quemar, del hacer, del ser notorio, del egocentrismo; si no se maneja bien es también la energía del llevarse todo por delante, de las metas personales prioritarias (disfrazadas de metas grupales); puede ser la energía del rencor, de la rabia, del luchar contra “los enemigos”, del destruir los obstáculos que se atraviesan, del buscar culpables, del atacar primero antes que me ataquen, de la lucha premeditada y de cierta forma inteligente.

Imaginemos entonces a una persona que exprese sus sentimientos de “Amor” con esta energía de plexo solar:

  1. Primero que nada NO es un amor incondicional
  2. Son sentimientos condicionados por “el hacer”, “yo te quiero más cuanto más te doy y tú me tienes que corresponder porque si no me traicionas”
  3. Es un amor que se basa en la lucha, en el rencor hacia el pasado, en la frustración por cómo sucedieron las cosas.
  4. Es un amor que no concibe el afecto hacia alguien diferente, hacia alguien que tenga pensamientos o metas diferentes (recordemos que las metas son importantes para el plexo solar)
  5. Es un amor que es muy intencionado: “el fin justifica los medios”, sin importan mucho los otros, los diferentes de mí.
  6. Puede llegar a ser un amor muy grande, de muchos aspavientos; pero igual que puede ser creador, puede llegar a ser destructor.

En fin, un Amor que no sale de un corazón operativo/sano, no es un “amor dulce” que se disfruta en el tiempo; por el contrario llega a hacer un “amor amargo”. Al principio puede tener buen gusto, pero a la larga sentirás el amargor de sus efectos y lamentablemente puede llegar a ser tarde.

El problema es que un chakra cardíaco disfuncional puede no darse cuenta que lo está, ya que efectivamente está expresando sentimientos. El problema nuevamente es de dónde está tomando la energía para funcionar, la materia prima para fabricar dichos sentimientos.

A nivel terapéutico, corregir un chakra disfuncional puede extremadamente difícil, a veces imposible. De cualquier forma, si nos vemos un poco reflejados nosotros mismos en estas líneas, debemos buscar ayuda; si nos encontramos con personas descritas aquí, debemos tratar con ellas de la forma menos sentimental posible; y si tenemos niños pequeños bajo nuestra responsabilidad aquí tenemos las consideraciones para formar a adultos sanos, integrales y protagonistas del futuro que todos queremos.


Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 01 de agosto del 2013
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