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martes, 30 de septiembre de 2014

Los “ángeles” están en problemas



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Este título no es metafórico; pretendo que se entienda como totalmente real.
Hoy en día existe aún la creencia muy antigua de los “ángeles”, como esos seres que nos ayudan de alguna manera e interaccionan con nuestra realidad.
Desde las antiguas escrituras encontramos a estos seres en relatos diferentes, soportando mucha de las creencias místicas, espirituales y religiosas; y si bien pueden ser catalogados por algunos como ficticios; para muchos de nosotros son una realidad.
Pero no me refiero, en mi caso, a una realidad de ángeles como seres alados, con superpoderes y toda la Gracia divina. Sino a la realidad que implica que desde siempre (y aún hoy) estamos siendo asistidos por seres, que no siendo necesariamente de nuestro entorno o realidad física, aún nos ayudan para que intentemos hacer las cosas bien.
Es extraño cuando muchas personas que se llaman religiosas, se mofan u horrorizan cuando alguien habla de estas ayudas desde otros planos en nuestros días; sin darse cuenta que en sus sagradas escrituras esto parecía ser la norma. En ninguna escritura sagrada dice que esta convivencia dejó de existir en algún momento.
Pero aún no comienzo a explicar. El punto comienza en que si bien estas interacciones de los ángeles con los seres humanos se presentaban todas desde el ámbito espiritual/religioso, hoy en día, en nuestra modernidad y en la tristemente célebre Nueva Era, la espiritualidad real y la religiosidad han sido sustituidas por un pensamiento lógico, paranoico-conspirativo y mágico-fenomenológico.
En este escenario moderno actual, los “ángeles” se ven en aprietos para poder ejercer sus funciones de ayuda. Y esto, por las sencillas razones de que: los mal interpretan; los confunden con otras cosas; les asignan facultades que no tiene; esperan de ellos cosas que no pueden dar; entre otras. Según sus propias palabras: “... ya no existen muchas personas con una ´coherencia espiritual aceptable´ para que podamos trabajar en conjunto.”
Mi idea es comenzar a definir dichas incomprensiones, confusiones o incoherencias a las que se ven sometidos los “ángeles”; las mismas que de alguna manera han limitado la ayuda real que siempre han intentado darnos.
Definitivamente “los ángeles están en problemas”.

Primer problema: ¿Qué es un “ángel”?
Etimológicamente, la palabra “ángel” significa “mensajero”; y se asigna, dentro del contexto espiritual, a “esos seres” que traían mensajes de Dios o ejecutaban sus designios. Entonces, aparte de los mensajes que podían dar, también podían ser ejecutores de acciones (indicadas por Dios) o protectores de creyentes (asignados por Dios)
Místicamente, un ángel es “una criatura de Dios”; no necesariamente física; pero que tiene como escencia espiritual una característica primordial, esta es la de sujeción a la voluntad de Dios.
Como he repetido muchas veces, la interpretación de seres, fenómenos o eventos que no corresponden a nuestro plano físico-sensorial, está atado a la interpretación muy mental y personal de quien lo experimenta. Una misma aparición de un ser inmaterial, por ejemplo; como fenómeno extrasensorial que es, puede “percibirse” como dos eventos totalmente diferentes para dos personas distintas. Cada una de las mentes le dará su interpretación terrenal al fenómeno extrasensorial que está ocurriendo; por lo tanto cada uno lo expresará desde su propio punto de vista.
Por eso, un “ángel” se ha podido percibir por mucha gente como: un niño, un hombre con alas, una luz, un destello, un aroma, una sombra, etc.; etc.; etc.
Pero a pesar de esta poca similitud en un mismo fenómeno extrasensorial, entre dos o más personas, no se le resta valor al evento. Entonces surge la necesidad de darle una simbología a dicho fenómeno o a dicho ser; resaltando algunas de sus características básicas para que sea “comunicable” entre diferentes personas.
Hay una descripción común de “ángeles” con la cual se ha negociado:
1.      es un figura humana
2.      con alas
3.      relativamente joven
4.      con una apariencia de mayor poder, fuerza o pureza que nosotros
Este estereotipo presenta el próximo problema para los “ángeles”

Segundo problema: El no reconocerlos
Bien, lo primero que hay que saber es que ¡los “ángeles” no tienen alas! Veamos de donde salen este acuerdo de estereotipo angelical.
Una figura humana representa dentro de nuestro entendimiento, a alguien que puede interactuar con nosotros. No se nos hubiera ocurrido asignar a un ángel una figura de una planta de zanahoria, ni una puerta, ni de un chimpancé. Tendría que ser “como un humano” que pueda pensar, actuar, conversar, incluso sentir como nosotros; en fin que nos podamos “entender”.
La figura humana de un ángel se la asignamos nosotros como una necesidad nacida desde nuestro interior. ¿Pero y si no tienen figuras humanas?
Las alas tienen una simbología mucho más directa. Todo aquello con alas (como los pájaros) tiene la capacidad de “no vivir en el suelo”, no estar atado a nuestra terrenalidad. Un ser alado se identifica seres de planos “no terrenales”, aunque de vez en cuando puede bajar y caminar (de hecho, por eso tiene piernas y pies)
¿Pero acaso las alas son la única forma de ser no-terrenales? Sabemos que no.
La tercera característica es la de la juventud. Esta hace referencia no a la fuerza, sino a la lozanía de no estar sometido al envejecimiento. Los ángeles no envejecen, lo que indica directamente a que no están sometidos a los efectos del tiempo.
Si supongo bien, y ya han leído muchos de mis escritos anteriores; sabrán que dentro de nuestros planos de existencia en este universo, el tiempo es un parámetro exclusivo de nuestro plano terrenal. Ya al pasar al plano de existencia Astral, dejan de existir el concepto y el efecto del tiempo. Allí, en ese astral, aún hay seres que interactúan entre ellos y con nosotros (nosotros mismos tenemos una existencia astral mientras estamos vivos terrenalmente).
Todo esto quiere decir que los “ángeles” realizan gran parte de su trabajo en estos planos superiores como lo es el astral. ¿”Ángeles” en el plano físico-terrenal? los hay, pero muy pocos; y en eventos extremadamente específicos y puntuales. Si se quedarán mucho tiempo aquí comenzaría a envejecer.
Y la última y cuarta característica es su apariencia de “poder sobrehumano”.  Y es una referencia real y coherente con el punto anterior. No hay nada más limitante que estar anclado a este plano terrenal, no solo por el tiempo (las cosas siempre tardan en ocurrir), sino por la limitación del espacio físico. Nuestro cuerpo físico, nuestro peso, nuestra masa, nuestra piel, nuestros cinco sentidos, nos ponen límite desde que nacemos.
Por eso a los “ángeles” los vemos como portentos; porque pueden hacer cosas que nosotros no podemos, ya que no se limitan a este espacio físico-terrenal. Eso a veces se representa con mayor musculatura o fuerza. Pero, ¿y si los hubiera más flaquitos y bajitos que el promedio de los humanos? ¿No sería “ángeles”? Pues los hay y lo son; y aún así tienen muchas menos limitaciones que nosotros.
Pero vamos a sincerarnos y generaliza más las anteriores características de un “ángel”.  Si encontráramos a un ser que:
1.      Pueda comunicarse e interactuar con nosotros (sin importar la forma en que lo haga)
2.      Que tuviera la capacidad de trascender y no estar limitado a nuestras limitaciones espacio-tiempo.
3.      Que tuviera la capacidad de trabajar (actuar) desde planos no físicos (a lo mejor no de forma exclusiva pero si de forma prioritaria)
4.      Que gracias a esa no limitación terrenal tuviera capacidades mayores que las nuestras.
5.      Y que POR SUPUESTO fuera de una altura espiritual que le permitiera supeditar todas sus acciones a altísimos principios espirituales (la voluntad de Dios)
Pues entonces estaríamos delante de “un ángel”. Cualquier ser o entidad con estas características puede ser un “ángel”, independientemente de su apariencia física.
Pero ¿cuál es el problema entonces?
Pues que la gente espera ver a un “Adonis” de dos metros de estatura, con un peso en fibra muscular de ciento veinte kilogramos, con vestimenta sensual y con una mirada cautivadora, para identificarlo como a un “ángel”
Pero ¿qué pasaría si en vez de su escultural Adonis, llega a ver a uno de esos tipos de ángeles con apariencia de un hombrecito pálido, de 140 centímetros de estatura o menos; de escasos 40 kilogramos de peso y de ojos grandes e inexpresivos? Entonces ese ser sería un monstruo que seguramente le viene a hacer daño, viene a abducirlo o quiere aparearse con ella a la fuerza; por supuesto, para luego destruir al Planeta Tierra.
Definitivamente están en problemas.
Es para no encasillar a los “ángeles” en ese estereotipo planteado del Adonis, que yo suelo llamarlos como seres “extraterrenos angelicales”.
La mayoría de los seres “extraterrenos” que pueden interactuar con los humanos, cumplen con las primeras cuatro características de un “ángel”; sobre todo por sus menores limitaciones. Y si además tienen una altura espiritual importante, pueden optar por esa dedicación a Dios para que se les aplique el apelativo completo de “ángeles”.
Pero tengo que puntualizar que el significado de “extraterreno”. Este término pretende describir a cualquier ser que no sea de este planeta Tierra o que no esté físicamente en ella; incluye: a extraterrestres, a desencarnados y a seres nunca-encarnados (puramente de planos sutiles). Obsérvese que un ser extraterreno puede o no tener vida física, incluso pudo nunca haberla tenido; ya que existen seres que no están encarnados en plano físico pero que tienen una existencia astral y espiritual. De la misma manera que un extraterreno puede referirse a un ser que, teniendo vida física, no pertenecen a esta Tierra
Entonces, el término de extraterreno puede englobar tanto a seres vivos o muertos (sin vida física) como a los conocidos extraterrestres.

Tercer problema: Las peticiones
Dejando atrás el cómo puede ser o parecer un ser angelical; funcionalmente, que un “ángel” sea un ser sometido totalmente a la voluntad de Dios y únicamente a ella, es el único requisito y el único seguro para que los “ángeles” digan o hagan lo que Dios manda a decir o hacer, “tal cual fue indicado”.
Por tanto, en cuestiones espirituales ellos carecen de “libre albedrío”. Eso los identifica como seres de mucha altura espiritual.
Este concepto angelical básico crea otro de los problemas para los “ángeles”; y es que la gente le sigue pidiendo cosas para que ellos se lo concedan. Pues no; los “ángeles” únicamente pueden ejecutar lo que está en “Ley Divina Perfecta”, lo que es “Espiritualmente Correcto”; no lo que nosotros queremos, lo que necesitamos o lo que nos conviene a modo personal (y quizás parcializado).
Deberíamos pensar, de vez en cuando, si detrás de cada deseo que pedimos nos sea concedido desde arriba; no hay alguien que puede salir desfavorecido. Un simple e inocente puesto de trabajo; que me lo asignen a mí, significa que no se lo van a dar a otra persona. Ese tipo de peticiones puede llegar a cumplirse; pero por otros mecanismos espirituales que no tienen nada que ver con los ángeles.

Cuarto problema: La incapacidad que tenemos de oír
Y ya entonces no es cosa de que nosotros pidamos o no; sino que es un problema cuando ellos se quieren comunicar con las personas y estas resultan que tienen mucho “ruido en la cabeza”.
La buena práctica que tenían las personas en la antigüedad de conectarse con Dios a través de su corazón, era afortunada; porque es la misma vía por donde los “ángeles” se comunican con los humanos.
En contraposición a nuestro corazón, ahora la mayoría de la gente honra, trabaja y aprecia a la mente, a los pensamientos. En nuestra sociedad actual cuanto más mentales, intelectuales, calculadores y controladores seamos, más exitoso nos vemos. Y cuanto más emotivos (tanto en expresión como en acción), más débil parecemos.
Cuando los “ángeles” tratan de comunicar algo, ellos intentan entrar por el corazón. En las mayorías de las personas es la mente quien intercepta los mensajes y esta trata de darle su propia interpretación según sus vivencias, experiencias, aprendizajes terrenales, etc. Esto llega a desvirtuar la información y a cambiarla por completo; o incluso puede llegar a desecharla por no encontrarle “lógica” o por asumirla “pura imaginación”.
Para lograr esa conexión con Dios, las personas de la antigüedad hacían como parte de su vida cotidiana, dos actividades indispensables para alcanzarla: meditación y adoración. La práctica de meditación frecuente (cotidiana) y sostenida en el tiempo es la forma de calmar a la mente; mientras que la práctica de la adoración a la divinidad, es lo que exalta al espíritu, abriendo entonces la puerta del corazón.
Hoy en día, meditar dejó de ser costumbre de vida y se hace casi bajo la obligatoriedad de una prescripción médica; siempre y cuando las otras formas terapéuticas hayan sido agotadas.
Y el adorar a Dios casi no existe; comenzando que la adoración es una práctica que se debe cultivar desde la niñez. Lamentablemente las personas hoy confunden la adoración a Dios con las oraciones de  petición o con los rituales dominicales; siendo cosas totalmente diferentes.
Por eso, los “ángeles” están en problema; porque ellos pueden “gritar muy fuerte” pero no hay casi nadie que oiga; y los que llegan a percibir algo interpretan mal el mensaje.
 Y esa parte de interpretación equivocada, presenta el siguiente problema al que se enfrentan los “ángeles”: la falta de contexto espiritual.

Quinto problema: Oír lo que nos interesa
Una cosa es entender un idioma y saber el significado de algunas palabras; y otra muy distinta es entender el mensaje que traen dichas palabras dentro de un contexto particular.
Muchas personas pueden entender las siguientes palabras cuando yo digo: “la ganancia de este dispositivo es muy elevada.
Algunos interpretarán “la ganancia” como el percibir dinero adicional luego de una inversión realizada; y “este dispositivo” como un pequeño artefacto que produce un bien que al venderse puede dar “la ganancia elevada”.
Pero si entiendes “dispositivo” como un circuito electrónico, entenderás que “la ganancia” es el aumento del potencial o corriente de salida, desde una señal de entrada que es muy pequeña.
¿Logro plantear el punto? Muchos podemos oír frases en castellano, pero obtener de ellas la información correcta depende del contexto que manejemos.
La existencia de los “ángeles” corresponde al mundo espiritual; y ese mundo plantea un contexto espiritual donde más allá de entender frases sueltas de algunas escrituras sagradas; hay que tener muy claro toda una enseñanza espiritual trabajada e internalizada por años. Es igual a poder leer las palabras de un libro de física cuántica porque están en castellano; o entender de física cuántica. La primera no implica la segunda.
Tener un contexto espiritual amplio y correcto para poder descifrar un mensaje angelical no es tarea fácil; por lo que algunas personas pueden percibir mensajes, pero la interpretación final termina estando totalmente fuera de foco.
Generalmente se termina “escuchando” una interpretación del mensaje que se acopla con nuestras necesidades, nuestros miedos, nuestros deseos, etc.; pero no el mensaje correcto.
¿Están en problema los “ángeles”? Si, no tienen muchos interlocutores válidos.
Y peor aún, aquellos que no son interlocutores válidos pero que se atreven a hablar, tienen mucha credibilidad porque terminan reflejando las necesidades y deseos de mucha gente; simplemente dicen lo que las personas necesitan escuchar y no lo que los “ángeles” quisieron decir.

Sexto problema: Los confunden con otros
Y no solo es el tema de que se puedan corromper los mensajes que los “ángeles” intenten trasmitir; sino que además a ellos se les suelen confundir con cualquier otro tipo de fenomenología incierta, donde no existe necesariamente la menor escencia angelical.
Algunos esperan de los “ángeles” manifestaciones físicas evidentes; y ya vimos que desde los planos donde ellos trabajan, dichas manifestaciones no son ni necesarias ni pertinentes. Cuando se trabaja desde el plano astral, se logra un impacto en el plano terrenal sin necesidad de salir de ese primer plano. Muchas luces, visiones, sonidos y manifestaciones físicas o sensoriales en general; que no están solo en la percepción del observador sino que se logran incluso grabar y fotografiar; pueden no ser más que fenómenos físicos inexplicables de ese momento.
Cuando alguien siente a un “ángel” y lo hace de forma correcta desde su percepción, esta sensación es un fenómeno que no tiene materia física, no pertenece a los sentidos. Lo que el observador “ve”, “oye” o “siente”, es solo una propuesta de su cerebro a dicha percepción extrasensorial; y por tanto “no existe en el mundo físico, aunque si puede existir en un plano no-físico”.
Los “ángeles” no necesitan exponerse a la realidad del plano terrenal donde el espacio y el tiempo los limitaría mucho; aquí dejarían de ser “poderosos”.
Incluso, a los “ángeles” se les ha confundido con alienígenas peligrosos, dentro de esa fenomenología extraterrestre que existe y que puede incluso ser real. Estos supuestamente vienen en platillos voladores a conquistar a la Tierra y hacen experimentos genéticos con algunas personas.
Si bien, las características de los seres angelicales que ya describimos, se pueden aplicar a algunos seres evolucionados de otros mundos, ¿ustedes creen que un ser que pueda trascender el tiempo y el espacio; y que esté al servicio de Dios; esté preocupado en someter a la raza humana, o estén metidos en platillos voladores tratando de planificar acciones en conjunto con gobiernos de superpotencias económicas, militares o religiosas?
Puede haber “de todo en la viña del Señor”, pero no hay que confundirlos con “ángeles”. Al igual que hay seres humanos con principios altruistas, también los hay muy egoístas. Sería un grave problema si los extraterrestres “buenos” conocieran a un puñado de nosotros y juzgara al resto de la raza humana por esa pequeña muestra.
Y para complicar aún más, hay seres en el plano astral (desde donde trabajan los “ángeles”) que si bien tienen la capacidad de comunicarse al plano terrenal, no son seres angelicales, porque no están dedicados a Dios.
Entonces, puede haber personas recibiendo mensajes de estos seres extraterrenos (nada angelicales), que en vez de mensajes enviados por Dios, son mensajes teñidos de una intención personal. Muchas personas creen que son mensajes celestiales; pero bastaría cotejarlos con enseñanzas sagradas para ver que se desvían fácilmente de cualquiera de estas.
La falta del contexto espiritual real, tanto en el receptor del mensaje como en el público que lo recibe, vuelve a ser un problema.
Entonces, si un “ángel” puede ser literalmente cualquier cosa inexplicable ¿no están ellos en problemas? Ellos están tratando de ayudar, intentando dar mensajes desde el astral; y la gente está buscando el mensaje angelical en la forma en que una vela se derritió.

Séptimo problema: La paranoia del enemigo
Y adicional a todos los problemas anteriores, está el estado de desconfianza en el que vive la mayoría del mundo.
En sociedades tan competitivas, la confianza en el vecino es lo último que se presenta. Debemos resaltar por mérito propio, pero como mi prójimo está tratando de hacer lo mismo puede querer dañarme para él salir adelante.
Y no solo eso; sino que esta concepción del mundo trae como consecuencia que “mis problemas son en su grandísima mayoría causados  por los demás”. Existe el convencimiento de que “siempre hay gente que me quiere ver mal por cualquier motivo”. Siempre, en las cosas importantes, “los otros tienen la culpa”.
Esta actitud se ha convertido en paranoia; por lo cual la gente se cuida de que le engañen, de que le embauquen, que le hagan creer algo que después le vaya a perjudicar. En fin, “me tengo que cuidar de todo y de todos”; y la mejor forma es comenzando en no creer en nada ni en nadie, que yo mismo no pueda verificar.
¿Esto le trae problemas a esos pobres “ángeles” intentando dar mensajes que la gente no termina de creer?
Pero cuando alguien sí los recibe y se atreve a decirlos, entonces nadie le cree porque “puede ser un farsante”.
O si alguien llega a percibir “algo” material, en esos instantes en que su materia física queda visible porque están realizando una “transición del espacio-tiempo”; entonces creen que los “marcianos” están invadiendo a la Tierra para dominarnos.
En estos tiempos de crisis mundial, cualquier cosa, persona o ser, que no sea de mi grupo es un potencial enemigo.
Por supuesto, esto nos retroceder al problema del débil contexto espiritual en el que vive la humanidad.

Octavo problema: La necesidad de notoriedad individual
Y creo que el problema peor de todos no es ni siquiera la paranoia del enemigo, sino que es el deseo de notoriedad de algunos individuos.
Gracias estas mismas sociedades competitivas salvajes, existen en los individuos tendencias a autoestimas muy bajas. Esta patología logra muchas veces despertar deseos de notoriedad como forma de realzarse.
Ante una paranoia del enemigo generalizada, la gente espera que alguien o algo los salve. En ese caso, cualquier mensaje que se venda como recibido por seres superiores, no solo es esperado, sino muy bien recibido por muchos. Esto crea interlocutores muy estimados dentro de grupos humanos; muchas veces denominados “canalizadores”.
Si de verdad existiera alguna intención de mensaje, con estos “canalizadores” los “ángeles” enfrentan todos los problemas anteriores. El “canalizador”: puede estar confundiéndolos;  puede no interpretar bien en mensaje; puede no tener el contexto espiritual necesario para discernir la información; puede tener la misma paranoia del enemigo; etc.; etc.; etc. Al final de cuentas, puede también ser un charlatán.
Es importante notar que los verdaderos mensajes angelicales generalmente son personales o para grupos muy pequeños; difícilmente hay mensajes grupales o apocalípticos que se deban dar a grandes grupos de personas.
Lo que suele suceder, es que los ángeles le dan un mensaje a alguien en particular; ese alguien puede entonces articular un proceso; y este proceso sí puede ayudar a más personas. Pero el mensaje era para un solo individuo.
Muchos “canalizadores de oficio” vociferan mensajes que están llenos en sus propios miedos y puntos de vista personales; y escudan su responsabilidad o esperan mayor aceptación diciendo que los han recibido de tal o cual “entidad”. No digo que no pueda ser cierto, pero deberíamos aprender a honrar y trasmitir nuestras propias opiniones y enseñanzas con nuestra firma y sello.
¿Están entonces los ángeles en problemas? Pues más de uno allá arriba estará diciendo: “¡Pero si yo no le dije nada a ese señor!”

Me temo que aún faltarían problemas por exponer; pero es suficiente por ahora.
Todo esto, aunque parece ser ficción, es una realidad; y créanme que no estoy “canalizando” a nadie.
Lo que acabo de escribir hoy en día parece un texto fantástico; pero en nuestras escrituras sagradas se nos muestra una vida en la que estas interacciones eran el pan nuestro de cada día. Y aún lo sigue siendo; aunque no lo crean.
Solo que por haber dejado de lado el ejercicio de la “espiritualidad seria y comprometida”, se les ha hecho el trabajo más difícil a estos seres espirituales que tienen como objetivo ayudarnos.
¿Podremos retomar una vida espiritual como para volver a tener una ayuda real, efectiva y eficiente de los “ángeles”?
Por supuesto que sí, pero nos llevará bastante tiempo. Menos mal que los ángeles no envejecen y seguirán allí esperando.
Namasté
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 29 de septiembre  del 2014
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras-claves ángeles, extraterrenos,

Karma positivo vs Karma negativo



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo


Antes de comenzar, a pesar del título que propuse, tengo que aclarar que hablar del karma como positivo o negativo no es académicamente correcto. 
El karma simplemente “es”; y  este expresa la consecuencia de nuestras acciones sobre las demás personas. Esta consecuencia va a condicionar las situaciones que se presentarán en nuestra vida; de alguna manera y en alguna proporción. Se habla de proporción (a veces mayor y otra menor) porque existen otros condicionantes de nuestra realidad; difícilmente alguna situación es totalmente kármica. Pero existe.

Este condicionamiento será manifestado en situaciones afortunadas, gracias a las buenas acciones; o en situaciones de aprendizaje, por los “desatinos” cometidos. Pero si hablamos con la consciencia kármica y espiritual correcta, incluso las situaciones de aprendizaje que pueden verse como difíciles son afortunadas; ya que más que castigo, se nos están dando nuevas oportunidades de hacerlo bien. Así que no pareciera haber karma negativo.

Pero operativamente y desde una mentalidad aún terrenal, para el común de las personas que comienza a oír e interesarse en el karma, la dualidad de este resulta útil para entenderlo. Recordemos que en el plano verdaderamente espiritual la dualidad no existe.

Podemos resumir los tipos de karma de la siguiente forma:
-          El karma positivo que se crea con nuestras acciones que hacen sentir bien a los demás
-          El karma negativo que se crea con nuestras acciones que hacen sentir mal a los demás.
Y este karma (muy similar al concepto de “pecado” para el caso del karma negativo) va a ser parte de “la energía” que estará presente creando nuestro futuro.

El karma positivo propiciará (en algún momento) situaciones de vida felices, benditas, “agradecibles” (en cualquier plano); mientras que el karma negativo propiciará (en algún momento) situaciones de vida donde tendremos que esforzarnos mucho para superarlas o sobrellevarlas; situaciones difíciles (de aprendizaje)

Cuando se comienza a aprender (o a enseñar) sobre el karma, resulta normal comenzar destacando las formas de pensar, de actuar y de sentir, así como situaciones y eventos, en las cuales podemos generar karma negativo. Es lo normal, porque generalmente se busca corregir.

Y es muy común que las personas salgan aterradas viendo todo el escenario kármico negativo al que estamos expuestos; incluso pareciendo que no tuviéramos responsabilidad expresa en algunos hechos.

Este impacto en la persona, puede incluso crear negación o rechazo hacia el concepto del karma o hacia la misma enseñanza espiritual. En ese caso hay que atajar a la persona y comenzar a hablar del karma positivo.

Lo primer a recordar es que todo no es negativo; si bien podemos equivocar nuestras acciones; generalmente somos “buenas personas”; eso quiere decir que también estamos generando bienestar a nuestros semejantes, lo que nos proporciona karma positivo.
Y ambas polaridades del karma van en conjunto a crear nuestra realidad futura.  La balanza se puede inclinar hacia el lado positivo también si generamos más karma positivo que negativo. Veamos.

No es tan directo como decir que una cantidad de karma positivo neutraliza a una cantidad de karma negativo; aunque así se explique a veces y esta sea la forma de asimilarlo. Pero el proceso sí puede ser como señalo en los siguientes ejemplos sencillos:
-          Se puede tener suficiente karma negativo como para que en algún momento se condicione una enfermedad grave; pero si se tiene suficiente karma positivo ganado, se puede dar la situación de encontrar al médico apropiado que la alivie de forma efectiva y rápida.
-          Se puede tener suficiente karma negativo como para que en algún momento se condicione el fracaso de un proyecto económico personal (una empresa); pero si se tiene suficiente karma positivo cultivado, tendremos más dinero en el banco u otras empresas que nos sostengan económicamente.
-          Se puede tener el karma negativo suficiente como para que se condicione el mal funcionamiento de nuestro vehículo; pero si se ha cultivado suficiente karma positivo podremos encontrar que un compañero de trabajo vive cerca y nos puede dar el aventón al trabajo todas las veces que lo necesitemos.
Nótese que siempre digo “se condiciona” algún hecho difícil; porque se sabe que la energía de karma no es determinística.

Un karma negativo generado en una situación en particular, puede expresarse como una infinidad de situaciones de vida diferentes a la que le dio origen. Lo que sí es cierto es que el trasfondo de “acción incorrecta” espiritualmente hablando siempre es el mismo, aunque no sea evidente.

Esto quiere decir que lo que debimos haber hecho desde nuestra consciencia espiritual en la situación de origen para que no se generara el karma negativo, es lo mismo que debemos hacer en cualquiera de las situaciones futuras que propicia ese karma negativo.

¿Y cómo se genera karma positivo para inclinar la balanza hacia el lado “menos malo”? Pues hay una máxima, que si bien no es lo único que debemos hacer, es bastante general y suficiente para comenzar: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”

¿Y cómo además genero menos karma negativo? Pues haciendo lo “correcto”; entendiéndolo así  desde el aspecto espiritual. Y en este caso las acciones si son múltiples, dependiendo de cada situación. Pero si te interesa profundizar, comienza leyendo el Evangelio de Mateo en los capítulos 5, 6 y 7; allí encontrarás cosas como: “bendice a tus enemigos”, “no te enojes con tu hermano”, “pon la otra mejilla”, “no juzgues”, etc.

¿Pero el cristianismo tiene que ver con el karma? Totalmente; porque es muy parecido a lo que se plantea como “pecado”. Y en cuanto a la trascendencia de ese pecado a vidas sucesivas también; aunque no se acepte abiertamente en el catolicismo.


Gracias a Dios, tenemos posibilidades infinitas de aprender a hacerlo bien (Ley del Karma). Pero que esto no aligere nuestro empeño y esfuerzo; porque cada vez los exámenes tienen más materia acumulada, #PAGR2014
Todo esto es una parte minúscula de lo que se puede aprender del karma; pero estoy seguro que este enfoque y esta simpleza pueden ayudar a aclarar algunos aspectos a las personas que comienzan a interesarse en este tema.

Definitivamente la vida no está perdida por tantos asuntos “kármicos peligrosos” que parecen existir. Pero la vida sí se puede descontrolar si no se entienden las reglas con las que funciona el universo y nosotros como parte de él. Estas reglas las planteó el mismo Dios; y la Ley del Karma o de Acción y Reacción es una de ellas.

Namasté

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 30 de septiembre  del 2012 
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Palabras-claves: karma, positivo, negativo, pecado, cristianismo

martes, 23 de septiembre de 2014

Si la vida te da limones...



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Si la vida te da limones, pues haz limonada”. Este es un dicho muy conocido que se suele repetir haciendo referencia a situaciones difíciles de vida (ácidas como limones, difíciles de tragar) y a la limonada como una forma de sacarle provecho a dichas situaciones (como a una bebida refrescante y dulce).

Como buen dicho popular, este encierra mucha sabiduría real.

¿Qué pasa si alguien te da limones y tú simplemente los dejas por allí? Los puedes dejar de lado; a lo mejor estorban de vez en cuando; con el tiempo comienzan a podrirse; si no se hacen algo con ellos comienzas a atraer moscas; a lo mejor olores desagradables; suelta un líquido que ensucia todo... El trabajo de limpieza, luego de ese tiempo, suele ser más difícil que si se hubieran tomado medidas desde el principio.

Lo lógico es que apenas te den los limones y estén maduros:
  1. Los saques de la bolsa, los laves y los cortes.
  2. Los exprimas; les saques el jugo.
  3. Pongas ese jugo en agua, para diluir su acidez.
  4. Eches azúcar, a lo mejor un poco de hielo y lo disfrutes.
  5. Y por supuesto, el resto de los limones que ya no es aprovechable LO DEBES BOTAR A LA BASURA. Muy pocos excelentes cocineros pueden aún hacer cosas útiles con los restos de los limones.
¿Qué pasa si la vida te propone experiencias difíciles de vivir? Las puedes dejar de lado (pensando que van a pasar o a sanar solas); a veces te van a estorbar (hasta con el solo recuerdo doloroso u otras veces no te dejaran vivir); con el tiempo comienzan a enfermarte (porque drenan tus energías por la preocupación o porque te impiden seguir delante); comienzan a atraer situaciones personales difíciles a tu vida (moscas); comienza a molestar a los que te rodean (olores) y terminan dañando toda tu realidad (suciedad). El trabajo de sanción, luego de ese tiempo, suele ser más difícil que si se hubieran tomado medidas desde el principio.

Lo lógico es que apenas ocurran situaciones difíciles (observar la correlación con la numeración de los limones):

  1. Las reconozcas y las pongas en evidencia; no las ocultes con excusas o pseudosentimientos; esas excusas hay que lavarlas.
  2. Las analices bien y enmarques su “por qué”, su escencia, su origen; con algunos fundamentos que te ayuden a superarlas (fundamentos orgánicos, energéticos, espirituales, etc.)
  3. Las diluyas en un medio que te sea útil para entender y digerir (por ejemplo con alguna práctica de sanación – en concordancia al análisis que hiciste anteriormente).
  4. No solo busques sanar la situación, sino que debes comenzar a cambiar cosas en tu vida para mejor. No es solo cosa de “no estar mal”, es importante estar “cada vez mejor y más fortalecido”. Es este punto es cuando comenzarás a sanar verdaderamente la situación.
  5. Y por supuesto, al resto del problema que ya no es aprovechable LO DEBES BOTAR A LA BASURA. Muy pocos excelentes sanadores pueden aún hacer cosas útiles con las situaciones ya superadas.
No creo que tenga mucho más que decir aquí; más allá indicarles que lo que acaban de leer es un proceso completo de sanación.

Si bien hacer limonadas es algo fácil para muchos, sanar puede requerir ayuda de un sanador experimentado.

Y no te saltes ningún paso; si no, la limonada no te quedará muy bien. 

“Aprender de las situaciones difíciles y fortalecernos con ellas, es indispensables para no sufrirlas una y otra vez; incluso en escenarios diferentes” (PAGR) 

Namasté.


Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 23 de septiembre del 2014.
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Palabras-claves: sanar, limones, situaciones, difíciles, sanador, limonada, proceso

lunes, 22 de septiembre de 2014

El ejército multicolor de Dios



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Dios no puede ser tan “loco” (con todo el respeto) para formar un ejército para Él, que solo esté conformado por un único tipo de soldados.
En todo ejército hay especialistas en diferentes áreas.
Y Dios tampoco puede limitar la forma en que sus hijos lleguen a Él en una sola religión; para mí eso sería muy injusto.
Si se estudia el trasfondo de las religiones oficiales antiguas (o doctrinas espirituales), se observa que todas tienen los mismos dos objetivos básicos:
1-     Vencer al ”pecado”
2-     Y ganarse la vida eterna (llegar al Cielo, al Padre)
Si todas las religiones tienen fines comunes, ¿qué de extraño tiene que unamos fuerzas?
Un primer problema es que hay gente que se cree y se dice religiosa y “mete la pata” actuando en función de lo que mal-entiende de su religión. “Por sus frutos (obras) los conoceréis...” (Mateo 7:16) y no por lo que dicen de sí mismos.
Por ejemplo, yo no puedo ser cristiano e ir odiando a personas de las cuales siento que hacen las cosas mal o que incluso considero “mis enemigos”. ¿Verdad?
Pero peor aún es que haya personas que condenen a algunas religiones por los actos de esos pocos “equivocados religioso”. Dios mío, si así fuera, nosotros los cristianos seríamos los primeros que pudiéramos salir condenados (recordemos que debemos: “no juzgar, amar a nuestros  enemigos, poner la otra mejilla; entre otros catorce preceptos más.”. Parece que nosotros somos los primeros que no hacemos lo que nuestra doctrina exige.
Antes de “juzgar” o incluso de hablar de religiones, deberíamos tomarnos el tiempo de estudiar a fondo y sin prejuicios tanto a nuestra propia religión como a las otras; para así darnos cuenta de que esos “lastimosos embajadores autonombrados” de algunas religiones, no son tales.
Solo como un ejemplo; hay que entender un poco el hinduismo antes de criticar a esos dioses con cabezas de animales. Si se hace un sincero esfuerzo, nos podemos dar cuenta que su trasfondo no es muy diferente a nuestro propio cristianismo. Simplemente fueron tiempos diferentes, culturas diferentes y enfoques distintos de una misma enseñanza.
Tengo que decirlo. Yo comprendí lo que significaba el Espíritu Santo y lo que nos enseña nuestra Madre la Virgen María cuando abordé un poco de enseñanza hinduista. Y aprendí el desapego cristiano y la compasión de Jesús cuando paseé por el Budismo. Ambas cosas las hice sin dejar nunca de sentirme Cristiano (y Católico). Yo puedo decir que aprendí a ser mejor cristiano gracias al hinduismo y al budismo.
Pero qué podemos esperar si entre los mismos cristianos de diferentes iglesias (Católicos, Evangélicos, etc.) nos menospreciamos y hasta a veces nos despreciamos, considerándonos unos a otros como “equivocados”, “ladrones”, “farsantes”, “pecadores”, etc.
Es lamentable escuchar incluso a cristianos católicos bautizados, confirmados, casados y de “misa de domingo”, hablar sapos y culebras del Vaticano. Pero apenas nace un hijo, corremos a bautizarlo.
¿Olvidamos acaso quién es aquel que maneja argumentos separatistas para debilitar al contrincante? Pues es aquel contra el que supuestamente luchamos. En cada juicio contra nuestro hermano de lucha le estamos siguiendo el juego; es una victoria para él.
Si lucháramos todas las religiones unidas para erradicar al pecado como un solo ejército multicolor de Dios;  todos juntos pudiéramos llegar al Padre. Particularmente no veo el problema.
(Marcos 9, 38-39)
“...38 Juan le dijo: Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no nos seguía. 39 Pero Jesús dijo: No se lo impidáis, porque no hay nadie que haga un milagro en mi nombre [gracias a lo mismo que yo enseño], y que pueda enseguida hablar mal de mí. 40 Pues el que no está contra nosotros, por nuestra misma causa está”
(Los corchetes son míos)
Dios te bendiga - Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 22 de septiembre del 2014.
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Palabras-claves: unión, religiones, cristianismo, hinduismo, budismo, ejército, Dios, pecado, diablo, Padre, ejército