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sábado, 20 de septiembre de 2014

Cuando las “buenas acciones” generan “karma negativo”. Parte 2: Paseando al perro



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

(Este escrito pertenece a una serie de artículos donde se muestran diferentes “casos” de la vida cotidiana donde podemos estar generando karma negativo sin siquiera saberlo. Si ya has leído alguno de los otros, puedes ir directamente a la lectura del caso, ya que la explicación a continuación es la misma en todos). 

En este artículo, lo primero a notar son las comillas del título. Ambas frases: “buenas acciones”  y “karma negativo” puede no referirse a lo que describen.

Ya sabemos que muchas veces hay acciones que pudiéramos catalogar como “buenas” que pueden solo ser “convenientes para nosotros” o tener un matiz de “buena” únicamente desde nuestra perspectiva. Esas son las “buenas acciones” a las que nos referimos aquí. 

De forma similar, no existe realmente un karma positivo ni un “karma negativo”. Simplemente hay karma; este, en el correcto contexto espiritual, enmarca escenarios de aprendizaje. La experiencia en uno de esos escenarios será buena o será mala dependiendo de cómo lo asumamos y de cómo lo superemos. Pero a esa energía de karma que produce escenarios de aprendizaje difíciles es a la que nos referimos aquí como “karma negativo”.

En nuestra cultura occidental; y en algunas sociedades más que en otras; la noción de causa y efecto (karma) no se encuentra presente de forma viva. Pareciera que solo una acción produce un efecto si alguien ve lo que se hace, o lo nota o lo siente o lo sufre. 

En sociedades cada ve más mentales, lo que no se ve o lo que no se puede explicar con lógica “no existe”. Y es una lástima que sea así, porque en realidad suceden más cosas en planos no visibles que en nuestra realidad palpable. De esto, uno se da cuenta cuando de forma sincera se buscan explicar fenómenos de vida y todas las respuestas se encuentran en los planos sutiles de forma coherente y consistente. ¿No lo crees? Es porque no has comenzado a buscar de forma sincera.

Y es por eso por lo que muchas personas se atreven a robar, dañar, violar las reglas; por el solo hecho de que nadie les está viendo. Qué diferente sería el mundo si recuperáramos una visión amplia de nuestra realidad, la cual nos hizo perder la modernidad. 

En este aspecto, el karma pertenece a esos fenómenos que “son”, “existen” y “se llevan a cabo” sin necesidad de que nadie los vea, ni los entienda ni crea en ellos. El karma pertenece a una Ley Universal a la cual no le importa que la gente este consciente de eso o no.

De igual forma que la luna se mantiene en su órbita alrededor de la tierra gracias a una combinación de leyes físicas (Ley de Atracción de Masas, Fuerza Centrífuga, etc.); ella siempre sigue en su posición sin importarle que la gente crea que es por magia, por la mano de Dios, por unos extraterrestres o aunque ni lo piensen.

Nuestra realidad esta llena de ese tipo de hechos que escapan incluso a las mentes mejores preparadas. Hechos que no se pueden explicar con las pocas leyes terrenales existentes; y que comenzar a creerlos implicaría romper muchos esquemas mentales que resultan cómodos o “empoderadores”. Son con estos esquemas mentales que preferimos vivir; porque creemos que los controlamos; aunque si fuéramos valientes nos daríamos cuenta que son ellos los que nos controlan y limitan nuestras experiencias de vida. No “creer en cosas” que no se pueden demostrar, desechar propuestas “que no encajan con nuestra realidad evidente”, no es claridad mental ni seriedad, sino que es ceguera mental. Es como vivir encerrados en una jaula negándose lo extenso del universo detrás de los barrotes.

Y el gran problema de esta ceguera mental, por la cual no se pueden ver las Leyes que rigen al Universo (y por ende a nuestra existencia), es que vivimos cotidianamente y de forma constante trasgrediendo formas correctas de actuar; “correctitud” que va más allá de nuestras conveniencias o de nuestros limitados criterios personales.

Estas trasgresiones traen inevitablemente consecuencias negativas, las cuales al no poder explicarlas se las achacamos a la suerte, a los astros, a las brujerías, a los muertos, a castigos de Dios, al demonio, etc. Y por supuesto no encontramos una explicación  por no poder ver el origen, “por no creer es esas tonterías”, por esa misma ceguera mental.

Comenzaré con varios ejemplos cotidianos en diferentes entregas, que únicamente buscan aflojar la venda de los ojos. Quitársela dependerá de cada quien.

Caso: Paseando al perro 

¿Quién pudiera decir que sacar a pasear a su perro es malo?
Simplemente describo una escena cotidiana y explico la visión limitada con “ceguera mental” (visión ingenua) y “visión amplia

En horas de la tarde, en cualquier vecindario o urbanización de Caracas. Un orgulloso y esmerado amo saca  pasear a su perro, para que haga un poco de ejercicio y aproveche y,  a lo mejor, haga “sus necesidades”.

El poco rato de estar fuera, en pleno paseo, el perro se alista según sus instintos y frena la marcha para evacuar en la grama de una acera. El dueño, muy conocedor de su mascota, le divina las intenciones y con una mirada rápida ve a su alrededor y como nadie estaba viendo, decide no coartar a su perro al satisfacer sus necesidades.

Durante esos pocos segundos; al amo maneja mentalmente argumentos de excusas como: que por allí pasean muchos perros, que nadie lo ve, que fue a un “ladito” de la acera, que esos excrementos se secan con el sol, que se disuelven y se van apenas llueva, etc.; etc.; etc.

Acto seguido, el amo apura el paso con su perro para alejarse de la evidencia. 

Visión ingenua 

Si bien cualquier persona civilizada entendería que eso puede haber ido mejor, nadie condenaría al amo a causa del “pobre perrito”.

El amo tuvo que haberse llevado una palita y una bolsa para recoger los excrementos; pero bueno, a lo mejor se le olvidó, salió apurado, o no pensó que el perro iba a necesitar evacuar.

Y en el peor de lo casos, algunos pensarían que ese dueño del perro es un desconsiderado, un pésimo vecino, que no debería vivir allí, que hay que reclamárselo, pero... nada más.

El amo por su parte ¿acaso se siente mal? A lo mejor puede sentir una pequeña vergüenza interior (en el mejor de los casos); pero bueno, “su perro lo sorprendió; y nadie se va a morir por eso”.

¿Estas de acuerdo con algunas de estas visiones? 

Visión amplia 

La situación presentada es la típica donde una acción realizada por una persona es potencialmente peligrosa en genera malestar en otras personas. No se juzga la acción como buena o mala según la conveniencia o punto de vista de los particulares; sino que se deben pensar en los sentimientos que se pueden despertar en los posibles-futuros involucrados.

Aquí está actuando directamente la Ley Universal del Karma.

Resumiéndolo mucho, esta ley plantea que si una acción realizada por una primera persona, genera malos sentimientos en una segunda persona (o en un grupo de terceras personas), esta acción (sea cual haya sido) genera un karma negativo. Dicho karma negativo lo van a compartir tanto la primera como la segunda y todo el grupo de terceras personas; y este karma va a condicionar a TODOS LOS INVOLUCRADOS en situaciones difíciles de vida con el objetivo de que aprendan lo necesario para que algo similar no vuelva a ocurrir (para que no se hagan daño emocionalmente entre unos y otros). Si no se aprende en las diferentes situaciones difíciles que se van a presentar, el karma negativo se mantiene y seguirán ocurriéndoles situaciones una y otra vez.

Veamos entonces.

La “buena acción” del amo, llevando a pasear al perro; y la ligereza compasiva hacia el perro, dejándole defecar; puede generar mucho karma negativo en otras personas que inmediatamente se compartirá con el amo del perro, por el simple malestar de los terceros involucrados.

Aunque el amo y el perro ya puedan estar en su casa; si horas después algún marchante pisa el excremento, esto le va a hacer sentir bastante mal y por ley del karma se va a generar un karma negativo que va a compartir directamente con el amo del perro. ¿Que el marchante no vio al amo del perro, ni presenció el hecho, o que ni siquiera ya está allí?

Pues a la Ley del Karma no le importa. Simplemente el karma generado por los sentimientos negativos causados por un hecho, une al afectado con el originador del hecho (ojo, el perro no era el originador); aunque no se conozcan o ni se hayan visto nunca.

Y esto no solo hace que se comparta el karma negativo generado en el hecho, sino que establece un lazo kármico (aunque sea pequeño) entre el amo del perro y el marchante. Este lazo quedará activo y a través de él se continuará compartiendo karma hasta que algún día el destino les vuelva a encontrar y les permita sanar ese karma en alguna otra situación, probablemente poco agradable.

Entonces, ¿qué pasa si el marchante, por casualidad, es una persona que está pasando por situaciones difíciles de vida (tiene muchos karmas negativos activos)?... ¡BINGO! El amo descuidado del perro se “gana” el deber de compartir el karma difícil del marchante; a él también le comienzan a afectar esos karmas negativos del marchante.

Más adelante vendrá la frase que se utiliza desde la “visión ingenua” de la vida: “Dios mío ¿por qué yo? Si hasta quería a mi perro y lo sacaba a pasear todas las tardes...

Y ¿si no es solo ese marchante el que se afecta? ¿Si se molesta también el dueño de la casa cuya acera el perro defecó? ¿Si se incomoda el jardinero que corta ese pedacito de grama porque llenó sus herramientas de heces del perro? ¿Si a los empleados de la limpieza municipal les da rabia porque su labor no es estar recogiendo “gracias de perro”?

Pues bien, el “ingenuo amo del perro” que simplemente “no se llevó la bolsita ni la palita” pero que tampoco le dio la trascendencia al hecho; comenzará a compartir karma con: el marchante, con el vecino, con el jardinero, con los del servicio de limpieza municipal... Después, que no se queje.

El amo, debería comenzar a rogar que todas esas personas sean de mucha altura espiritual y estén trabajando su karma de forma proactiva para que su propia vida no se comience a complicar; a final de cuenta parte de su futuro va a “depender kármicamente” de las personas que se sintieron mal por su acción.

Entonces ¿qué hubiera sido lo mejor? Sencillo:
1.       Que el amo se hubiera llevado “la bolsita y la palita”; como era “lo correcto”
2.       Que en caso de olvido se hubiera devuelto a buscarlas; como era “lo correcto”
3.       O que en caso de sorpresa, una vez consumado el hecho, que se hubiera devuelto para recoger el excremento, una vez llegados a casa; como era “lo correcto”

¿Son acaso acciones correctas absurdas? Con ellas, se hubiera evitado el compromiso kármico de mucha gente que posiblemente no sabe lo que es la Ley de Acción y Reacción y por lo tanto no estarán llevando su vida de la mejor manera. 

“Nadie puede hacer feliz a alguien, quitándole la felicidad a los demás.” (PAGR) 

Esta visión amplia parece muy de novela, muy fantasiosa. Pero es esta misma “inconsciencia” en la que vivimos; este “preferir no creer en cosas que no se ven”; el “desvirtuar” cosas que bien se conocen y se enseñan desde la antigüedad; es lo que nos hace ganar tristes méritos para que nuestra vida se llene de situaciones complicadas y difíciles. Después, en los momentos difíciles, nos preguntamos: “¿Por qué a mí? ¡Dios mío!” 

Y hablamos de una posible vida con más complicaciones gracias al karma negativo; pero no les quiero contar lo que significa morir con una carga muy fuerte de dichos karmas. Nos conviene “ponernos serios”

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 20 de septiembre del 2014.
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Palabras-claves:  vecino, perro, limpieza, jardinero, karma, negativo, acciones, correctas, buenas, heces, defecar, aceras, urbanización, vecindario.

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