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miércoles, 13 de agosto de 2014

Cuando se ausenta el Maestro Espiritual



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Siempre he dicho que un Maestro no es indispensable; sí es la mejor forma de crecer espiritualmente, pero no es indispensable.

Claro, cualquiera puede decir esto y descubrir que no es totalmente cierto una vez que se ha encontrado a su maestro.

Otra de las cosas que siempre se acota es que un maestro espiritual no puede ser soporte emocional de nadie. En el momento en que el Maestro sea el “paño de lágrimas” de alguien; y ese alguien busque al Maestro simplemente para que le resuelva sus problemas o le aclare sus dudas, pues en ese mismo instante el maestro dejará de serlo y comenzará a ser “amigo” o un simple “informador”.

Pero una vez que alguien se convierte en discípulo (encuentra a su maestro y lo asume) la relación entre ellos trasciende los planos físico, mental y emocional. Y es entonces cuando el Maestro puede hacer su verdadero trabajo.

Por lo tanto, lo que dije al comienzo de lo “no indispensable del Maestro” es totalmente cierto; siempre y cuando estemos trabajando en plano terrenal.

Un discípulo sí tiene dependencia del maestro en planos sutiles (no terrenales); y en especial en los planos kármico y espiritual.

Parafraseo. Si una persona no tiene consciencia despierta en planos sutiles; pues sus necesidades serán solo en plano terrenal. En ese caso, un maestro espiritual no significa gran cosa. Probablemente sea solo un concepto que no se comparta o que ni siquiera se entienda. Incluso puede llegar a ser algo que se siente como importante pero que no se termina de asumir.

Pero si alguien ya despertó en planos sutiles, las dependencias terrenales van desapareciendo y comienzan a aparecer las que sí pudiera satisfacer un maestro espiritual. Es el estado típico cuando las personas se comienzan a interesar en “estas cosas raras espirituales”

Además, si alguien ya consiguió a un maestro, esta dependencia es la que puede despertar la necesidad de cuidar al maestro, de atenderlo, de estar pendiente de él. El Maestro puede comenzar a ocupar más espacio en la atención y en el pensamiento cotidiano del discípulo. 

Todo maestro se debe cuidar de ese efecto que puede ejercer; para asegurarse que la necesidad que alguien tenga de él se mantenga en planos sutiles; y no se confunda con planos terrenales.  Es por eso por lo que un maestro con sus discípulos puede llegar a ser intencionalmente “poco cortés”, “chocante”, “desapegado”, “poco amigo”; alguien con el que la mayoría de las personas no se sentaría a tomar una taza de café. Todo esto; sin excluir el respeto entre personas adultas, necesario para una convivencia sana; pero nunca de “mucha amistad”

A pesar de todo este escenario, las veces que el Maestro llega a ausentarse, algunos de sus discípulos se pueden sentir “desorientados” o con “malestar”.  ¿No te trata bien, pero lo necesitas? ¿Suena masoquista? No lo es.

El Maestro sí llega a dar un verdadero bienestar, pero en planos sutiles (evidentemente no en planos terrenales). Y si el bienestar disminuye, entra la idea de malestar.
Pero esto únicamente lo notan personas con capacidad de valorar su propia espiritualidad; personas que hayan conocido lo que significa sentirse bien espiritualmente. 

¿Por qué un maestro se puede ausentar? 

Un maestro se puede ausentar principalmente por dos condiciones:

  1. Si deja de ser un maestro para un discípulo en particular.
  2. Si debe ocuparse de sus asuntos terrenales de forma prioritaria, dejando de lado su parte espiritual. Esta condición puede ser temporal o definitiva.
 
Son estas razones las que pueden hacer mella en el bienestar espiritual de los discípulos; y son estas las que guían el comportamiento de los discípulos hacia el Maestro. El primero de los comportamientos es el de cuidarse para o dejar de ser discípulo y el segundo es ayudar en las cosas terrenales del maestro. Dicho comportamiento definitivamente no tiene sentido si se observa con ojos terrenales. 

A veces esta es la razón por la cual algunas personas buscan asumir a un maestro espiritual ya trascendido (desencarnado o hasta inventado); a estos ya no aplica la condición número dos. El problema es que es soberanamente difícil ser discípulo verdadero de un Ser con el cual no se puede tener contacto humano.

Cuando alguna de estas dos condiciones de ausencia se da y alguien que se sentía discípulo comienza a sentir un retroceso, un estancamiento, unas ganas de no seguir su camino espiritual; antes de tomar alguna decisión lo primero que debe hacer es volver a evaluar su vida personal para ver desde dónde nace ese apego al maestro; qué era lo que el maestro estaba satisfaciendo. 

Si descubre que el apego era terrenal y el maestro satisfacía una necesidad o carencia terrenal, pues habrá perdido el tiempo con el Maestro. 

Si el apego es de planos sutiles, siempre se puede comenzar a procurar que el Maestro vuelva; y si esto no es posible, pues hay que comenzar a utilizar todo el crecimiento espiritual ganado para aprovechar la vida mientras se encuentra a otro maestro, si llega a ser el caso. 

De cualquier forma el mundo no se acaba. Ese “malestar” por ausencia del maestro, no es un malestar real, sino una disminución del bienestar que proporcionaba el Maestro.

Afortunadamente los Dones Espirituales que se refuerzan al lado de un maestro espiritual nunca retroceden. Así que no hay un daño real; siempre se va a seguir mejor de lo que se estaba antes de haber estado con el maestro. 

Entonces vuelvo al comienzo. El maestro espiritual no es indispensable para vivir; lo que si hay que hacer es aprovechar cada segundo de aprendizaje cuando se tiene uno, antes de que se ausente.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 12 de agosto del 2014.
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Palabras ausencia, dependencia, maestro, discípulo, plano terrenal, consciencia, planos sutiles

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