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jueves, 14 de marzo de 2013

¿Quieres sanar? - ¿Quién Evoluciona?


Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

¡Por fin! Después de varios meses de meditación reflexiva, esperando que mi mente pusiera en claro las ideas manejadas en planos superiores, ahora puedo traerles aquí uno de los temas más importantes para mí en estos últimos años.

Y digo últimos años, porque estos han estado dedicados a intentar guiar a algunas personas hacia un aumento de su bienestar. No soy quien para decir si lo he conseguido o no, cada quien lo dirá; pero el esfuerzo lo he hecho y he tenido como consigna tratar de dilucidar cuáles son los requisitos necesarios para hacerlo.

Todo esto resume en el tema de: ¿Qué condiciones debe tener o qué debe cumplir una persona para comenzar a sanar de forma sostenida e irreversible?

Quiero volver a aclarar términos, ya que esta sola pregunta se puede aplicar a diferentes casos. Para lo que a mí concierne, el término “sanar” es lo mismo que “mejorar”, que “evolucionar”, que “crecer espiritualmente”, que “aumentar el bienestar integral o global”. Y el mismo término “sanar” se puede aplicar en diferentes aspectos de vida: económico-físico-terrenal, mental-estrés-angustias, emocional-parejas-familias-amigos, energético-salud-cansancio-bloqueos, astrales, kármicos y espirituales.

Pero siempre que se nombra “sanar” se contrasta con el término “curar” y es necesario hacerlo. El “curar” se enfoca más a los síntomas y el “sanar” más a los orígenes del malestar. Cuando alguien se “cura” de algo, no se le asegura que no pueda recaer en algún momento con lo mismo o con algo similar; para permanecer bien (“sano”) debería cambiar actitudes, costumbres, acciones de vida (deberíamos “evolucionar”)

No existe la “involución” (por lo menos a nivel espiritual), Cada mejora que logremos sanando pasa a formar parte intrínseca de nuestro Ser y la mantenemos por siempre; ese es uno de los indicadores que pueden ayudar a darnos cuenta si estamos “sanando” o únicamente nos estamos enfocando a los síntomas.

Pero aunque parezca mentira, muchas personas se pueden “curar” de sus dolencias, pero no todas consiguen ni siquiera comenzar a “sanar”. En tantas terapias, “guiaturas” e intentos de ayuda a otros, me he dado cuenta de que esta es una realidad muy a pesar mío como sanador; que si bien uno aprende a no involucrase en los procesos, la inquietud de encontrar el porqué sucede de esta forma se mantiene presente.

A veces se argumentan cosas que parecen lógicas, pero con cientos de terapias se pueden desechar argumentos como los siguientes:
  • Hay personas que no quieren sanar
  • Hay personas a quienes las enfermedades le son útiles
  • Hay cosas que no se sanan
  • Hay malestares que la persona debe vivir
  • Hay personas que no tiene la capacidad de sanar
  • Karma malo, karma malo, karma malo...
  • y peor aun “castigo de Dios”
Si bien como sanador reconozco que estos son argumentos que pueden tener real influencia en los procesos de sanación y por ende nunca se pueden desestimar, si tomamos algunos de esos como premisa de entrada es mejor que nos dediquemos a otra cosa.

Es natural buscar estados de bienestar, es simplemente instintivo porque Dios necesita que así sea; y por el hecho de ser instintivo, no depende de nosotros. Lo que parece suceder es que muchas veces equivocamos los caminos y las herramientas para lograr estar bien o intentar enfrentar situaciones.

Y es aquí donde entra el proceso de evolución (de sanación, de crecimiento espiritual). En un proceso de evolución se afinan las herramientas para poder vivir cada vez mejor, no solo para enfrentar nuestro presente, sino para construir nuestro futuro y manejar nuestro pasado correctamente.

Pero si el proceso de búsqueda de bienestar es instintivo ¿por qué no lo conseguimos de forma automática?, ¿por qué digo que algunos parecen lograrlo más que otros o estar más preparados para asumir un crecimiento espiritual? Aquí va la respuesta.

El “sufrimiento extremo” el “tocar fondo” muchas veces parece un requisito para ver “La Luz”, pero créanme que hay personas que están en el mismo infierno y no parecen tener la mínima capacidad de levantarse ni de dejarse ayudar a levantar. Allí esperamos la Misericordia Divina como la única salida (un milagro)...; pero a veces no se ve por los alrededores.

En realidad hay pocos requisitos para poder encaminarse haya un bienestar real (que no dependa de los demás) y estos requisitos, por Justicia Divina, tienen que estar disponibles para cualquiera de nosotros:

  1. Debemos comenzar a centrarnos en nuestro espíritu: cabe ahora la pregunta del ¿por qué cada vez que apuntamos hacia la felicidad aparece lo espiritual? La respuesta es sencilla; el bienestar, la paz, la armonía, la felicidad, debemos cultivarla de adentro hacia fuera; debemos buscarlas dentro de nosotros. Tenemos que aprender que nuestro bienestar no puede depender del exterior, sino de lo que nosotros podemos controlar; debemos construir la felicidad con lo único que es nuestro, que poseemos y que nadie nos puede quitar, nuestro espíritu.
    Por tanto, crecer en espíritu, fortalecerlo, nos va a asegurar que vayamos cultivando un bienestar inmune al exterior, duradero, sostenible, con sus altibajos pero rápidamente recuperable.

  2. Debemos entregarnos a Dios: unos de los caminos equivocados que recorremos para ser felices es la “autosuficiencia”. Generalmente en este plano terrenal al que estamos acostumbrados lo que reconocemos como “yo” es nuestra mente, nuestro grupo de ideas, nuestras preconcepciones, nuestra planificación, nuestras acciones intencionadas sujetas a expectativas; y somos compulsivos en creer que “yo” puedo arreglar las cosas y resolver todos los problemas; que “yo” lo estoy haciendo bien (o mal). Desafortunadamente la mente es indispensable para interactuar con nuestro alrededor, pero como tiene el foco fijo hacia afuera, es incapaz de crear ese bienestar que solo depende de nuestro interior.
    Entregarnos a Dios entonces significa dejar de lado a la mente expectante (llenas de expectativas) en la búsqueda de nuestra felicidad real; significa entregarnos al fortalecimiento de nuestro espíritu, que es la esencia más pura de Dios en nosotros.
  1. Debemos seguir instrucciones mínimas: comenzar a caminar en un campo abierto sin tener un rumbo claro es algo complicado. Cuando queremos llegar a algún lugar, instintivamente miramos al suelo, a la tierra y buscamos alguna marca de sendero que nos indique que alguien caminó por allí para llegar al lugar deseado. El recorrer caminos que otros ya han transitado aumenta las probabilidades de buen arribo; ya alguno habrá quitado las piedras y allanado el camino y colocado señales y hechos los desvíos necesarios considerando los peligros de la ruta. Las enseñanzas religiosas son eso; formas de llegar al Bien Supremo que muchos ya han recorrido y los cuales han trazado la ruta para hacerlo de la mejor manejar posible. Puede haber muchas filosofías religiosas, ya que el camino no es uniforme; dependiendo de cómo se arranque habrá diferentes piedras, montañas, peligros, desvíos, consideraciones especiales; pero todas fijan en el horizonte a Dios, al bienestar de Espíritu, a la unión de nuestro Ser a esa paz suprema. Las enseñanzas religiosas son por tanto instrucciones mínimas a seguir para un camino de crecimiento espiritual. Si quieres sanar deberías abrazar alguna religión, la que más se acomode a ti y la que te ofrezca lo que al final deseas conseguir.
    Si bien es cierto que muchas personas pueden enfocar su crecimiento espiritual no adoptando religiones formalmente establecidas sino que se adhieren a esquemas de crecimiento espiritual particulares (Maestros/Gurús/etc.), pero es indispensable que las enseñanzas de estos particulares estén basadas en las mismas filosofías que originaron a las religiones; de lo contrario serán instrucciones de camino “menos probadas”.

  2. Debemos asumir rutinas: al igual que el cuerpo no se fortalece solo con buena alimentación sino que es indispensable el movimiento, la acción, el ejercicio; así también nuestro espíritu requiere no sólo de buenas intenciones, sino de ejercicio y sobre todo de rutina. Las rutinas fortalecen los diferentes aspectos involucrados; las rutinas espirituales fortalecen a nuestro espíritu. En acciones rutinarias la mente expectante no se involucra; y cuando lo hace se comienzan a desestimar las rutinas y todo el crecimiento espiritual se viene abajo. Todas las religiones ofrecen las rutinas indispensables dentro de su esquema de crecimiento espiritual; de allí que sea prudente abrazar a alguna para no estar inventando rutinas de ejercicios, los mismos que a lo mejor pueden hasta malograr al espíritu... A menos, claro, que seas un profeta elegido por Dios y al cual le esté dictando los lineamientos para crear una nueva religión... allí tu mente sabrá.
    El asumir rutinas evidencia el compromiso que se tiene en el empeño de crecer, además de poner en ejercicio aspectos importantes de la propia sanación: establecer orden en las tareas cotidianas, flexibilizar estados patológicos de dependencia o estancamiento, cultivar el desapego, re-evaluación de tus prioridades, etc. Pueden ser rutinas desde una recitación periódica de una oración hasta la asistencia obligante al lugar de reunión. Cada esquema de crecimiento te las impondrá.

Hoy te puedo asegurar que estos pasos o requisitos son indispensables a considerar y trabajar cuando cualquiera de nosotros quiera sanar. No sé si mi meditación reflexiva continúe y pueda venir algún otro paso, pero tengo la certeza que será una subsección de los anteriormente descritos.

Así que cuando sientas que debes enfocar tu vida de forma diferente a como lo has venido haciendo, bien sea porque debes salir de algún atolladero y comenzar avanzar de forma menos aleatoria, es porque estarás buscando “sanar/crecer/evolucionar”. Entonces, lo primero que deben hacer es volver a leerte esto, una y otra vez, para que sepas qué se va a esperar de ti.

Luego de entenderlo, el cómo llevar a cabo estos pasos es la segunda etapa. Allí sí debes buscar ayuda; la hay por montones, solo debes elegir bien. Tu parroquia, la iglesia, el templo, grupos de oración; algún sacerdote, pastor, maestro, algún guía, algún grupo de crecimiento espiritual. Lo peor que puedes hacer es quedarte sin hacer nada, Dios te quiere feliz, pero tú eres quien debe caminar hacia Él.

Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 14 de marzo del 2013
Twitter: @eReiki

3 comentarios:

  1. Qué lindo texto reflexivo,interesante e inspirador. Representa un reto para todos los que queremos sanar, experimentar cambios y mantener la serenidad. Gracias por tomarte el tiempo de compartir con nosotros tus enseñanzas. Lo leeré cada día hasta que, de forma natural, se mantenga en mi mente. Maru.-

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  2. Hermoso compartir, gracias gracias gracias

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  3. Namaste Maestro.

    Gracias por sus palabras reflexivas , que nos ayudan mucho mas a entender y asumir mayor compromiso con nuestra evolución espiritual consciente.

    "Dios te quiere feliz, pero tú eres quien debe caminar hacia Él.".... Bellisima frase.

    Namaste

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