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sábado, 2 de enero de 2016

Un discípulo



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

El tema de la relación de alguien que se dice  “discípulo”, con otra persona a quien llama “maestro espiritual”, trae uno de los peores malos entendidos cuando se habla con personas con poca cultura espiritual.

Incluso aquellas personas que pueden tener mucha preparación religiosa, pueden carecer de una verdadera noción de cómo se lleva realmente un aprendizaje espiritual; y por lo tanto “satanizan” lo que significa esa relación de una persona ante la enseñanza espiritual de un maestro.

Muchas veces se ve a la relación maestro-discípulo como algo enfermizo. Y debo decir que en ambientes pseudoespirituales, en las denominadas “sectas”, puede efectivamente llegar a ser patológico.

Pero en un “ambiente real de crecimiento espiritual”, es el maestro espiritual quien debe encargarse con su actitud de que alguien NO se sienta discípulo porque está satisfaciendo ciertas carencias de su vida personal.

Muchas personas se afilian a grupos que promueven “altos ideales” porque encuentran en ellos a un “líder” (“maestro”) que le hacen sentir “parte del grupo”; o porque se sienten “queridos por el grupo”; o porque siente una mejora en su autoestima ya que “se les alaba o alcahuetea” cualquier cosa que hagan o digan, o porque se siente “distinguidos por el líder”; o porque están “evadiendo alguna realidad personal difícil”; o simplemente porque siente “que se van a salvar o van al salvar al mundo” por el solo hecho de estar allí.

Esas experiencias de discipulado con “pseudomaestros” sí son problemáticas; por el solo hecho de mantener lealtades bajo engaños, los cuales no terminan de ayudar a nadie diferente que al mismo “líder”, obteniendo popularidad, aumento de su egocentrismo o ganancias económicas.

Es por esto por lo que un “maestro espiritual real” debe cuidarse de ser “cariñoso”, “amable”, “alcahueta” y “halagüeño” en su grupo; por supuesto sin llegar a ser “maltratador” o “sádico”, lo que atraería a personalidades “víctimas” o “masoquistas”.

“Quien esté en un verdadero crecimiento espiritual debe hacerlo por razones que solo su espíritu entiende; no por satisfacer sus asuntos humanos-terrenales.” (PAGR)

La actitud de un “maestro espiritual real” siempre se debe circunscribir en un escenario realmente espiritual. En dicho escenario debe existir el respeto personal y grupal, la moral y las buenas costumbres; pero ninguno de ellos debe desplazar a un segundo plano a la enseñanza espiritual. La enseñanza espiritual debe ser la protagonista; por supuesto más que los sentimientos.

En un “escenario espiritual real”, los discípulos entonces no son los que le bajan la cabeza al maestro y los que parecen que siempre le dicen “sí” de forma incondicional.

Un discípulo aparece realmente cuando una persona ha probado por experiencia y esfuerzo propio, las enseñanzas espirituales; y estas les han servido para vivir sus asuntos cotidianos de mejor manera.

En este caso, esa persona se comienza a sentir discípulo; y el respeto y la honra hacia el maestro espiritual surgen de forma automática y natural. Entonces, como consecuencia de sentirse discípulo, la sumisión a las enseñanzas aparece (más que la sumisión a la persona del maestro); y se convierte en una "necesidad espiritual" el cumplimiento y honra de las mismas. Es aquí cuando el proceso de crecimiento espiritual se puede dar de forma correcta (de forma acelerada).

Este es el proceso correcto, si bien aún puede generar dudas en muchas personas que no han tenido las experiencias correctas. Únicamente alguien que se haya sentido realmente discípulo, pudiera dar fe de esto.


Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 2 A.S.
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777
Palabras-claves discípulo, maestro, enseñanzas, sectas.

1 comentario:

  1. Gracias por el artículo Maestro, siempre es bueno recordar la relación Maestro-discípulo... más que recordarla, tenerla siempre presente... pues como usted dice: el discípulo aparece cuando una persona ha probado por experiencia y esfuerzo propio las enseñanzas espirituales y le han servido... gracias por enseñarnos el camino. Dios le bendiga siempre y le de todo el tiempo que necesita.

    Namasté

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