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jueves, 20 de junio de 2013

Cristo ¿de la boca para afuera?

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Más allá que una crítica, quiero traer estos párrafos como una reflexión que debemos hacernos de forma personal.

Unos de los versículos de la Santa Biblia más valiosos para mí es donde Jesús da las "instrucciones operativas" de todas sus enseñanzas. (Lucas 6:27-49)

Y más allá de dichas enseñanzas (todas perfectas, con un trasfondo místico que va más allá del entendimiento), al final dice una frase lapidante: ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?

Ser Cristiano no es cantar canciones o hacer oraciones o mandar mensajitos o hablar bien de Cristo o poner videos alusivos a Él; sino enmarcar a nuestra propia vida (inclusive a nuestras acciones no públicas) a lo que allí Él enseña.

Todos debemos seguir esforzándonos siempre, pero es IMPORTANTE no engañarnos, queriendo creer nosotros mismos que amamos a Cristo y por el contrario podemos estar haciendo el papel de Judas.

El amor no se promulga, el amor se demuestra con acciones.

Aquí los párrafos referidos:

Lucas 6:27-49
(Reina Vaera Gómez)

27 Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; 28 Bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. 29 Y al que te hiriere en una mejilla, dale también la otra; y al que te quitare la capa, no le impidas llevar aun la túnica. 30 Y a cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. 31 Y como queréis que os hagan los hombres, así también hacedles vosotros: 32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué gracia tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. 33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué gracia tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. 34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué gracia tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. 35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando nada a cambio; y vuestro galardón será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque Él es benigno para con los ingratos y malos. 36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.

37 No juzguéis, y no seréis juzgados: No condenéis, y no seréis condenados: Perdonad, y seréis perdonados. 38 Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que midiereis, se os volverá a medir. 39 Y les dijo una parábola: ¿Puede el ciego guiar al ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? 40 El discípulo no es mayor que su maestro; mas todo el que es perfecto, será como su maestro. 41 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo? 42 ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, cuando tú mismo no miras la viga que está en tu propio ojo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.

43 Porque el árbol bueno no da mal fruto; ni el árbol malo da buen fruto. 44 Pues cada árbol por su fruto es conocido. Porque no cosechan higos de los espinos, ni vendimian uvas de las zarzas. 45 El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.

46 ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? 47 Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras, y las hace, os enseñaré a quién es semejante: 48 Semejante es al hombre que edificó una casa, y cavó profundo, y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino un torrente, el río dio con ímpetu contra aquella casa, mas no la pudo mover; porque estaba fundada sobre la roca. 49 Mas el que oye y no hace, es semejante al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y cayó luego; y fue grande la ruina de aquella casa.

Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 20 de junio del 2013
Twitter: @eReiki @EvolConsc @pagr777

Esperando a que Dios venga

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Dios es para muchos un recurso de ayuda en momentos difíciles; correcto o incorrecto, así nos relacionamos con Él.

En los momentos difíciles generalmente hacemos nuestro esfuerzo y cuando ya sentimos que la situación se nos escapa de nuestras manos o que estamos en la recta final del desastre, nos acordamos que Dios está con nosotros y podemos pedir asistencia.

Pues está bien; ¿qué Padre no asiste a sus hijos? El problema es que para muchos, Dios hace oídos sordos al llamado de sus hijos en tribulación... será... ¿que no me merecía la ayuda? ¿que no le pedí bien? ¿que no existe?

Algunas personas argumentan que Dios nos deja en algunas situaciones para que nosotros resolvamos, argumentado con todo y el “libre albedrío” mal entendido. Algunos dicen: “¿qué vas a esperar a Dios? Eso tenemos que resolverlos nosotros”.

Para mí, Dios es suficientemente bueno (“no alcahuete”) como para dejarnos sin asistencia en momentos difíciles, aunque dichos momentos los hayamos propiciado nosotros mismos. El problema está en qué esperamos que Dios haga cuando llega en su ayuda.

Definitivamente un Dios inmaterial, no puede actuar materialmente; y un Dios que nos regaló la posibilidad de condicionar nuestra realidad (libre albedrío) tampoco puede estar dando y quitando ese regalo.

A veces queremos que Dios venga (o algunos de sus enviados directos: ángeles, santos, vírgenes, semidioses...) y tome las acciones en sus manos y “haga por nosotros”; generalmente esto no corresponde de esta forma. Pero a pesar de que somos nosotros los que debemos hacer; Dios no se queda con los brazos cruzados, Él acude al llamado (mucho antes que se lo pidamos),

Imaginemos que estamos en una situación de desastre y viendo que no podemos más, pedimos asistencia a un Ser Superior. Este SS va a venir en una super-avión gigantesco con todos los equipos, los insumos y las herramientas necesarias para ayudarnos. Pero resulta que la ayuda es tan grande que el super-avión necesita para aterrizar un super-aeropuerto... ¿Lo tenemos? ¿está en buen estado el nuestro o está descuidado? ¿tenemos como pista de aterrizaje una “carreterita” de tierra? ¿o ni siquiera lo construimos previendo problemas como este?

Si nos referimos a Dios, él siempre oye el llamado, pero ¿tenemos la capacidad de que la ayuda llegue a nuestras vidas?

Dios no va a llegar por tierra, haciendo y deshaciendo cosas, Dios aterriza únicamente en nuestros corazones, que son nuestras pistas de aterrizaje para las cosas que vienen del Cielo.

Cuando Dios llega, una energía tan poderosa pero a la vez tan sutil como esa solo se puede alojar en lo más sutil que tenemos nosotros, nuestros corazones. ¿Los tenemos suficientemente sutiles como para que Dios se manifieste en ellos?

La ayuda que Dios brinda puede ser en: sabiduría para saber cómo resolver el problema, fortaleza para hacerlo, paciencia si debemos esperar algún tiempo, tolerancia para no empeorar la situación, desapego para dejar ir; y toda esa ayuda sale de la Base de Mando de Dios, sale de nuestro corazón.

Entonces:
  1. Dios siempre llega a nosotros cuando lo llamamos, si importar si somos responsables de lo que nos pasa o no (en realidad siempre lo somos en algún grado)
  2. Dios va a tratar de alojarse en nuestras instalaciones de la mejor manera posible, dependiendo de lo que podamos ofrecerle a él en infraestructura y logística.
  3. Dios va a comenzar a dar órdenes o recomendaciones, a lo que cabe esperar que seamos capaces de entenderlas.
  4. Entendidas las órdenes de Dios, roguemos que tengamos las aptitudes, las habilidades y la experiencia para hacer lo que nos aconseja.
  5. Si es así, ejecutamos y salimos airosos.
Es por esto por lo que debes ir preparándote para que la ayuda de Dios sea real y efectiva cuando la necesites. Debes entonces:
  • Crear la infraestructura y la logística en ti mismo para recibirle, posiblemente con invitaciones y encuentros periódicos de cortesía (Práctica religiosa)
  • Estudiar su estrategia, cómo piensa, qué te puede pedir en determinados momentos (Estudios de las Sagradas Escrituras)
  • Según lo que aprendas de su forma de actuar, debes: prepararte, practicar, ganar experiencia; para que, cuando tengas que acatar las recomendaciones, no seas un novato o un ignorante sin experiencia (Pon en Práctica diaria las Enseñanzas)
Cuanto más te dediques a prepararte, cuanto más conozcas a Dios en tu vida (fuera de las situaciones de emergencia), mayor será la certeza de que Dios ayuda cuando se le llama; sin exonerarte de la responsabilidad y del esfuerzo que Él necesita que tú hagas; pero definitivamente lo podrás hacer con su Guía y con toda su Fortaleza.

Prepara tu corazón para recibir a Dios para cuando tenga que venir con todo su Poder. Crea un espacio para Él en tu vida. Una vez creado dicho espacio no lo abandones; día a día límpialo, desmalézalo, acéitalo, retócalo, refuérzalo, púlelo. Es la única forma de que cuando lo llames no sientas que no acudió en tu auxilio.

Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 11 de junio del 2013
Twitter: @eReiki @EvolConsc @pagr777

jueves, 6 de junio de 2013

Inmunidad al estrés

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

El estrés es la enfermedad de la era moderna. Es la causa, y algunos dice que el mejor “comodín” de los especialistas, con la cual se justifican muchas de las enfermedades que sufrimos.

Pero más que un argumento útil y conveniente, el estrés es una realidad y la explicación del porqué puede ser causante de muchos malestares es bastante lógica, coherente y sostenible. El asunto es que cuando vamos con alguna dolencia al especialista, resulta incómodo que nos refieran todo al estrés. Pero veamos.

El estrés plantea una condición de “sobre exigencia”, que si bien se puede tolerar por cortos momentos, cuando esta es sostenida en el tiempo, termina venciendo al mismo sistema ya que se sobrepasan los límites de aguante.

Imaginemos que tenemos una vara de metal, rígida pero que podemos intentar doblar. La tomamos con ambas manos y comenzamos a aplicar fuerza con la idea de doblarla. Al comienzo aplicamos fuerza y la vara, por su material y sus condiciones físicas, aguanta la fuerza. Si nos mantenemos ejerciendo fuerza, algo va a pasar en el material de la vara (generalmente se genera calor en algún punto) que va a hacer que esta ceda y logremos doblarla.

Si aplicamos fuerza en la vara y descansamos, aplicamos y descansamos, aplicamos y descansamos, posiblemente sea más difícil doblegarla; pero si la fuerza es constante y sostenida, la resistencia del material se va a vencer y la vara no volverá a ser la misma. Si la enderezamos luego, siempre tendrá la marca del doblez.

Pues nosotros somos esa vara. Nosotros tenemos una estructura (herramientas, formación, costumbres) y estamos hechos de un material (esencia). Estamos preparados para soportar “sobreexigencias” puntuales, la vida nos conduce por esos caminos de forma natural; de hecho se podría decir que para eso venimos al mundo. Tener cierto grado de flexibilidad ante una sobreexigencia es indispensable; pero cuando ese estrés es sostenido en el tiempo con la fuerza necesaria, más allá de sentir el calentamiento correspondiente (incomodidad), nuestra resistencia termina venciéndose; entonces nos enfermamos y el recuperarnos se vuelve cuesta arriba, sin contar con las secuelas.

El estrés en nosotros puede ser: físico, mental, emocional, incluso energético, astral, kármico y espiritual. Si algunos de estos son sostenidos en el tiempo, terminarán doblegándonos y produciendo malestares y enfermedades. Al igual que una vara de metal, el doblez se va a realizar en la parte de la estructura donde el material sea más débil; sin importar si la fuerza la ejercemos con las manos, con las rodillas, con una prensa o con un camión. Cada uno de nosotros en nuestra estructura tenemos partes débiles (inclusive genéticamente), y es por eso por lo que un mismo tipo de estrés, sea el que sea, puede provocar malestares o enfermedades diferentes en diferentes tipos de personas. De aquí que resulte difícil correlacionar específicamente tipos de estrés y enfermedades; o en otras palabras, cualquier enfermedad puede tener origen en algún tipo de estrés.

Apunté que una vara tiene tanto estructura (grosor, sección trasversal, longitud, etc.) como material; y se entiende que lo fácil o difícil de doblarla va a depender de ambos factores. A lo mejor, una vara con sección trasversal cuadrada sea más fácil (o difícil) de doblar que otra circular; pero en un momento dado, con una determinada forma, lo que va a determinar su fortaleza es el material. Nosotros también estamos hechos de un material en particular (esencia – espíritu) y tenemos una forma “de vida” (formación, herramientas, destrezas, etc.) ambos van a definir nuestra resistencia ante situaciones de estrés.

Pero en nuestro caso, como seres conscientes que somos, siempre tratamos de mejorar ante una realidad cada vez más sobre exigente. La cantidad de estrés es cada vez mayor y debemos hacer las adecuaciones en nosotros que nos permitan soportar esas fuerzas sin afectarnos.

El problema es que generalmente intentamos cambiar nuestra forma (aprender más técnicas, formarnos mejor, pensar más) pero nunca nos ocupamos de nuestro interior, de lo que estamos hechos; de mejorar nuestra esencia.

Ejemplifico. En la antigüedad las armas eran fabricadas de hierro: y para hacerlas efectivas tenían que hacerlas más grandes, contundentes, robustas, porque a pesar de ser un material muy fuerte, este perdía el filo muy rápido, se oxidaba y era muy pesado y difícil de manipular. De allí que manejar la forma era importante.

Pero llegó un momento en que decidieron trabajan en el material; y descubrieron el acero. Al trabajar el hierro y encontrar el acero, tuvieron la oportunidad de tener mejores armas, más efectivas, más livianas, que no se oxidaban tanto, mucho más manejables, con más filo... en fin, el avance real se consiguió cuando decidieron mejorar el material.

¿Que tal si nosotros tratamos de hacer lo mismo? Si observamos bien, la era moderna siempre nos propone formas de “Abordar el estrés”: masajes, técnicas de respiración, de relajación, sonidos, fármacos; tratando de enfriar las vara para que no se doble ( o se quiebre), pero no siempre se nos ofrecen herramientas reales para hacernos inmune al estrés. Lo ofrecimiento común pareciera el ciclo “estresarse-desestresarse-estresarse-deseestresarse-estresarse-deseestresarse-...” todo un círculo vicioso.

Veamos ¿qué nos “sobreexige” en la actualidad?

  • El trabajo. El trabajo es trabajo, es algo que hay que hacer y ya. Un mismo trabajo puede ser sobreexigente para algunos y para otros no, aunque tengan la misma preparación para hacerlo. Es decir, que el trabajo en realidad no es lo que crea estrés, sino la forma de cómo lo enfrentamos desde nuestra perspectiva, desde lo que somos; desde nuestra esencia.
  • Laas relaciones personales. A veces las llevamos de maravilla y a veces las sufrimos; así que no son todas; por lo tanto no somos “discapacitados emocionales”. Muchas personas que nos hacen sufrir, son amores para otras personas, así que tampoco son ellas; a lo mejor nos “apegamos” de forma equivocada; no es la capacidad que tenemos sino nuevamente lo que llevamos dentro; nuestra esencia
  • La economía. No está fácil, ciertamente; pero la mayoría de las veces podemos hacer más, dar más, hacerlo mejor, salir adelante. El problema no es el esfuerzo, el problema es el miedo, la “no seguridad”; nuevamente nuestra esencia.
  • La salud. Complicado tema, porque la vida debemos honrarla. Pero con la consciencia correcta de que hay algo Superior que nos puede ayudar siempre o si nos toca el momento de partir eso mismo nos puede acoger allá arriba, podríamos sanar mucho más rápido. Nuevamente nuestro interior es lo importante a trabajar.

Podemos seguir enumerando causas de estrés y seguir argumentando de alguna forma la inocencia del exterior y la debilidad de nuestra esencia, de nuestro material, de lo que estamos hechos.

Esto parece muy duro de aceptar, pero en realidad es una salvación. El asunto que debemos mejorar lo tenemos dentro, es nuestro, tenemos toda la injerencia posible, podemos hacerlo porque de alguna manera lo controlamos. De esto no ser así, si mantenemos que los culpables son: el trabajo, los demás, la economía, las enfermedades; pues estaremos condenados sin posibilidad de mejora, porque a ellos no podemos ni controlarlos ni mejorarlos sustancialmente.

El decir que tu bienestar depende de cosas que tú tienes dentro no es una condena; por el contrario, es la única oportunidad de mejorar tu realidad”. (PedroAGómezRuzzo)

Con todo esto, encontramos que el abordaje efectivo no pasa por sobrellevar el estrés, sino por hacernos inmunes a él. Si como hierro que somos, buscamos convertirnos en acero, pues la vida comenzará a ser mucho más fácil. No implica que debamos desechar las herramientas y recomendaciones que se dan en los libros y charlas sobre el control del estrés, claro que no; en el proceso de fortalecimiento interior aún tendremos que sobrevivir; cuando cambiemos, entonces comenzaremos a Vivir.

Y vuelvo a lo de siempre y perdonen la insistencia, de alguna manera les tengo que convencer. Si yo analizo las causas de estrés expuestas anteriormente y cualquier otra que pueda imaginar y con eso extraigo las características internas que nos harían inmunes a ellas, comienzan a aparecer: la compasión, la tolerancia, la humildad, el desapego, el amor incondicional, el servicio (bien entendido), el agradecimiento y la autoconciencia. Y estos ya no ustedes lo deben reconocer como los Dones Espirituales.

El correcto Crecimiento Espiritual nuevamente es la clave. Fortalecer a nuestro Espíritu, trabajar en él y manifestarlo en el día a día, es la forma real de crear inmunidad a las fuerzas que intentan doblegarnos por todos los medios.

Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 06 de junio del 2013
Twitter: @eReiki @EvolConsc @pagr777