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viernes, 18 de noviembre de 2016

Pescadores de hombres. Mateo 4:19-20

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Uno de los pasajes bíblicos que personalmente me parece más bonito, sencillo y aleccionador en el de “pescadores de hombres”. Trascribo y luego contextualizo la enseñanza a nivel místico:

Mateo 4:18-20 (RVR1960)

18 Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.

19 Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.

20 Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.

¿Quién que se diga cristiano o que desee serlo no se ha sentido o desearía ser pescado por Jesucristo?

Aunque hayamos sido pescados por representantes de Jesucristo, estos nos pescan en Su Nombre.

Pero en este simple pasaje hay una enseñanza doble. La primera es para aquellos que se convierten en pescadores de Jesucristo y la segunda enseñanza es para aquellos que deseen ser pescados por Jesucristo.

Y como todo es metafórico, debemos primero conocer las imágenes que se plantean:

  • Los pescadores: son aquellas personas que Jesucristo espera que trabajen para Él.
  • Los peces: son esa personas que desean ser atrapadas por el Cristo (o ya lo han sido).
  • El mar: representa a nuestra realidad humana/terrenal/biológica; donde los peces que ahora no son “cristianos” están sumergidos, viven, se relacionan, se afanan, etc.


Los pescadores

Más allá de si los primeros fueron Simón-Pedro y Andrés, el párrafo comienza destacando a dos personas que estaban afanadas “echando sus redes” en el mar.

Echar la redes no es una tarea fácil; implica un esfuerzo intencionado a nivel humano (el mar) de conseguir el sustento. Pero se hace de forma activa y no agresiva; empleando músculos, valiéndose de la experiencia personal, pero desde una barca en calma, esperando el momento justo, sin apuro, intentándolo una y otra vez.

Los pescadores no suelen caerle a golpes a las redes ni al agua donde pescan, porque se les escaparían los peces; dejan de remar, apagan los motores, para no crear perturbación. Son mucho más cuidadosos que impulsivos.

Pero al momento de tener que recoger las redes, utilizan todas sus fuerzas para ir en contra de la corriente o para vencer la resistencia del agua, para tirar de peso la carga y poder subir la pesca a la barca.

Ellos saben dónde y en qué momento deben actuar con cautela o con firmeza. Ellos saben que no se pueden enfrentar al mar ni a los peces.


Pero aún hay más. El Cristo no solo les invita a ser pescadores de hombres, sino que les exige. Y la exigencia de Jesús es que “fueran es pos de Él”. Y para este compromiso, los pescadores dejaron sus redes y lo siguieron.

La orden de “ir en pos de Jesucristo” y la metáfora de “dejar las redes”, plantea el comportamiento que debían adoptar los pescadores.

Este comportamiento debería ser tal que Jesucristo y lo que Él les podía ofrece (la enseñanza espiritual) se debía convertir en lo más importante para ellos, esto debía marcarles el camino que comenzarían a recorrer.

Y dejar las redes con las cuales pescaban en su realidad humana/terrenal (en el mar), significa que debían quitarle el protagonismo a sus asuntos terrenales/humanos y comenzar a vivir más bajo las enseñanzas espirituales.

Atención: ellos nunca destruyeron sus redes; así que sus esfuerzos, metas y logros humanos podían seguir existiendo. Pero el hecho de dejarlas de lado significa que ni sus esfuerzos hacia lo humano, ni sus metas humanas, ni sus logros humanos serían lo que guiaría sus vidas de allí en adelante.


La primera enseñanza entonces plantea las características de aquellas personas que buscar pescar para el Cristo:

  1. No son personas “flojas”; no le temen al esfuerzo personal para conseguir lo que buscan. Son esas personas que se fajan de forma incansable en sus asuntos humanos.
  2. Su esfuerzo lo realizan con paciencia y con perseverancia; nunca con violencia ni enfrentándose a las cosas ni a las situaciones.
  3. Pero saben que habrá momentos de trabajo calmado y otros donde tendrán que sacar mucha fuerza para obtener el resultado final; pero fuerza en sus propios músculos, en sí mismos, no para agredir a nadie ni para luchar contra otros.
  4. Saben que muchas veces el esfuerzo no da el resultado esperado en el momento esperado; y lo que deben hacer entonces es volver a intentarlo una y otra vez.
  5. Y finalmente son personas capaces de vivir no en función de sus logros y metas terrenales, sino que su verdadera motivación de vida es honrar a Jesucristo a través del cumplimiento de sus enseñanzas.


Los peces

Benditos los peces a los que el Cristo espera pescar.

Pero ¿qué características poseen o que sucederá en la pesca a esos peces? Veamos.

Un pez es esa persona que vive sumergido en sus cosas terrenales, en sus escenarios humanos (en el mar).

Estar sumergida en el mar no significa que esa persona desconozca que hay otras cosas; sino que lo que indica es que su vida, su afán, sus ocupaciones y sus preocupaciones están circunscritas en las cosas terrenales.

Un pez puede saber que hay algo más allá del agua (de su realidad humana), de echo hay algunos que hasta brincan y saltan fuera del agua, pero siempre vuelven a ella. Estos peces (estas personas) no conciben su existencia fuera de su terrenalidad; y si la llegan a imaginar, no se ocupan de ella mientras estén en el agua.

Este escenario en el mar, conforma la “zona de confort” de estos peces.

Segunda enseñanza: entonces ¿qué espera Jesucristo cuando dice de “pescar hombres”? Pues está muy claro; al pescar un pez se le debe sacar del agua; es decir que el pez DEBE SALIR DE SU ZONA DE CONFORT.

Ningún pez espera ser pescado y a la vez no cambiar su estilo de existencia. De igual manera ninguno que quiera ser cristiano debe esperar quedarse igual que cuando no lo era.

Y no hablo de la respuesta ingenua de que con “Jesús estoy ahora mejor que antes”, porque un pez, terrenalmente hablando, no está mejor fuera del agua que dentro de ella.

En esta enseñanza se plantea abiertamente que la vida terrenal de cualquier cristiano tiende complicarse (no a dañarse). Vivir como cristiano es infinitamente más complicado que vivir no siéndolo. Se vuelve un pez que incluso le puede costar vivir, pero que tiene la esperanza de una existencia mejor.

¿Acaso miento? Cito solo cuatro parábolas de las muchas que Jesucristo solía decir a los que pretendía seguirle:

Mateo 10:22 (TLA)

22 ¡Todo el mundo los odiará a ustedes por ser mis discípulos! Pero si ustedes confían en mí hasta el final, yo los salvaré.

Mateo 10:34 (TLA)

Jesús advierte a sus discípulos
34 »No crean ustedes que he venido para establecer la paz en este mundo. No he venido a traer paz, sino pleitos y dificultades.

Mateo 16:24 (RVR1960)

24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

Mateo 19:21 (TLA)

21 Jesús le dijo:
Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres. Así, Dios te dará un gran premio en el cielo. Luego ven y conviértete en uno de mis seguidores.


Entonces, es evidente y planteado expresamente por Jesús, que ninguna persona que desee ser cristiano (seguidor o discípulo del Cristo) puede esperar de entrada que al estar como “un pez fuera del agua” su vida terrenal vaya a ser más sencilla que cuando no lo era.

La vida de un cristiano es muchísima más exigente, terrenalmente hablando, que la de una persona que no sea cristiana; y es necesario que así sea. Ningún cristiano va a buscar que su vida terrenal sea perfecta, por el simple hecho de que él sabe que debe trabajar para que “su vida perfecta” sea en el más allá, al morir.

¿Que siendo cristiano hay cosas que pueden mejorar? Por supuesto que si hay cosas que mejoran sustancialmente siendo cristianos.

Para un cristiano no mejoran necesariamente las situaciones que le rodean (que muchas veces dependen de no cristianos), sino que mejoran: su propio enfoque sobre las situaciones complicadas, el abordaje que este le da a dichas situaciones y con esto muchas veces las situaciones se superan o se viven con una paz que antes era imposible de imaginar.

Por eso está claro que las bendiciones que siente un cristiano al seguir y al honrar a Jesucristo a través de cumplir con sus lineamientos, vienen de su ser interior, de su propio fortalecimiento; no necesariamente de mejores situaciones externas.


Sé que este tema no es sencillo para el común de las personas, y mucho menos para personas que se han creído cristianas, pero que aún sus sufrimientos, luchas y afanes están en cosas terrenales.

A estás últimas personas, les pido que no se cierren y vuelvan a leer este escrito. Estoy seguro de que Dios les necesita, pero a lo mejor lo primero que debemos hacer es dejar de lado lo que nos han vendido y hemos comprado, para luego poder sincerarnos y comenzar a caminar de verdad.

Además, quisiera que nuevamente sea notorio lo necesario que es que alguien te explique la escrituras en un real contexto de enseñanza mística.


Dios les bendiga.
Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 323 A.S. (18 octubre 2016)
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Palabras-claves: pescadores, hombre, Jesús, Jesucristo, barca, peces, mar, vida, eterna

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