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miércoles, 1 de marzo de 2017

Emigración kármica

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Emigrar es un fenómeno humano válido y de ninguna manera reprochable por quienes lo piensan o lo viven.

La intención de buscar un mejor estilo de vida o posibilidad de desarrollo personal en otros países siempre es válida; por su puesto respetando las leyes del país que acoge a los inmigrantes.

De hecho, mi familia materna es de inmigrantes; así que no puedo estar en contra de eso.

Pero como todo en la vida, a la acción de emigrar la vemos como un acto netamente social o económico; y estamos dejando fuera aspectos que tal vez son de mayor peso y que se deben conocer.

Cuando alguien habla de emigrar, la idea muchas veces aparece por la necesidad de cambiar situaciones de vida que resultan inaceptables o difíciles de manejar para esa persona.

Generalizando, se puede emigrar por dos causas:

  • Por motivos o metas personales, generalmente para mejorar situaciones personales o familiares (se está bien en el país de origen, pero se busca estar mejor en el nuevo); o
  • Alejándose o huyendo de situaciones de vida complicadas, con la esperanza de encontrar algo mejor (no se está bien donde se está y se busca alguna solución en el nuevo país).

Sea cualquiera de los dos casos, emigrar no es solo cambiar estilo de vida y llevarse consigo lo necesario; incluyendo sueños, ganas, deseos, esperanzas y empeño.

Tampoco es solo llevarse costumbres, cultura y formas de vida de un país al otro.

Cuando se emigra nos llevamos con nosotros algo inseparable; algo que no nos suelta ni que crucemos océanos, ni que nos vayamos al pueblo más perdido en Alaska; cargamos con algo que nos persigue incluso de reencarnación a reencarnación. Nos llevamos nuestro karma.


¿Karma?

Explicar aquí el karma resultaría muy extenso; ya he escrito mucho sobre esto y les invito a que lo busquen. Pero puedo resumir el karma como “esa energía que colabora en la creación (o promoción) de las situaciones de vida que nos acontecen”.

Sí. Todas nuestras situaciones de vida están teñidas, en parte, por el karma que hemos adquirido durante toda nuestra vida (y si creemos en ello, incluso en vidas pasadas). Podemos tener “karma bueno”, el cual promueve que nos pasen situaciones agradables o “menos malas”; pero también podemos tener “karma denso” que nos van a permitir vivir situaciones complicadas de las cuales deberíamos aprender.

Esto define lo que planteo como “responsabilidad espiritual” sobre todo lo que nos sucede.

Si estás viviendo una situación difícil (por ejemplo una situación país), puedes que no te sientas responsable (y por eso señales como culpables a los demás) ya que no pareces tener “responsabilidad humana”. Pero si estás sumergido y sufriendo algo, puedes estar seguro de que ese “karma denso” que generó esa situación, también lo tienes tú, también es tu responsabilidad.

Esta visión de karma compartido da una idea de lo que puede sufrir un colectivo humano, un grupo, una sociedad. Y en estos caso, todos los involucrados tienen el karma que sostiene dichas situaciones; crean en ellas o no, compartan los mismos ideales o no, o estén en contra de ellas con todos los argumentos lógicos posibles.

Entonces, cuando se emigra; podemos dejar pertenencias en el país de origen, pero el karma lo llevamos con nosotros para donde vayamos.


Llegando con nuestra maleta de karma

Por supuesto que al emigrar llegaremos a otro escenario de vida en el nuevo país, con otras personas; pero al llegar, lo primero que desempacamos es el karma. Y ese karma va a comenzar a condicionar también nuestra estancia como inmigrante.

El mismo karma que llevamos, posiblemente se manifieste a nuestro alrededor en situaciones diferentes, con personajes diferentes; pero siempre con el trasfondo personal, familiar o grupal problemático.

No es raro el período complicado de adaptación que sufre un inmigrante, que está teñido por el karma exportado. Puede no ser de inmediato, el inmigrante se puede sentir en el paraíso apenas llega; el problema podrá ser en situaciones posteriores (el karma puede “desactivarse” en algunos momentos para “activarse” más adelante). El karma no expira, siempre saldrá.

Y no es solo que seguiremos sufriendo del mismo karma que llevamos, sino que comenzaremos a compartirlo con los nacionales del país de llegada.

Al igual que estando en nuestro país de origen todos compartíamos el mismo karma, los nacionales también se “contagiarán” de nuestro karma al llegar nosotros. Claro, no solo el karma malo que llevamos, sino del bueno también (en caso de que tengamos).

Por esto no es raro que si una pequeña región del país destino se llena de inmigrantes de alguna zona del mundo que comparte un karma particular; esa región comienza a tener los mismos embates del país del cual salieron los inmigrantes.

Y esto puede llegar a suscitar una similitud de eventos que no aparecen solo por haberse llenado de inmigrantes con un mismo estilo de vida particular; sino que también es un asunto energético que muchas veces no se explica.


Una valija escondida

Pero no es solo cosa de que el karma recién llegado se comienza a depurar hasta limpiarse gracias a la nueva y más sana cultura en el nuevo país; sino que con mucha probabilidad llevamos como inmigrantes una valija de mano que pasa inadvertida.

Si vivimos en un país con una sociedad kármica (una situación difícil tras otra, que parece signada por la mala suerte o por la maldad de algunos), posiblemente no tengamos un estilo de vida kármicamente apropiada. Esto quiere decir que no tenemos la conducta apropiada para enfrentar situaciones kármicas y sanarlas.

Todo karma denso que no se trate de forma correcta, aumenta. Por lo tanto, alguien que no sepa llevar su vida kármicamente sana, tiende a generar más karma denso.

Y esta es la valija de mano. Al emigrar, no solo llevamos nuestras buenas intenciones, no solo llevamos nuestro karma, sino que llevamos nuestra forma de enfrentar al mundo que posiblemente siga generando más karma, vayamos donde vayamos.

Esto es una de las complicaciones mayores de la emigración kármica.


Para finalizar

Después de todo lo planteado, es imposible dar recomendaciones sencillas cuando se entiende a la emigración desde el punto de vista kármico. Solo se pueden hacer algunas reflexiones que amplíen la visión del hecho:

  1. Emigrar no asegura que la vida vaya sobre ruedas; tenemos muchas cosas ocultas que no las cambia un nuevo escenario geográfico ni social.
  2. Al emigrar, lo mejor que se puede hacer no es solo trabajar con ahínco en el nuevo país respetando las reglas, sino también adoptar totalmente la nueva cultura (asumiendo que esta sea kármicamente más amigable).
    No se puede esperar estar mejor en un lugar, manteniendo el mismo estilo de vida del cual se salió.
  3. Emigrar puede ser una solución humana lógica, pero no necesariamente es la mejor solución espiritual. Tu karma te va a perseguir donde sea que vayas.Un escenario de vida complicado no es más que una situación de examen que se debe asumir y aprobar, o por lo menos debemos darnos cuenta de qué es lo que debemos seguir aprendiendo. Evadir estos escenarios se parece un poco a pararse y salir de un salón de clases simplemente porque el examen está muy difícil. Tarde o temprano, el mismo examen de la misma materia lo tendrás que volver a presentar, en esa universidad o en otra.

De cualquier forma se respeta la decisión de emigrar de cualquier persona; pero siempre hay que recordar que debemos aprender sobre karma y trabajarlo con esfuerzo, estemos donde estemos.

Esto se hace buscando y esforzándonos en cumplir con estilos de vida que sean acordes con los lineamientos dados por Dios.

Namasté.
Shanishaktiananda (Pedro A. Gómez Ruzzo)
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 01 de marzo del 2017.
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777

Palabras-claves: Dios, inmigrantes, emigrantes, emigrar, emigración, inmigración, karma, situaciones complicadas.

10 comentarios:

  1. Namaste Maestro, gracias, que importante este artículo por que como usted dice allí podemos dejar pertenencias, pero el karma nos lo llevamos...
    Maestro me surge una pregunta, ¿Es espiritualmente responsable, no emigrar de países con escenarios karmicamente densos, para evitar "contagiar" otros escenarios (países)?
    Gracias Maestro, Namaste

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    Respuestas
    1. Namasté.
      La responsabilidad espiritual no se puede medir en si se emigra o no; sino en cómo se asume las situaciones.
      Una persona puede quedarse en su país de origen y si asume las situacinones con correctitud espiritual, estará haciendo lo mejor.
      Pero si se queda con rabia, resentimiento, desconsuelo, mejor que se vaya, aunque en el otro país no lo haga mejor.
      Por el contrario una persona se puede ir con bien, sin asuntos pendientes en su corazón y estará bien.
      Como se asume, sea lo que sea, es el secreto.

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  2. Namaste. Muchas gracias por este nuevo artículo maestro. Mucho más para reflexionar, y la importancia de saber cómo se puede limpiar karma negativo con el crecimiento espiritual, quizás si aprendieramos más sobre estos temas, tendríamos más conciencia de los escenario de vida que nos toca vivir.

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  3. Excelente artículo Maestro!
    Me da muchas luces del camino a seguir. Sin embargo, es posible que exista otra causa para migrar?
    Cómo por ejemplo querer vivir lo que han vivido otros inmigrantes?; tal ves salir de la zona de confort?; o querer aprender de otras culturas?
    En estos casos, cuál deberá ser la actitud que debemos adoptar para poder sobre llevar o enfrentar los karmas que llevamos en las maletas?

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  4. Namasté Maestro,
    Excelente artículo y muy apropiado para discutirlo en estos tiempos.
    Interesantes conceptos los de karma denso y responsabilidad espiritual. El primero se trata con el segundo.
    Creo que lo más importante de este artículo es nunca olvidar lo que usted dice aquí " El karma no expira, siempre saldrá."
    Muchas gracias Maestro.

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  5. Siempre apasionante el tema del Karma Maestro. Pudiera ser que esa emigración sea propicia a nivel espiritual? Suponiendo que lo que estoy viviendo en mi pais de alguna forma ya lo limpie y mi alma necesita otros escenarios.
    Namaste Maestro

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    1. Namasté.
      Todo es posible. Pero deberíamos estar seguros que ya se limpió. No es fácil.

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