Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
En todo momento; y en especial en
aquellos difíciles, muchas personas dicen: “Dios está conmigo”. Muchas veces en
esto depositan su fe.
Pero más allá de que la frase sea
muy bonita y sentida, estamos siendo redundantes; porque si creemos en un Dios
omnipresente (que está en todas partes), por supuesto que siempre va a estar
con nosotros; allí no hay acto de fe ni de confianza.
El asunto entonces no va por
allí. Cuando yo oigo esa frase; siempre trato de plantear la siguiente
reflexión: “... Dios siempre está contigo; pero ¿tú siempre estás con Dios?”
Parecería otro contrasentido,
pero definitivamente podemos tener a alguien al lado e ignorarlo totalmente;
sin estar prestarle atención en lo más mínimo.
Esto hace la verdadera diferencia
entre la vida de una persona que sabe que Dios le puede ayudar, y la que sí
está “viviendo con Dios” de forma constante.
Quedo ejemplificando.
Hablo de las personas que creen
en Dios dentro de planteamientos básicos y claros. El concepto de Dios plantea
una consciencia que es: omnipresente (está en todas partes – lugares y
situaciones), es omnisciente (todo lo
sabe – nada se le escapa) y omnipotente (todo lo puede - de hecho es el creador
de todo lo que existe)
Y vivir con Él implica entonces
tener con uno una “consciencia-ser” con esos tamaños de poderes.
¿Cómo debería ser la actitud de
una persona que reconozca que está “Viviendo con Dios”?
Si Él acompaña a la persona para
todos lados (omnipresencia), cada situación que le sucede a la persona -
buena, normal o mala- está sucediendo “delante de los ojos” de Dios, ya que lo
tiene al lado y a Él no se le escapa nada (omnisciencia). Esto implica
que cada cosa que sucede viene “por lo menos” con la autorización de Dios para
que suceda. De lo contrario, si no debió haber pasado, Él (Dios) es el primero
que tiene el poder y la capacidad para haberlo cambiado (omnipotencia).
En este simple párrafo comienzan
las molestias, a pesar de que no invento nada sino únicamente reflexiono sobre
el Dios en el que la mayoría de nosotros creemos. Entonces, las personas generalmente
comienzan a decir cosas como:
- Pero Dios no puede permitir que pasen cosas malas --- ¿y quién dice que son malas a nivel espiritual? ¿No serán oportunidades de aprendizaje y de crecimiento espiritual sobre la consciencia terrenal? ¿No serán consecuencia de actos que no tenemos la capacidad de recordar por haber sucedido en otro tiempo/espacio?
- Pero hay personas que no merecen cosas malas porque nunca se portaron mal --- ¿en esta vida? ¿Será que hay otras instancias donde podremos portarnos mal y no lo reconocemos y no lo recordamos y aún cargamos con las deudas? ¿Acaso sabemos con certeza qué significa “no portarse mal” a nivel espiritual? ¿cumplimos a cabalidad lo que Dios espera de nosotros?
- Pero no es justo -- ¿entonces tu Dios es injusto?
- Pero es que “el diablo” existe --- ¿entonces “ese diablo” en el que crees es más fuerte, poderoso y astuto que tu Dios? Porque un Dios todopoderoso pudiera evitar también lo que el diablo malamente quiera hacer.
- Tenemos libre albedrío y nos equivocamos por nuestra cuenta--- ¿y entonces para que acompañarnos de Dios o pedirle auxilio, si depende de nuestro libre albedrío?
- y cualquier cantidad de otros argumentos.
Cualquier de estos argumentos que
busque refutar la reflexión anterior; debe inevitablemente guiar a reflexiones
adicionales. Debe poner a pensar a la persona inconforme sobre su propia
espiritualidad, sobre su concepto de Dios, sobre las leyes universales, sobre
la responsabilidad personal, sobre la justicia de Dios, sobre la vida y la
muerte, sobre lo que Dios considera bueno o malo; entre muchas otras cosas. Si
no se comparte el simple y lógico párrafo de reflexión, definitivamente faltan
muchas cosas por entender.
Esta concepción de “Vivir con
Dios” concede a la persona que la honra uno de los dones espirituales más
importantes a desarrollar: la
Humildad.
Esta Humildad es una cualidad del
espíritu, y por tanto se ejerce únicamente hacia Dios.
Ser espiritualmente humilde no
significa aceptar de forma pasiva todo los que nos sucede, por el solo hecho de
que “Dios lo permitió” (ya que está siempre con nosotros). Muy por el
contrario, la humildad ante Dios nos permite: hacer, remediar, luchar, buscar
que sea diferente, aprender de las cosas; todas estas acciones de forma súper eficientes
y efectivas.
Estas acciones que logran resultados
eficientes y efectivos se consiguen cuando somos humildes antes Dios por el
simple hecho de que dejamos de gastar nuestras energías en algunas de las
peores actitudes desgastantes que tenemos: la queja, la frustración y el
resentimiento.
Pero cuidado; se tiende a creer
que sin queja no hay mejora y que el resentimiento nos mueve a la lucha. Por
eso el mundo aún lucha por su bienestar.
El no quejarse no implica
desconocer lo que está equivocado o lo que pudiera ser mejor (esto ya lo
sabemos porque lo he explicado extensamente) sino que por el contrario te
permite actuar sin engancharte en sentimientos destructivos (el resentimiento y
la frustración, por ejemplo)
Una persona que esté “Viviendo
con Dios” entonces debería tenerlo presente siempre y ver su realidad desde los
ojos de su espiritualidad:
-
que si alguien llegó tarde a una cita,
pues asumir que por algo Dios lo permitió (Dios es el que se lo sabe todo, ella
probablemente no tenga idea del porqué);
-
cuando se le atraviese un carro, por
algo fue;
-
cuando le suceda algo desagradable,
averiguar qué es lo que Dios espera que aprenda de allí (a nivel espiritual por
supuesto)
Pensemos un poco. Si un hijo
entra a su casa y comienza a quejarse (con su mama al lado) de que tienen
tiempo sin comer bien, de que todo allí es un desorden, de que es incómodo
incluso llegar allí... ¿qué pensaría o cómo se sentiría su mamá encargada del
hogar?
Si una persona “siente a Dios a
su lado” y se vive quejando y pensando que este mundo está lleno de injusticia
y de cosas que no deberían estar pasando y que es un desastre... pues directamente
“sin querer queriendo” le estaría diciendo a Dios que está haciendo su trabajo
mal, o que está descuidando las cosas, o que se le están pasando por alto. En
fin, le estaría echando en cara de que
no sirve para mucho porque en realidad no tiene el control de las cosas que ella considera “importantes”.
... después de desacreditar a
Dios con tu queja, tu inconformidad y tu frustración, ¿buscas que te ayude?
Namasté
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original:
29 de octubre del 2014
Twitters:
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Palabras-claves:
omnisciente, omnipresente, omnipotente, Dios, humildad, espiritual
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