Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Cuando
dormía, a veces soñaba que estaba viviendo en una ciudad, al lado
de mucha gente. Muchas veces la convivencia era difícil, no entendía
porqué algunos actuaban de una forma y otros de otra. A veces no
comprendía ni su propio comportamiento. Debía trabajar, esforzarse,
a veces le dolían las situaciones y otras conseguía lo que llamaban
felicidad.
En
algunos sueños, el espíritu vivía en opulencia; pudiendo tener
todo lo que podía necesitar. En otros, la pobreza le quitaba incluso
el alimento hasta para seguir soñando.
La
mayoría de
los
sueños comenzaban y terminaban tranquilos; en otros se despertaba de
repente porque sentían que lo mataban.
Lo
que más le angustiaba al despertar despertaba de esos sueños, era
que había pasado esos minutos ansioso, temeroso; y solo había sido
una ilusión.
Entonces
fue con Dios y le preguntó:
“Padre ¿cómo
hago para estar más tranquilo en mis sueños, sin importar lo que
sueñe?”
Y
el Padre le respondió:
“Hijo mío, es
fácil. Aun cuando estés dormido y a veces en esos sueños te pasen
cosas desagradables; recuerda que eres espíritu y cuando te toque
despertar estarás a mi lado. Cada vez que sientas algo difícil,
acuérdate de mí y recuerda lo que eres; entonces te darás cuenta
de que estás viviendo una ilusión temporal, por la que es tonto
sufrir; algo que es real solo en tus sueños.
Esos sueños no
son tu verdadera existencia a mi lado; esos sueños son solo lo que
algunos llaman “vida”, una vida que dura fracciones
infinitesimales de tiempo, apenas ochenta o noventa años.”
El
espíritu, complacido por la respuesta le hizo otra pregunta:
“Pedro Padre,
¿pero por qué debo “soñar” o “vivir” de vez en cuando?”
Y
el Padre con su amor infinito le respondió:
“Vives porque
necesitas fortalecerte para ya no cansarte más; y entonces llegar a
quedarte en alerta a mi lado por siempre”
… y
¿por qué no me despiertas cuando en esos sueños me pasan cosas
malas?,
preguntó una vez más el espíritu.
El
Padre respondió:
“A veces
cuando estás sufriendo mucho o veo que corres peligro de hacerlo, te
despierto de repente y vuelves a mi lado.
Pero otra veces
te dejo en tus sueños difíciles; y dentro de tu sufrimiento te
llamo a gritos para que te acuerdes de mí y para que recuerdes quién
eres para mí. La mayoría de las veces no escuchas y te quedas
sufriendo en tu ilusión.
Igual siempre
vuelves; y algún día soñarás y el sufrimiento no se apoderará de
ti, porque tendrás plena consciencia de
quién eres y quién soy yo para ti, en esa ilusión que vives.”
El
espíritu concluye con agradecimiento:
“Gracias Padre,
por permitir que siempre vuelva a tu lado luego de cada despertar de
eso que llaman vida; que únicamente es la ilusión de mis sueños.”
Namasté
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original:
17 de marzo del 2015
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Palabras-claves:
vida,
sueño ilusión, dios, espíritu
Hermoso artículo Maestro! Es una gran manera de verlo... muy explícita!
ResponderEliminarMuchas gracias por sus enseñanzas y su esfuerzo por recordarnos lo que realmente somos.
Namasté!
Namasté Maestro.
ResponderEliminarYo creo que este artículo ha sido la explicación de autoconsciencia espiritual que mejor he entendido...
Namasté
CEH