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miércoles, 25 de noviembre de 2015

Nuestras personalidades desde lo espiritual



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Todos los caminos de crecimiento espiritual están unidos a un concepto importante, que si bien tiene connotaciones psicológicas, hay que diferenciarlo y enmarcarlo de forma correcta desde lo espiritual.

Este concepto es el de “nuestras personalidades”; y en todas las doctrinas espirituales (incluso en la cristiana) se invita a realizar un trabajo intenso en erradicar o “matar” a nuestras propias personalidades.

Nuestras personalidades se pueden resumir como las formas que tenemos de asumir diferentes situaciones de vida dese nuestra humanidad (terrenal-mental).

Ante una situación de vida en particular, cada uno de nosotros actúa de una forma determinada. Y dicha forma dependerá en parte de nuestro temperamento (la parte innata que traemos de nuestro carácter) pero mucho más de cómo hemos “aprendido a ser”.

Nuestro pasado, los errores cometidos, los aciertos alcanzados, los condicionamientos que nos han programado de forma subconsciente para actuar de alguna forma específica; todos han formado lo que se pueden llamar nuestras personalidades, nuestra forma particular de ser.

Pero no todas nuestras personalidades son malas; tenemos también formas correctas de asumir situaciones. Cuando se habla de “matar a nuestras propias personalidades”, nos referimos a aquellas personalidades que “se sienten heridas” en ciertos momentos y por lo tanto nos hacen sufrir. En un instante coloco un ejemplo.


Roles o personalidades

Pero no podemos confundir a nuestras personalidades con nuestros roles.

Sobre los roles hemos hablado en otros escritos; y son esos “papeles”, “personales” o “actividades” que nos toca ejercer en nuestra vida, en diferentes situaciones.

Por ejemplo tenemos el rol de hijo/a, de hermano/a, de novia/o, de esposo/a, de padre, de madre, de empleado, de ciudadano, de peatón, de conductor, de alguna profesión, de jefe, de amigo, de funcionario público, etc.

En cambio, las personalidades están más asociadas a la forma en la cual ejercemos nuestros roles; a la “forma de ser”: sumisa, controladora, impetuosa, agresiva, pacífica, desconsiderada, orgullosa, altruista, egocéntrica, “críticona”, altanera, soberbia, rencorosa, perfeccionista, amorosa, alcahueta, permisiva, restrictiva, sobreprotectora, posesiva, insegura, desanimada, lastimera, expectante, ansiosa, generosa, indiferente, etc.

Se pudiera decir que, de forma muy simplificada, los roles son lo que hacemos y las personalidades son el cómo lo hacemos.

Ejercer un rol, no es ni malo ni bueno; si lo tenemos, debemos honrarlo y asumirlo. La diferencia vendrá en las personalidades desde las cuales actuemos en dichos roles.


El problema de las personalidades

Si analizamos el sufrimiento humano desde una perspectiva amplia (holística), incluso lo que parecería ser solo una enfermedad física, llevaría consigo una “personalidad herida”.

Como sanador, esa es una de las tareas que se debe realizar: identificar cuál personalidad está herida en una persona que siente un malestar y desde allí ayudarla. Cuidado… en una misma situación pueden existir varias personalidades heridas.

Lo inicial es identificar las personalidades susceptibles a ser heridas (“heribles”). No es difícil saber que estamos actuando bajo una de estas personalidades; ya que estará manifestándose en cualquier situación que esté produciendo un malestar.

Por ejemplo, si una persona se siente herida por una acción de otra, más allá de haber sido una acción que amerite reprobación; el sentirse herido es opcional. El malestar no dependerá de la acción totalmente; sino de la personalidad con la cual la primera persona está “viviendo” dicha situación.

Por eso vemos que ante una misma acción (sea la que sea) diferentes personas pueden asumirla de diferentes forma; porque son sus personalidades diferentes las que la abordan.

Un ejemplo más específico puede ser el de la reacción de un padre ante un hijo que obtiene malas calificaciones por no haber estudiado. Un hombre (en su rol de padre) puede actuar bajo diferentes personalidades: agresiva, aleccionadora, comprensiva, indiferente, etc.

No es cuestión aquí de evaluar cuál es la mejor personalidad (ya que dependerá mucho del  contexto de la situación), sino de ver si la personalidad que se ejerce causa un malestar real (¡cuidado con los pseudosentimientos!). La “personalidad herida”, la que duele cuando asume la situación, posiblemente no resuelva el caso del hijo; por lo cual abría que erradicarla.

Si bien podemos imaginar ejemplos sencillos, la identificación de la personalidad herida puede no ser muy evidente. Generalmente se requiere de ayuda.


Las personalidades y lo espiritual

Con lo dicho hasta ahora, no es difícil darse cuenta de que las personalidades pertenecen a nuestra mente; y ya hemos dicho que nuestra mente es diferente a nuestro espíritu.

Nuestra mente se vuelve protagónica en nuestra vida cuando siente algún tipo de agresión o necesidad de protegerse (por percibir algún daño). Ya vimos que nos sentimos agredidos cuando alguna de nuestras personalidades se siente agredida (herida).

Por lo tanto, si logramos erradicar a nuestras personalidades problemáticas, dejaremos de sentir agresión dentro de las situaciones y por lo tanto nuestra mente no tendrá la necesidad de protagonizar nuestra realidad.

Recordemos a ecuación básica de nuestra espiritualidad: el “equilibrio de las consciencia”. Mientras mayor consciencia mental, menos conciencia espiritual. Mientras sintamos más agresión en nuestra vida, habrá un dominio mayor de nuestra mente tratando de controlar; lo que provocará una menor presencia del espíritu.

Si nuestra mente permanece tranquila, las probabilidades de que nuestro espíritu aflore son mayores. Y eso es lo que se quiere en un camino de crecimiento espiritual.

Por lo tanto: si “matamos” a nuestras personalidades que tienen un alto potencial de sentirse heridas (agredidas); tendremos mayor oportunidad de que nuestro espíritu se manifieste en nuestra vida.

Sin saberlo, muchas consignas espirituales apuntan a la erradicación de las personalices. Como solo un ejemplo la que reza: “Todos somos UNO”,

Si bien es evidente que “cada cabeza es un mundo” y con experiencias de vidas distintas cada uno actuará de forma diferente ante situaciones similares; la única forma en que todos nos fundamos con el UNO, de que todos seamos “iguales”, es primero erradiquemos esas personalidades que nos hacen diferentes.

Sin esas personalidades, todos quedamos en esencia pura, en espíritu.


Las personalidades en las religiones

Hay baluartes representativos de este concepto de “matar a nuestra personalidades” en diferentes religiones.

En el Hinduismo encontramos toda la enseñanza detrás de “la Shakti” (la escencia femenina), donde Madre Kali es tal vez su más alta representación.

La iconografía de esta deidad es muy mal comprendida en occidente. De hecho, se le conoce como la Diosa de la muerte, pero no se sabe que en realidad se alude a la muerte de nuestras personalidades “heribles”, que no dejan que nuestro espíritu se manifieste.

Y en su iconografía, Madre Kali se representa muy fiera; vestida y adornada con extremidades humanas desmembradas y cabezas cortadas. Estas no representan otra cosa sino los pedazos de personalidades con las cuales pensamos (cabezas), actuamos (brazos) y recorremos nuestro camino de vida encarnada (a veces con piernas), siempre alejados de Dios. Son estos pedazos de nosotros los que debemos “arrancarnos”, metafóricamente hablando, para que nuestro espíritu aflore con rapidez.

En nuestro cristianismo tenemos una representación más cercana en nuestra Madre la Virgen María.

Ella misma tuvo que “negarse a sí misma” (negar sus personalidades) para aceptar la voluntad de Dios. Lo entendemos así cuando asumió un embarazo fuera de los cánones sociales del momento; y cuando asumió la muerte de su Hijo en la cruz.

Hay otras escenas más que evidencian una sumisión de sus personalidades humanas a lo que era la voluntad de Dios; pero en las dos citadas, la Virgen pudo haber actuado con una personalidad orgullosa, de mujer respetada socialmente y reaccionar ante el embarazo de Jesús; y en la muerte de su hijo pudo haber actuado dentro de su rol de madre, con una personalidad lastimera o incluso violenta. Ambas las suprimió por Dios.

La misma idea de la “vacuidad” budista que apunta un poco a la idea de lograr quedar “vacíos” de esas personalidades humanas, representadas por “los deseos expectantes”; para así poder llegar a la iluminación.

El trabajo de suprimir, erradicar o “matar” a nuestras propias personalidades humanas (terrenales/mentales) para permitir que el espíritu sea el que comience a protagonizar nuestra vida, es el supremo esfuerzo que se debe hacer en cualquier esquema de crecimiento espiritual.


Toda esta explicación, tal vez enredada, es lo que está en el trasfondo en los sencillos consejos populares de “hacer lo correcto” y de “no hacer a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”.

Aún hay mucha tela que cortar, pero apoyémonos en los años que nos queda por compartir juntos; se necesitarán todos ellos y más, para poder explicarlo y entenderlo.


Namasté

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 25 de noviembre del 2015.
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras-claves personalidades, roles, kali, virgen, maría, vacuidad, hinduísmo, cristianismo, budismo

4 comentarios:

  1. Interesante y muy constructivo el conocimiento trasmitido gracias

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  2. Namasté Maestro.
    El artículo despejo dudas que tenia pero dejó muchísimo para reflexionar. Creo que estaremos toda una vida (y más vidas) trabajando en erradicar nuestras personalidades.
    Tiene sentido lo que mencionaba en el artículo anterior, podremos hacer meditaciones, mantras, ir a misa, etc, pero lo que verdaderamente nos acerca a Dios es el trabajo que podemos hacer con nosotros mismos, con nuestros sentimientos, con la manera en que encaramos las situaciones.

    Dios le bendiga por todo su aporte y guía.

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  3. racias maestro, por priemra vez lo pude ver con claridad

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  4. Gracias Maestro por explicarnos a qué se refiere "matar las personalidades"... eso facilita el trabajo de hacerlo...

    Namasté

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