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lunes, 17 de noviembre de 2014

Empatía; indispensable para vivir en comunidad



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Vivir en comunidad es todo un arte; donde no solo se requiere de una destreza innata, sino que hay que aprender y practicarlo.
El ser humano necesita vivir en comunidad porque de muchas maneras se complementa con otros semejantes. Pero a su vez, el éxito que se tenga en esta relación con los demás, define su bienestar no solo físico, sino también mental, emocional, energético, astral, kármico y espiritual.
Por eso es que es tan importante refinar esa convivencia, ya que de ella depende el presente y el futuro de cualquiera de nosotros. Pero hablamos de convivencia tanto a nivel interpersonal (uno a uno) como social (uno con muchos).
Este refinamiento de cómo nos relacionamos con los demás, pasa por un concepto básico que trataré de plantear desde un punto de vista integral; el concepto es la “empatía”.
La empatía debería ser un enfoque básico en la educación del niño, tanto en el hogar como en la escuela, si queremos tener un mundo mejor. Lamentablemente esto no se trata formalmente.

¿Qué se puede entender como empatía?
Definición de EMPATÍA
Esta palabra deriva del término griego empátheia, recibe también el nombre de inteligencia interpersonal (término acuñado por Howard Gardner) y se refiere a la habilidad cognitiva de una persona para comprender el universo emocional de otra.
Recuperado de http://definicion.de/empatia/ 16nov2014

En la referencia indicada, además de la definición, se trata el tema con argumentos muy interesantes (se recomienda su revisión completa); y una de ellas es la diferencia entre “empatía y simpatía”
La “simpatía” es un proceso eminentemente emocional por el cual podemos percibir los estados de ánimo del otro; mientras que la “empatía” es esa misma percepción pero con un grado adicional de comprensión de la otra persona.
Muchos enmarcan a la “empatía” como una de las habilidades que conforman lo que se conoce como “Inteligencia Emocional” (autoconsciencia, control emocional, motivación, manejo de las relaciones y empatía). Y dicha comprensión y manejo de la Inteligencia Emocional, se asume cada vez más importante que los otros 8 tipos de inteligencia definidas por Gardner en 1983.
Popularmente podríamos definir la “empatía” como la capacidad de “ponerse en los zapatos del otro”; donde no solo implica saber qué siente el otro, emocionalmente hablando; sino entender de forma amplia su realidad, sus acciones y sus respuestas en función de los sentimientos que está presentando.
Desarrollar la empatía (porque sí, la propuesta es que debemos desarrollarla) debería permitir de forma primaria no solo comprender a alguien, sino adecuar nuestras actuaciones ante los demás, desde esa capacidad de saber que podemos causar en ellos tanto bienestar como malestar.
La empatía es tan importante que apoya a la máxima espiritual de que “el ser humano por naturaleza no es malo”. Como siempre repito “se hace más daño por ignorancia que por maldad”; y la mayoría de las veces esa ignorancia es la incapacidad de darnos cuenta de cómo nuestras acciones pueden producir malestar o daño en los demás. Por supuesto, en esta máxima debería excluir a individuos con conductas patológicas.
Que lo que planteo es una idea ¿ingenua? Pues es lo correcto espiritualmente.

¿Qué se necesita para tener empatía?
Pero tener empatía (ser “empático”) no es trivial. Si bien puede haber individuos con una tendencia natural de serlo; cuando hablo de tratar de desarrollarla o reforzarla, debemos descomponer la empatía en los tres factores con los cuales la defino a modo personal:
  1. Inteligencia. No hablo de capacidad intelectual ni de formación académica; sino de la capacidad de percibir situaciones, de analizar y de evaluar diferentes escenarios. Se podría definir coloquialmente como “el darse cuenta de”.
    Lo primero necesario para que un individuo tenga empatía hacia los demás es que se dé cuenta de lo hace y de lo que está produciendo con dichas acciones. Si por ejemplo, una persona  detiene su auto en medio de la calle y no es capaz de imaginarse todo el problema que puede estar creando o puede llegar a crear; difícilmente puede siquiera comenzar a ser empática.
    El ir por la vida sin darnos cuenta de lo que podemos producir a nuestro alrededor con nuestras acciones u omisiones, habla de una incapacidad de análisis de los efectos que producen nuestras acciones; literalmente somos “poco inteligentes”.
    Si bien es poco formar esta apreciación; podemos comenzar a dudar de la inteligencia de personas que como actos cotidianos: botan papeles en las calles, no cruzan las calles en las esquinas, dejan las cosas desordenadas, detienen los vehículos en medio de la vía pública (por conveniencia personal), los que se “colean”, etc. Y son “poco inteligentes” por la simple incapacidad de análisis de las situaciones que ellos mismos pueden estar creando:
    Por el contrario, una persona “inteligente” tiene la capacidad de evaluar múltiples escenarios a partir de un hecho, lo que permite darse cuenta del impacto de su proceder. Esta misma capacidad de inteligencia es lo que se reconoce como necesaria para poder resolver situaciones o problemas de forma más efectiva; donde la evaluación de los posibles escenarios futuros es indispensable para hacer propuestas de acción.
    Si bien esta inteligencia puede ser innata; definitivamente también se puede desarrollar. Mediante juegos, ejercicios específicos, o una educación basada en un enfoque de “acción y reacción”, “causa y efecto”; la persona puede desarrollar esta capacidad de darse cuenta de su realidad como una consecuencia de sus acciones. El caso de que dichas acciones sean ejecutados por ella misma, estamos ante el inicio de la empatía.
    Este factor de inteligencia es vital para lo que llamamos “responsabilidad personal” antes las acciones.
    Si extrapolamos este concepto de inteligencia a un crecimiento personal holístico (integral), la capacidad de darnos cuenta de los efectos de nuestras propias acciones u omisiones es una capacidad indispensable para sanar; ya que dejamos de estar “buscando culpables afuera”.
  2. Reconocimiento emocional. No solo necesitamos la capacidad de reconocer los escenarios de daño o malestar que podemos estar ocasionándoles a los demás en un momento dado; sino que debemos, de forma sincera, tener la capacidad real de conectarnos con nuestras emociones para extrapolarlas a los demás.
    En la empatía es importantísimo que la persona que la está intentando manejar “se olvide de sí mismo”. Muchas veces creemos que si a nosotros no nos molesta algo, pues a los demás tampoco. Debemos comenzar por reconocer que los sentimientos de los demás, por diferentes razones de vida, pueden ser diferentes a los que nosotros podemos sentir en una misma situación. Los otros pueden responder emocionalmente de forma diferente a nosotros.
    Muchas veces es un tema de “pseudosentimientos” (lo he documentado en muchas otras ocasiones); gracias a los cuales los sentimientos personales que manejamos no son más que “argumentaciones mentales convenientes”, para no enfrentar ciertas situaciones.
  3. Motivación. Y podemos tener la inteligencia; y podemos tener la capacidad de reconocer las emociones de los demás; pero aún así podemos hacer caso omiso de la empatía, simplemente porque sentimos que vamos a obtener un beneficio personal mayor, que el solo hecho de no hacer sentir mal a los demás.
    Esto es lamentablemente muy común; pero está teñido de una ignorancia y limitación de nuestra propia percepción.
    Creemos que debemos procurarnos bienestar a nivel físico, mental y emocional; y si es necesario pasar sobre “algunas cosas”, pues lo justificamos. Pero olvidamos o ignoramos que somos mucho más que carne, huesos y logros terrenales.
    Si solo pensamos en nuestro bienestar terrenal; pues bastará incapacitarnos físicamente o morirnos para darnos cuenta entonces de lo desgraciados que podemos llegar a ser.
    Por lo tanto, es indispensable saber del impacto global en nuestro ser que pueden tener nuestras acciones “no empáticas”. Esto lo esbozaré en la sección siguiente. Pero es mucho más complejo de lo que podré hacerlo; y los conceptos involucrados deberían ser parte de la vida de cualquier de nosotros para que se entendiera el peso que tienen. Una espiritualidad y una religiosidad correctamente llevadas serían ideales para reforzar la importancia de la empatía.
    Si llega a importarnos no alterarnos energéticamente, no acumular más karma, o llegar más rápido a Dios, tendríamos argumentos que ayudarían mucho como motivadores para ser personas empáticas.

¿Por qué la empatía es tan importante la empatía desde el plano holístico?
La empatía permite que las interrelaciones humanas se lleven a cabo con el menor impacto emocional negativo posible.
Que nuestras acciones u omisiones despierten emociones difíciles en los demás, no es solo un asunto de los demás.
Más allá de crear molestia física, mental o emocional en los otros (las cuales pueden llegar a ser evidentes); un problema grave cuando no somos capaces de ser empáticos son los efectos de los que no nos percatamos.
Si por ejemplo con nuestros comportamientos, lejos de ser empáticos, ocasionamos malestar emocional a otros; estamos complicando no solo la vida de esos otros, sino que nos estamos perjudicando a nosotros mismos (“ama a tu prójimo como a ti mismo”).
Estos impactos negativos aparecen en todos los planos sutiles; y lo peor es que no tiene porque intervenir el contacto físico ni directo. Podemos ocasionar malestar a distancia, incluso sin conocer a las personas, siempre y cuando nuestras acciones, omisiones o palabras, afecten emocionalmente a los demás.
Recordemos que estamos hablando de planos sutiles; donde la cercanía física o la consciencia mental son intrascendentes. Una figura pública, con solo unas palabras que no se articulen con empatía por algún medio de comunicación; puede crear malestar en una parte de la población y ella misma destrozarse la vida (no solo a los demás).
Un funcionario público cuya actuación (incluso a escondidas) cree malestar en la comunidad, va a afectar emocionalmente a esta (aunque nunca sea descubierto) y por lo tanto se va a destruir la vida él mismo.
Lo impactos negativos tanto en las personas que reciben la acción no empática como en quien la ejecuta se circunscribe a:
-          Nuestro cuerpo energético (energía vital). Cuando nos interrelacionamos con los demás (aún sin contacto directo y hasta tangencialmente) nuestros cuerpos energéticos tienen a acoplarse. En dicho acople, como somos seres diferentes, siempre hay un pequeño desequilibrio de nuestro estado de reposo/bienestar el cual toleramos.
Cuando nuestra actuación crea un estado de alteración malsana en los demás, por muy tranquilos que podamos estar, nuestro cuerpo energético va a intentar seguir acoplado a ellos, ahora con estados patológicos. Por esta causa nosotros terminamos también alterados energéticamente.
Estos estados de alteración pueden causar infinidad de dolencias, enfermedades, desgastes; la mayoría lamentablemente de forma no inmediata; sino que se pueden ir incubando para efectos posteriores.
-          Nuestro cuerpo astral. Es el efecto más difícil de explicar en la tónica de este escrito; pero puedo resumirlo como “mala suerte”. Cuando nuestras acciones no son empáticas y no cuidan el bienestar emocional de los demás, interaccionamos en nuestros cuerpos astrales de forma poco afortunada y podemos estar expuestos a cosas que popularmente se podrían enmarcar dentro de “la mala suerte”.
Podríamos hablar de energía de bajo astral, “muertos pegados”, hechizos, etc. Me disculpo por no dar una explicación más seria; pero ya con esto más que suficiente.
-          Nuestro cuerpo kármico. Tal vez el mayor efecto negativo se observa en el karma; y por lo tanto sería el más extenso de explicar por lo complejo de las interacciones kármicas.
Asumiendo que se tiene nociones de lo que es el karma; podría resumir que solo con que nuestras acciones alteren emocionalmente a los demás (directa o indirectamente, los conozcamos o no), nos entrelazamos kármicamente con ellos y comenzamos a compartir karma.
Ya con nuestro propio karma deberíamos tener suficiente para esforzarnos en muchas vidas. ¿Imagínense si comenzamos a tener deudas kármicas adoptadas de todos a los que hacemos hacer sentir mal con nuestro comportamiento poco empáticos? (incluso “sin querer queriendo”)
Ser empáticos, nos ayuda no solo a aislarnos kármicamente de los demás (de sus “karmas negativos”), sino que cultivamos “karmas positivos” con los cuales creamos contrapeso de todas nuestras deudas y pueden llegar a ser bendiciones en nuestras vidas.
-          Nuestro cuerpo espiritual. El efecto en nuestro cuerpo espiritual cuando no somos empáticos, está muy ligado al anterior cuerpo kármico. Cuanto más karma (“negativo”) tengamos, nuestro espíritu estará (metafóricamente hablando) más alejado de Dios. Recordemos que la noción del “karma negativo” es la misma noción de “pecado” en algunas religiones.
De esta forma, si realzar a tu espíritu es parte de tu ocupación de vida, el ser una persona con empatía te va a ayudar en tu realización. Lo contrario es igualmente cierto.
Si no se manejan estas motivaciones sutiles, con efectos más allá de lo evidente, vienen los lamentables argumentos que se suelen manejar. ¿Qué motivación tengo de ser empático con alguien que no conozco? ¿... que no voy a volver a ver nunca más? ¿... que no me interesa? ¿... que no es mi familia? ¿... que es problema suyo si se molesta o no? ¿... que debería prender a superarlo?, etc. Ninguno de estos argumentos o similares exonera de las consecuencias de no ser empático.
Como siempre tener una visión limitada de nuestra realidad, enmarcada en solo lo que vemos, sabemos o entendemos; no solo nos limita nuestras acciones, sino también nuestra capacidad de tener bienestar
Aquí debo detenerme; porque se podrían seguir escribiendo páginas y páginas sobre empatía; sus porqués y sus beneficios. Pero esto es suficiente para dar una idea de uno de los aspectos más importantes para vivir bien en comunidad; y a lo mejor se ha logrado despertar algunas consciencias para comenzar a abordar estos temas nos solo desde un plano personal, sino también educativo y social.
Namasté
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 16 de noviembre del 2014
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras-claves: empatía, cuerpos, karma, comunidad, interrelaciones, suerte, emociones, otros, prójimo, negarse, pecado

3 comentarios:

  1. Muy interesante!!!
    He conocido ultimamente de una condicion que se llama ser un Empatico. Es la capacidad que tiene una persona de sentir las emociones inconscientes de los otros. Estas personas tienen la capacidad de entender, mas bien de sentir en su cuerpo lo que otros estan pasando. Son como esponjas. Les cuesta diferenciar lo que es de ellos de lo que no es. Muchas veces, se encuentran bien y de repente se sienten invadidas por algo que no les pertenece. Solo que no lo saben. Tienen que entrenarse y pueden ser de ayuda para otros.
    Conoces esto? Se llaman Empath.

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    Respuestas
    1. Si, dentro del mundo energético es una característica común
      Cuando muchas personas comienza un estudio consciente del manejo de energías, suelen descubrir que son empáticos.
      Puede no ser una situación fácil de enfrentar, pero resuelve rápido y hasta se puede aprovechar.
      Pero es un fenómeno de sensibilidad energético; no directamente a lo que se refiere este artículo.
      Gracias

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  2. Namasté 🙏🏻
    Excelente artículo Maestro, que importante es la Empatía hacia la sociedad lo que debemos hacer y no hacer para que esto no nos afecta en todos nuestro planos, saber manejar cada situación con el corazón limpio, haciendo lo correcto simplemente porque corresponde nos guste o no... gracias Maestro

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