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viernes, 14 de noviembre de 2014

¿Eres Marta o María?



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Lucas 10,38-42
La Biblia de las Américas (LBLA)
38 Mientras iban ellos de camino, Él (Jesús) entró en cierta aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Y ella tenía una hermana que se llamaba María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40 Pero Marta se preocupaba con todos los preparativos; y acercándose a El, le dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. 41 Respondiendo el Señor, le dijo: Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; 42 pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada.
Intentaré dar una reflexión sobre este hermoso pasaje de nuestra Santa Biblia. Tocaré solo el nivel 2.
Jesús va por el camino; y en algún momento pasa muy cerca de ti (de tu aldea); y tú (como Marta) debes decidir darle acogida en tu casa (dentro de ti) o no.
Cuando aceptas a Jesús dentro de ti (cuando ya está en tu casa) puedes optar por: afanarte aún con las cosas terrenales; o dedicarle prioritariamente ese tiempo a Jesús. Si debido a tus preocupaciones, molestias, miedos y asuntos terrenales; dejas de lado a tu invitado,  entonces se te irá el tiempo y desaprovecharás su presencia y todo lo que Él te puede brindar. Eso hace Marta.
Y Jesús, como invitado, si no te dedicas a Él mientras está contigo, se va a ir para continuar su camino.
En el caso de Marta, resultan más importante son sus afanes y molestias terrenales que la misma presencia de Jesús en su casa.
¿Cuántas veces no le pedimos a Jesús que venga a nosotros y se aloje en nuestros corazones y lo dejamos allí sentado en un sillón solo? Porque seguimos con nuestros corazones ocupados en frustraciones, juicios, angustias, en preocupaciones, en angustias; nos dedicamos “a salvar al mundo”, mientras que Jesús de aburre solo, esperando que oigamos lo que Él tiene que decirnos, y que le prestemos atención a Él.
En cambio, María detuvo sus afanes; y sin dejar que su terrenalidad la ahogara, se dedicó a prestarle atención a Jesús.
Aún así, parece lógica la queja de Marta; pero el mismo Jesús la corrige y asegura que María esta haciendo lo correcto.
Jesús representa “el camino hacia Dios”; “la vida desde el espíritu”; “el crecer en espíritu”.
Cuando te llega ese regalo, esa inquietud de crecer en espíritu (representado por Jesús entrando a tu casa, a tu interior); no debes dejarte ahogar por los asuntos terrenales (preocupaciones, molestias, prejuicios, malas experiencias del pasado etc.) y mucho menos dejar que estos asuntos eviten ganar enseñanzas de aquel que te va a ayudar a entender a Dios.
Estar a los pies del Maestro como María, significa dejar de lado nuestras preocupaciones mundanas (eso es “negarse a sí mismo”) y aprovechar hasta lo mínimo (las migajas) que el Maestro pueda ofrecernos.
En nuestra vida, sentarse a los pies del Maestro significa no perder oportunidades de crecimiento espiritual, de aprendizaje desde el espíritu; una vez que encuentras a Jesús y que lo hayas invitado a tu vida.
De un momento a otro Jesús pasará; y todo volverá a ser como antes. Únicamente quedarán los minutos que te dedicaste a Él; que compartiste con Él; que aprendiste de Él.
En su reseña final Jesús le aclara a Marta, que María, dándole prioridad “a sus asuntos con Dios”; está haciendo lo único necesario, lo único imperecedero; que es lo que podamos desarrollarnos en espíritu. Observa bien a qué le da prioridad Jesús.
¿Hacia dónde está tu enfoque? ¿Eres Marta o María?
¿Eres como Marta? Que deja de lado las oportunidades de crecer en espíritu, gracias a que te parecen más apremiantes, urgentes, importantes, necesarios, fuertes, insalvables, tus asuntos terrenales.
¿O eres más como María? Que sin dejar de atender a Jesús, no se dejaba ahogar ni la paralizaban sus asuntos terrenales, ante la posibilidad de crecer en espíritu.
Lo más importante para ti no es lo que dices desear; sino que es lo que te atrapa, lo que te absorbe, lo que no te deja mover, lo que gasta todo tu tiempo, lo que te quita el sueño. Tú vives o dejas de vivir, por lo que es más importante en tu vida.
Oración:
“Amado Jesús,
prometo estar atent@
a cuando toques a mi puerta
para dejarte entrar sin demora.
Y una vez que estés conmigo;
me comprometo a dedicarme a ti, a atenderte,
a que seas lo más importante en mi vida;
escuchándote y siguiendo tus enseñanzas.
No solo para que yo me sienta bien,
sino para que tú te alegres de mí.
No dejaré que mi día a día me distraiga de ti;
no permitiré que el exterior me aleje de ti.
Y así podré aprovechar tu presencia
para que me ayudes a vivir.
Con estas intenciones que te ofrezco
te pido que tu estancia en mí no sea breve;
y que también en el momento de la muerte
pueda yo de tu mano llegar al Cielo.
Amén.”
(PAGR – nov2014)
Namasté
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 13 de noviembre del 2014
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras-claves: marta, maría, Jesús, terrenalidad

1 comentario:

  1. Namasté Maestro.

    Este artículo está tan hermoso como el pasaje bíblico que lo inspira.
    Además de toda la enseñanza contenida allí y que está muy bien explicada en el artículo, me llama la atención el hecho de que María se coloca "a los pies del Señor". Eso tiene para mi un significado enorme, porque es el reconocimiento de María hacia Jesús. Es el entender plenamente que tiene frente a sí la divinidad hecha carne y en consecuencia no hay más nada que hacer, nada más importante que "ponerse a sus pies". Los que somos discípulos sabemos la importancia que reviste ponerse a los pies del Maestro, reconocer su altura, su divinidad. También es curioso que Marta le presente su reclamo a Jesús, a la visita, por el exceso de trabajo que tiene (su terrenalidad complicada). Muy bien podía haberlo reclamado directamente a su hermana. Pero se lo dice a Jesús. Como explicas en el artículo ella se deja llevar por sus complicaciones terrenales, pero además, la queja de su situación se la presenta nada menos que al Señor... Es como decir "por tu culpa estoy como estoy, ¡haz algo!". Una gran falta de humildad y respeto a la voluntad de Dios.

    Namasté.
    CEH

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