Autor:
ShaniShaktiAnanda
Una
de las cosas más peligrosas para un ser humano que se sienta
espiritual, es creerse con el amor de Dios por derecho divino o como
regalo o heredad.
Y
esto es lo más peligroso porque al sentirnos ya con el amor de Dios,
dejamos de esforzarnos por obtenerlo; y resulta que podemos no
tenerlo y solo lo sabremos en momentos de duras dificultades.
Cuando
humanamente pasamos momentos difíciles es cuando podemos echar mano
de ese amor de Dios. El amor de Dios nos da fuerzas para enfrentar
con
el corazón limpio
a las dificultades; permitirnos seguir adelante con
el corazón limpio
a pesar de las tormentas; tratar con
el corazón limpio
a los que nos ofenden.
Y
siempre hablo de mantener el
corazón limpio>,
porque eso es lo que le interesa a Dios, el corazón es lo único que
escucha Dios de nosotros (1 Samuel 16:7)
Entonces,
si el amor de Dios es lo que nos permite mantener el corazón limpio,
¿qué sucede cuando sentimos impotencia, tristeza, rencor, rabia,
desolación, angustia, sed de justicia, frustración, entre otros
sentimientos difíciles?
La
respuesta es una sola: si
no logramos mantener nuestro corazón limpio en las situaciones
difíciles, es porque no tenemos el amor de Dios con nosotros.
¿Y
es que acaso eso es posible que Dios no nos ame? Siempre nos
enseñaron que Dios nos ama incondicionalmente.
Que
siempre lo enseñaran así, no quiere decir que sea lo correcto; pudo
haber otros intereses ocultos para ello. Solo basta remitirnos a un
par de pasajes sencillos de cualquier Biblia cristiana:
Juan
14:21, 23-24 (NVI)
21
(Y decía Jesucristo...) ¿Quién es el que me ama? El que hace suyos
mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo
amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
23
Le contestó Jesús:
―El
que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y
haremos nuestra vivienda en él.
24
El que no me ama, no obedece mis palabras. Pero estas palabras que
ustedes oyen no son mías, sino del Padre, que me envió.
Te
invito a que leas estos tres versículos por segunda vez.
Aquí
vemos claramente que en estos pasajes se puntualiza la premisa de que
para que Dios ame a alguien, este alguien debe primero amar a
Jesucristo. Pero amar a Jesucristo no es simplemente una declaración
de amor o una alabanza; sino que se puede demostrar únicamente con
la obediencia irrestricta a lo que Jesucristo mandó.
¿Sabes
con certeza qué mandó Jesucristo? Pues cosas como “amar a tus
enemigos”, “poner la otra mejilla”, “no juzgar”, “buscar
ser perdonado”, “preferir a Dios antes que a nada de este mundo”,
etc.
Si
no cumplimos estas cosas (junto a las demás señaladas en Mateo
capítulo 5, 6 y 7) sería sano dejar de considerar que Dios nos
ama; ya que nosotros simplemente no tendríamos los méritos que
se obtienen al obedecer a Jesucristo
Pero
¿cómo puede ser sano aceptar que Dios no nos ama?
Como
ya dije; si creemos que Dios nos ama y en realidad no es así (por no
obedecer lo que Jesucristo nos indicó), iremos por la vida
sintiéndonos “bendecidos y afortunados”, hasta que la vida nos
ponga en situaciones difíciles y nos sea evidente lo débiles que
somos.
Pero
entonces, cuando tenemos el agua al cuello, intentar buscar que Dios
nos ame no es sencillo ni inmediato; no basta una oración, un
sacrificio o un ritual.
El
hecho de obedecer a Jesucristo como requisito previo para tener el
amor de Dios, significa adoptar un estilo de vida que puede tomar
años de esfuerzo; tiempo que no tendremos para salir de los
problemas inmediatos.
Pero
si por el contrario nos sinceramos ahora y comenzamos a trabajar por
obedecer a Jesucristo, Dios nos irá amando cada vez un poco más. Y
llegará el momento, cuando ante un problema podamos utilizar la
frase: “Si Dios está conmigo, ¿quién contra mí?”
En
una vida espiritual, la visión “ingenua” de las cosas de Dios
nunca da buenos resultados. Dios no es nuestro compañero de juego;
Él es el creador del universo y nosotros le debemos más a Él que
Él a nosotros.
Nosotros
somos los que debemos agradar a Dios cumpliendo con lo que Él pidió;
Él no es quien está obligado a cumplir lo que nosotros pedimos. Eso
parece que el mundo aún no lo comprende.
Dios
les bendiga.
Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original:
684AS. (14 de noviembre del 2017)http://www.shanishaktiananda.org
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Esa enseñanza es transformadora y nos hace responsables de nuestra vida
ResponderEliminarGracias Maestro Shanishaktiananda por mostramos realmente la fiorma de llegar a Dios . Qué equivocados hemos estado .
ResponderEliminarNamaste .
Namasté Maestro. Gracias por este artículo que muestra la forma en la que tenemos que adoptar la vida, y darle el verdadero sentido que es seguir los lineamientos de JesusCristo teniendo el corazón limpio.
ResponderEliminarNamasté. Cumplir con lo que Jesucristo mando y tener un corazón limpio, es la clave como usted nos enseña maestro, la responsabilidad de que Dios y su hijo nos ame de verdad es responsabilidad de nosotros mismos,,, en esta nueva enseñanza que nos da, nos hace ver que el amor de Dios hay que ganárselo.
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