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lunes, 19 de noviembre de 2012

Las reglas claras – El amor de Dios

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Muchas personas se separan de Dios debido a la poca comprensión que se tiene sobre Dios mismo. Cuando muchas personas tratan de buscar a Dios en sus vidas, a veces parece estar pero otras veces no; y me refiero a encontrar su bondad, su asistencia.

El argumento más trillado en el desconocimiento de Dios es la gran cantidad de “infortunios” por las que pasa la humanidad, dicha humanidad creada supuestamente por Él mismo. Una humanidad compuesta por supuestos hijos suyos, a los cuales ama a todos por igual pero que constantemente está sometida a miserias, vejaciones, calamidades y sufrimientos. Y él allí, viendo, en el mejor de los casos asegurándose de que el “castigo” se lleve a cabo de forma correcta o que le oren de forma adecuada para enviar su misericordia, además claro está del merecimiento necesario para que él actúe.

Si se tiene un poco más de fe, los argumentos anteriores se cambian por otros más inocentes, pero iguales de inciertos: “es voluntad de Dios”, “Dios sabe porqué suceden las cosas”, “Dios lo quiere así”, “Dios sabrá”, “Dios no te da peso más grande del que puedes cargar”, “más adelante se ganará el Cielo”, etc, etc, etc.

Aceptar cosas por acto de fe es algo muy importante en la mayoría de las religiones, pero esa fe se ejerce no sobre cosas que no tienen explicación, sino sobre cosas que nosotros en particular no hemos entendido; o que aún no nos han explicado.

En cualquier circunstancia y bajo cualquier argumento que se esgrima, no debemos olvidar que si algún epíteto debemos darle a Dios con certeza es el de un Dios amoroso.

En las terapias de Alineación con la Fuente trato este tema con mayor detalle y mejor argumentado, pero quiero plantear aquí una visión del Amor de Dios.

Amor no es complacencia, amor no es sobreprotección, amor no es desigualdad. Si tomamos cualquier acto desafortunado podemos hacer un análisis profundo y encontrar dualidad en él. En la mayoría de los casos el análisis es muy estricto y difícil de realizar, sobre todo porque debemos eliminar nuestros sentimientos de ellos; así podremos ver que toda situación tiene tanto negro como blanco y además tonos de grises.

Voy a poner una situación trivial y sencilla. Nos levantamos un día en el que tenemos una presentación de trabajo importante, para la cual nos habíamos preparado desde varias semanas atrás, con mucho esfuerzo. A la hora de salir nuestro vehículo no enciende, después de varios intentos, los minutos se consumen y cada vez está más lejos la posibilidad de llegar a tiempo a la reunión y cumplir con la meta. Desesperadamente llamamos a un taxi, ofrecemos pagar el doble de la tarifa si nos hace llegar a tiempo y finalmente todo va bien luego de mucha angustia.

Lo que parece una situación difícil para nosotros, a lo mejor resulta ser la respuesta a las oraciones que el taxista elevaba a Dios la noche anterior por un dinero adicional que necesitaba para su familia; o para el mecánico que nos reparó luego el carro, con ese dinero inesperado pudo completar el dinero para pagar el préstamo que estaba por vencerse; e inclusive para tu jefe luego de enterarse del inconveniente aprecia a un más tu dedicación y aumenta su consideración hacia ti.

Si bien todo esto parece un guión de película rosa, si hacemos un sincero esfuerzo en cualquier situación, quitándonos primero el papel de víctimas, podemos encontrar cosas que no son tan nefastas en situaciones que nos afecten negativamente; la mayoría de las veces puede hasta adivinarse las intenciones del Director de esta película.

Y ese es el punto. Cuando argumentamos el Amor de Dios y que ese Amor debe ser igual para todos, a veces no parece manifestárseles a todos por igual. El Amor de Dios debe poder argumentarse desde otro punto de vista. Veamos.

No hay acto más amoroso, o por lo menos debería verse así, que cuando se nos permite actuar según nuestras propias necesidades personales (libre albedrío) pero otorgádonos un entendimiento claro de todo lo que puede pasar o todas las consecuencias de nuestros actos, y más aún cuando se nos enseñan antes todas las reglas que rigen nuestra existencia.

Si supiéramos cómo funciona nuestra realidad con sus pros y sus contras, con las relaciones de acción-reacción de nuestros actos y si tuviéramos una consciencia cierta de nuestras capacidades y limitaciones (lo que llamo Autoconsciencia en Evolución Consciente) pues sería muy fácil vivir. En este caso pudiéramos entender y por tanto prever las consecuencias de nuestras acciones y escoger la forma más afortunada de vivir.

Si nuestro guardián (de nosotros simples seres amarrados a este cuerpo y a este planeta y a este universo) nos diera toda esta información de cómo funciona el Universo pues la cosa sería más sencilla. Eso si sería Amor de verdad.

No es cuestión de dar un pez, es cuestión de enseñar a pescar. No quiero migajas de bienestar, quiero poder saber cómo obtenerlas. Y eso mismo hace Dios.

Cuando se habla a nivel místico del Amor de Dios, precisamente eso es a lo que debemos referirnos. Dios ha tenido la bondad máxima para con nosotros al crear el Universo, inamovible, con todo su funcionamiento establecido, todas las reglas fijas y colocarnos en este campo de juego donde no hay casualidades, ni discrecionalidades; donde todas las reglas están claras.

La Santa Biblia nos apunta el simbolismo que Dios creó el Universo en siete días y cuando “Dios vio todo lo que Había hecho, y he aquí que era muy bueno” bendijo toda la creación y descansó al séptimo día (Génesis 1:1-2:3). Estas palabras a nivel de una ejecución de proyectos indican que todo se verificó, que todo funcionaba bien, que no se habían quedado cabos sueltos, que no necesitaba - ni necesita - ningún ajuste y “a otra cosa mariposa”.

Desde el comienzo del Universo las reglas de juego han estado claras; el Universo viene funcionando igual que siempre y así seguirá; y nosotros como parte de este universo estamos regidos por esas reglas, las conozcamos o no, las creamos o no, o las entendamos o no.

Pero con esto surge un tercer argumento en contra de Dios. Bien, no desconozco a Dios, bien, puedo no necesitar actos de fe para vivir, pero nadie aún me ha dicho cuales son las reglas que rigen mi existencia ¿o sí?

Pues lo que voy a decir casi que lo pueden adivinar. Estamos rodeados de referencias de cómo funciona el universo, y no hablo de un funcionamiento físico o químico ni hablo del espacio interestelar; hablo del funcionamiento que nos toca la vida, nuestra mente, emociones, energías, espíritu. Estas referencias o reglas de cómo funciona el universo generalmente son complejas para digerir, por lo tanto son dadas en parábolas, anécdotas, historias, mitología, ya que deben darse a conocer a TODOS y no sólo a un grupo de elegidos intelectuales. Esta tarea de difusión la han venido realizando las diferentes religiones a lo largo de la historia.

Los preceptos religiosos, las consejas, las prácticas de vida, las referencias de cómo actuar para vivir bien, son ejercicios prácticos de dichas leyes de funcionamiento del universo que afectan nuestra realidad de vida. Es más fácil educar para la vida a toda la humanidad a través de esa forma práctica, a esperar que esa misma humanidad intelectualice esas leyes antes de utilizarlas.

Y cualquiera pudiera ahora argumentar que si esto que planteo es cierto, pues las religiones han fallado en el intento de informar (aunque sea de forma práctica) estas leyes de vida. Sí, el argumento es válido, tanto como el de cualquiera que le haya ido mal en una universidad por no estudiar y diga que esa universidad es pirata. A muchas personas las religiones les han servido, y de mucho.

No es cosas ahora de buscar culpables del infortunio de nuestra humanidad. Estas leyes las manejan desde siempre las religiones oficiales, expresadas como digo en sus libros sagrados y en sus enseñanzas. Pero fuera del ámbito religioso-social y algo más oculto, esas leyes se manejan en el área del misticismo y son conocidas como Leyes Universales.

¡Pero Cuidado! En esta Era de Acuario muchos manejan el concepto de Leyes Universales y muchos las puntualizan y las recitan de memoria; pero a veces no se comprenden de forma integrada. Algunos autores dicen que son siete, otros dicen que son doscientas una, y los demás van entre esos números. Una búsqueda en el ciberespacio pueda dar cualquier cantidad de documentos sobre leyes universales y muchos de ellos son repeticiones del mismo y en algunos diferentes no hay consistencia.

Las Leyes Universales deben estudiarse dentro de un ambiente místico, guiado, consistente con otras enseñanzas que le den soporte a la información. No son cosas que sean de aplicación inmediata luego de alguna lectura de un artículo o de algún libro. Las Leyes universales deben entenderse desde un contexto integral que aborda desde el plano físico, mental, emocional/energético hasta el espiritual, ya que se aplican a TODO el Universo.

Últimamente se están haciendo bonitos intentos de dar esta información más detallada a la humanidad y no sólo quedarse con los preceptos religiosos sin explicación, pero la información aun sigue siendo complicada de asimilar.

Estas Leyes Universales son las reglas claras con las que Dios planteó el funcionamiento del Universo y debemos considerarlas sea como sea la forma en las que nos las hayan inculcado.

Si queremos entenderlas más, pues podemos siempre emprender alguna enseñanza mística seria (mas allá de la lectura de libros, asistencias a charlas o lecturas en Internet). Si no nos llama la atención ese tipo de formación pues mejor temprano que tarde debemos comenzar a abrazar alguna religión y aunque no entendamos el porqué se nos invita a actuar de tal o cual manera, debemos tener la certeza que detrás de esos consejos están plasmadas todas las reglas de juego que evidencian el Amor que Dios nos tiene.

Y sin desmeritar ninguna otra fe religiosa diferente de la mía cristiana, recordemos cuando se dice que:

Juan 3:16-17

16 Porque tanto Amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. 17 Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.”

El Amor de Dios no se centra en el hombre aquel llamado Jesús de Nazareth, sino en lo que él vino a enseñar, a sus consejos, preceptos, mandamientos, anécdotas, metáforas, aclaraciones, donde están magistralmente reflejadas todas las Leyes Universales necesarias para vivir (salvarnos en nuestras situaciones difíciles) en esta etapa de nuestra evolución. Cualquier otra doctrina seria podría decir lo propio dentro de su ámbito de enseñanza y seguramente tendría razón.


Entonces el Amor de Dios va más allá de las cosas buenas que nos puedan suceder, sino que se manifiesta en el hecho de que nos tiene viviendo en un universo invariable creado por Él , con reglas claras de funcionamiento y que más de una vez nos han sido presentadas. El punto entonces es re-descubrirlas y comenzar a considerarlas en nuestras vidas.

Esta no será la última vez que hablaremos de esto; para el año que viene (2013) plantearemos un espacio de aprendizaje para ir aprendiendo sobre Las Reglas Claras de Vida; espéralo.

Namasté
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 19 de noviembre del 2012
Twitter: @eReiki

7 comentarios:

  1. Maestro pensando en esto...aqui me parece que en vez de seguir Las Reglas Universales dadas... cada uno de nosotros se crea las propias por comodida , para evadir, para sufrir y autocastigarse. Si somos conscientes que estas reglas nos daran una vida feliz el transito por el camino hacia esta felicidad seria mucho mas llevadero y facil.

    Aveces nos parece el transito por esta vida un infierno y es porque simplemente no sabemos las reglas del juego.

    gracias y un abrazo de Luz
    silvia gomez

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  2. Gracias Maestro, esto para mi es un escrito magistral!!!

    ".....Si bien todo esto parece un guión de película rosa, si hacemos un sincero esfuerzo en cualquier situación, quitándonos primero el papel de víctimas, podemos encontrar cosas que no son tan nefastas en situaciones que nos afecten negativamente; la mayoría de las veces puede hasta adivinarse las intenciones del Director de esta película."

    Que gran enseñanza en este párrafo, sin duda alguna Dios es fiel, nos ama y como hijos de él estamos condenados a ser felices, pero somos nosotros quienes dudamos y complicamos la hermosa conexión que tenemos con él.

    La frase "Dios está en todas partes" debemos mantenerla a diario y literalmente en nuestras vidas

    Namasté Maestro,Gracias!

    Francis

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    Respuestas
    1. Gracias Maestro,

      es lo que venimos aprendiendo en las últimas semanas, bueno tratando de aprender y entender. El Karma cuenta como una de estas leyes?

      Namasté

      Vivian

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    2. Si Vivian, el Karma (o si prefieres la Ley de Acción y Reacción) es una de las Leyes Universales.
      Gracias a ti.
      Namasté
      Pedro

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  3. Cada vez que me sucede un "infortunio" me pregunto: " Qué hice?", "Qué estaba pensando"?, " A quién herí?". A veces me "muerdo la lengua", si con lo que voy a decir pudiera ofender a alguien, aún cuando pueda tener la razón. Estas Leyes Universales he constatado que se "devuelven rapidito" a quienes las conocen. EXCELENTE REFLEXIÓN MAESTRO !!! FLOR

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  4. Definitivamente las leyes universales no pueden ser más claras... gracias por enseñarlas y recordarlas cada día Maestro...

    Namasté

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