Autor:
ShaniShaktiAnanda
En
realidad este escrito no es solo para el 2018, pudiera ser para
cualquier comienzo de año; e inclusive para cualquier mañana en la
que despertemos con ganas de estar mejor.
Una
de las cosas que debemos hacer primero es observar a nuestro
alrededor (e incluso en nosotros mismos) y ver la gran cantidad de
esfuerzo que hacen las personas (y nosotros mismos) para estar mejor.
Sin
temor a equivocarnos, podemos ver que la mayoría de las veces ni el
esfuerzo ni las buenas intenciones rinden los frutos suficientes.
Sí,
es verdad que tenemos cosas bonitas; sí, es cierto que nos suceden
cosas agradables; pero estas cosas no suelen ser ni de la magnitud ni
de la permanencia que desearíamos o que correspondería con el
empeño que le ponemos.
Entonces,
¿dónde está el problema?
Pudiera
ahondar mucho en enseñanzas para explicar porqué sucede esto, pero
esta vez quiero dar cosas concretas.
Si
pensamos un momento en lo que pudiéramos llamar “la fuente de todo
bienestar”; “el propiciador de todas las bendiciones”; “aquel
que nos conoce tanto, que sabe lo que necesitamos antes de pedirlo”;
vendría a nuestra mente la noción de Dios.
Sí,
porque antes o después, siempre nos damos cuenta de que terminamos
dependiendo de Dios. Cuando los problemas se escapan de nuestras
manos, acudimos siempre a Él.
Pero
si Dios es todo eso que describimos anteriormente, ¿por qué el
mundo (o nosotros mismos) estamos muchas veces tan complicados?
El
problema de raíz
Si
bien creemos en Dios; si bien le tenemos fe; si bien sabemos que es
todopoderoso, que está en todas partes y que todo lo sabe; muchas
veces nos sentimos a la deriva. ¿Cuántas veces no tenemos más que
esperar sufriendo hasta que Dios actúe?
¿Acaso
ese es Dios?
La
realidad es que la mayoría de la gente vive afectada por las
situaciones que le rodean, mientras creen que ellas están de buenas
con Dios; que Dios las ama; y que ese creador del universo y
proveedor de todas las bendiciones está en su corazón. ¿Acaso
estar entre estas dos aguas tiene alguna lógica?
No
hablo de tener situaciones difíciles, ya que nadie está exento de
ellas; sino que hablo de sufrir, lastimera o guerreramente, por
dichas situaciones.
Si
nos sinceramos un poco deberíamos analizar lo siguiente: si alguien
está de buenas con ese creador del universo, ¿puede estar sufriendo
a pesar de estar en situaciones complicadas? No hablo de estar
preocupado, hablo de estar sufriendo.
Entonces
comienza a aparecer la raíz del problema. Estamos
sufriendo en algunos aspectos de la vida, pero seguimos creyendo que
“estamos de buenas con Dios”.
Lamentablemente
en esta modernidad (y en la nombrada Nueva Era) nos han vendido la
concepción de que Dios nos ama de forma automática y que todos
somos bendecidos y afortunados. Lo peor es que mucha gente ha
comprado esta idea y sobre eso ha construido su vida.
Nuevamente
apelo a la sinceridad. Si estuvieras “de buenas con Dios” ¿acaso
tendrías esas situaciones que no te dejan dormir o que te angustian
o que no te prometen un futuro cierto y hermoso (apartando el
positivismo tonto)?
¿Acaso
si Dios estuviera a tu lado, tú tendrías que pedir y pedir para que
se te resolvieran las cosas?
¿Acaso
si Dios te viera con buenos ojos, te va a hacer esperar tanto para
ayudarte a tener una vida con paz?
El
trabajo real para comenzar a tener una vida con paz
Si
seguimos sin aceptar las evidencias y creemos que estamos bien con
Dios a pesar de ver tanta injusticia en el mundo, o de quejarnos de
las cosas, o de vivir en función de luchar en contra nuestros
enemigos; pues no vale la pena que sigamos leyendo.
Pero
por el contrario, si ya nos hemos comenzado a dar cuenta, les traigo
la solución para cada amanecer de cada día o de cada año nuevo.
La
única forma para comenzar a tener una vida con paz, una vida con
mayor provecho; y donde nuestro esfuerzo realmente comience a dar
frutos proporcionales a lo que hacemos, es “poniéndonos realmente
de buenas con Dios”.
¿Cómo
lo hacemos? Pues no está oculto.
Cuando
Dios está de buenas con alguien, Dios lo ama y pasa a estar cerca de
esta persona. Pero eso no es así de forma automática, hay que
cumplir con algunos requisitos.
Hablemos
como cristianos de cualquier iglesia (católica, evangélica,
ortodoxa, etc.). Si reconocemos en Nuestro Señor Jesucristo al Hijo
de Dios, enviado por Dios mismo para recordarnos la forma de llegar
al Cielo; y que por ello incluso murió en la cruz; pues deberíamos
estar bien también con Jesucristo para estar bien con Dios. No
podemos estar bien con Jesucristo y mal con Dios, o bien con Dios y
mal con Jesucristo.
Pero
es que acaso ¿se puede estar mal con Dios y con Jesucristo incluso
sin darnos cuenta?
¿Acaso
Dios y Jesucristo no nos aman siempre y están con nosotros?
Verifiquemos la condición que debemos cumplir:
Juan
14:21,23-24 (NVI)
21
(Jesucristo decía...) ¿Quién es el que me ama? El que hace suyos
mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo
amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
23
Le contestó Jesús:
―El
que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos
nuestra vivienda en él (y estaremos con él). 24 El que
no me ama, no obedece mis palabras. Pero estas palabras que ustedes
oyen no son mías, sino del Padre, que me envió.
Las
respuestas a las preguntar anteriores se obtienen de estos pasajes de
la Santa Biblia. Sí, tanto Dios como Jesucristo pueden no amarnos y
pueden no estar con nosotros.
Y
de estos mismos pasajes se entiende que estar de buenas con
Dios (y con Jesucristo) pasa inevitablemente por conocer
sus mandamientos y obedecerlos.
Y
esto de conocer sus mandamientos y obedecerlos significa adecuar
nuestra vida, nuestro comportamiento y nuestras actitudes hacia las
situaciones y hacia las demás personas, de la forma en la que Dios
espera que lo hagamos.
¿Estas
seguro que conoces los mandamientos de Dios que nos vino a recordar
Jesucristo? Te recuerdo solo tres: amar a tus enemigos, poner
la otra mejilla y no juzgar (no quejarte desde tu corazón).
¿Acaso
conoces los demás? ¿Acaso has hecho un esfuerzo sincero en
cumplirlos todos?
Esto
es lo que significa estar de buenas con Dios; y
por aquí comienza el trabajo real para una vida con paz: debes
buscar conocer lo que Dios espera de ti y debes ver cómo llevar eso
a la práctica cotidiana.
Atención:
esto lo planteo desde el cristianismo por su mero asunto cultural;
pero eso de estar de buenas con Dios aplica para cualquier enseñanza
espiritual de cualquier religión.
El
propósito de un nuevo y prometedor 2018
Bien
sea para el 2018 o para cualquier día o cualquier año, tu propósito
para una vida mejor debe ser enseriar y afinar tu relación con
Dios; dejando de creer que la estás llevando de forma estupenda.
Pero
hacer esto, difícilmente se logra solo. De hecho, posiblemente hasta
ahora no lo hayas logrado.
Para
enseriar y afinar tu relación con Dios debes buscar ayuda en
la persona correcta, en los escenarios correctos y de
la forma correcta. Posiblemente no lo logres en los escenarios
que hayas frecuentado hasta ahora, ni con las personas en las que
hayas creído hasta ahora, ni de la forma en la que lo hayas
intentando hasta ahora.
Y
al asumir este reto de comenzar a estar de buenas con Dios en este
nuevo año, te vas a enfrentar con el miedo de salir de tu zona de
confort; lo que es indispensable hacer para tener siempre un
bienestar mayor. Este miedo siempre existe en cada nuevo reto, pero
depende de ti: quedarte igual o mejorar.
Pero
esto debe ser un propósito firme, comenzar a recorrer este camino
que te permitirá tener una excelente 2018.
Si
necesitas ayuda, simplemente búscanos. Pero no te tardes,
posiblemente ya hayan sido muchos años sin saber esto.
Dios
les bendiga.
Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original:
729AS. (29 de diciembre del 2017)http://www.shanishaktiananda.org
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Palabras-claves:
feliz,
año, 2018, Dios, Jesucristo, excelente, vida, provecho, propósito
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