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miércoles, 24 de febrero de 2016

El contagio kármico

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Si bien el tema del karma no es aceptado por algunas religiones occidentales, este ha terminado siendo un concepto cotidiano muy extendido en todo el mundo.

En este escrito no voy a argumentar las consideraciones kármicas subyacentes que sí hay en todas las religiones, aunque estas lo nieguen. Solo voy a utilizar el tema popular del karma y trataré de dar explicaciones que al fin de cuentas llevarán al lector a ser más consciente espiritualmente; e incluso a acercarse a su práctica religiosa y a respetar los consejos de la misma, sea la religión que sea.
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Debo acotar además, que si bien en algunas explicaciones sobre el karma no podré ser académicamente correcto, lo haré tanto para simplificar y mejorar la comprensión hacia el público en general, así como para brindar reflexiones aplicables a cualquier religión.

Comencemos.

La mayoría de las personas han escuchado el tema del karma; y asumen que un “karma” (como una fuerza, como una energía, como un castigo) puede condicionar las cosas que le pasan en la vida.

Pueden ser cosas pequeñas o grandes; pero cuando resulta inexplicable el porqué sucede algo, siempre se puede decir que “eso viene de un karma”.

Esto no es descabellado, porque el concepto del karma viene a ser el de una Ley Universal (Ley de Acción y Reacción o Ley de Causa y Efecto) que efectivamente interviene en la construcción de nuestra realidad.

Las personas más serias entienden, además, que el karma depende de lo que ellas “hagan”;  y por lo tanto comienzan a cuidar sus acciones. La idea suele ser no acumular “karma negativo” para que la vida “no lo utilice en su contra”

Si bien este enfoque del karma como castigo o como retaliación de la vida (del destino o de Dios) no es el correcto, por ahora lo podemos dejar así.


Limpiar y no ensuciar

Pero resulta que muchas veces nos suceden cosas difíciles, por mucho que nos cuidemos, por muchas buenas obras que hagamos y por muy limpio que logremos tener nuestro corazón.

Entonces el asunto no es únicamente que nos cuidemos de “no ensuciarnos”, kármicamente hablando; sino que también debemos considerar que traemos karmas de otros momentos de nuestra vida donde posiblemente no sabíamos que debíamos ser tan cuidadosos en nuestras acciones.

En este caso, cobra vigencia el concepto de “limpiar” lo que traemos de nuestro pasado.

Cuando se trata del karma, tenemos que estar conscientes de que no solo debemos tratar de no ensuciarnos, sino que de vez en cuando vamos a tener que limpiar nuestras cosas pasadas. Nadie está exento de momentos difíciles (“todos somos pecadores”).

Ahora, la forma de limpiar nuestro karma es un tema gigante; pero lo puedo resumir en una frase sencilla: “limpiamos nuestro karma con mucho esfuerzo personal pero siempre sujetos a enseñanzas espirituales y a práctica religiosa”.

Sí, aunque esto último sobre la práctica religiosa no le guste a la gente, debo recordar que la expresión vivencial de cualquier enseñanza sagrada está representada en las prácticas religiosas; y si adoptamos un comportamiento y un estilo de vida coherente con ellas, tendremos la forma tanto de limpiar karma como de no ensuciarnos más.

Pero no caigamos en los argumentos fáciles para evadir nuestra responsabilidad, culpando a las religiones de atrocidades que miembros poco dignos haya podido cometer. Si en una cesta de higos encuentras muchos hijos podridos, no por eso vas a decir que comer higos es malo.

En última instancia, hay otras cestas de higos; busca una que sea válida y que te parezca mejor; y come.

Pero suponiendo que alguien entienda todo esto y se tome la tarea de vida de “limpiar su karma y de no ensuciar más”, aún la cosa no acaba allí.


El contagio kármico

Más allá de los conceptos simplistas pero suficientes que he planteado en los párrafos anteriores; el proceso de “contagio kármico” es tal vez lo más importante; no por su peso, sino por lo peligroso de su desconocimiento. Este concepto lo he explicado en infinidad de escritos y charla; pero aun así requiere este apartado especial.

Para que se plantee un karma, debe existir interacción entre dos seres espirituales en camino de evolución (seres kármicos).

Esta interacción no es necesaria que sea ni directa ni personal; incluso ni siquiera las acciones son necesarias. Sino que resulta suficiente que una persona despierte en la otra un sentimiento o una emoción.

Si bien el karma se asocia a la Ley de Acción y Reacción, lo que crea realmente el karma es el sentimiento o la emoción que genera una acción cualquiera.

Una persona puede no conocer personalmente a otra (solo por televisión, por ejemplo), y aun así plantearse un karma entre ellas.

Esto parece totalmente loco, pero debemos recordar que el karma no es un proceso únicamente humano, sino que se da también entre de almas. Las almas de dos personas pueden interactuar sin las restricciones de espacio, tiempo o interacción física que nuestra humanidad sí requiere.

Cuando un karma se crea entre dos personas, no solo se crea una energía que capitalizamos; sino que además se establece lo que se suele llamar un “lazo kármico”  entre ellas. Es por esta conexión por donde fluye (y se comparte) la energía del karma.

La energía de un karma generado, puede dejar de fluir o se puede limpiar; pero el lazo kármico se mantiene. Las condiciones para que esta conexión se disuelva entre las dos personas, responde a otros procesos que escapan a este escrito. Vale por ahora recordar que nos conectamos kármicamente con las personas con las cuales creamos karmas.

Pero planteo de una vez el problema de fondo relacionado a los karmas negativos. Cuando interactuamos con otra persona (aun que sea de forma indirecta e impersonal) y esta interacción genera un sentimiento difícil (por ejemplo), nos unimos kármicamente a ella (a través de un lazo kármico) y por ese lazo kármico no solo va a fluir el karma del problema que tuvimos, sino que nos contagiamos de todo el karma que esa persona pueda tener.

Pero el karma es siempre bidireccional. Si se genera un lazo kármico entre dos personas, ambas van a terminar contagiándose del karma de la otra. Todo lazo kármico es bidireccional.

Es como unir dos tanques de agua (karma) a través de un tubo. Un tanque puede tener agua de mejor calidad que el otro, pero al poco tiempo de conectados, ambos tanques tendrán la misma calidad de agua.

¿Se comienza a comprender lo que puede pasar? Cuando nos unimos kármicamente con otra persona debido una molestia emocional, no solo vamos a compartir el karma que se generó en ese momento (sea quien sea que haya tenido la culpa); sino que quedaremos unidos por un conducto por el que comenzará a fluir los karmas del pasado y los venideros. Pero continúo para peor. Nos contagiamos kármicamente.

Este concepto de contagio kármico aún se puede evitar conscientemente, tratando de cuidar que nuestras relaciones humanas sean “limpias” para no formar karmas ni lazos kármicos. Pero aún no es suficiente.


Formas adicionales de contagio kármico

Un impase emocional no es lo único que crea lazos kármicos; y por lo tanto no es lo único que permite que nos contagiemos con el karma del otro. Hay actitudes y acciones de vida que si bien parecen inocuas, son kármicamente activos:

1-    Las relaciones sexuales. Tener un encuentro sexual con otra persona, establece un lazo kármico entre los dos y por allí se comparte el karma del uno al otro. De aquí lo importante de escoger bien con quien se tiene sexo; ya que al acabar, no te llevarás solo la satisfacción, sino todo el karma de la otra persona. ¿Se comienza a entender lo importante de no ser promiscuo? Uno termina unido kármicamente con todas las parejas sexuales que hemos tenido y por lo tanto compartiendo sus karmas.
Pero no solo el karma compartido, sino que el lazo kármico establecido perdura muchísimo más allá del encuentro sexual; y aunque las personas no se vuelvan a ver; las acciones kármicamente desafortunadas que haga uno, le afectarán directamente al otro; sin tener la oportunidad de trabajarlo juntos. ¿Se comienza a entender porqué las religiones invitan a limitar las relaciones sexuales dentro de un compromiso de vida matrimonial?
2-    El rencor, el resentimiento, la rabia o el odio hacia alguien. Tener un sentimiento negativo hacia otra persona, automáticamente establece un laza kármico entre las dos; y a través de esta conexión fluye todo el karma hacia la otra persona y viceversa. ¿Imagínate tener resentimiento u odio hacia una persona que haya hecho mucho daño (y por ende tiene mucho karma negativo)? Todo el karma negativo de esa persona será totalmente tuyo. ¿Se comienza a entender lo importante de amar a los enemigos?
3-    El afecto, el fanatismo, la idolatría o la afinidad fuerte hacia otra persona. Cuando admiras o idolatras a alguien, se establece de forma inmediata un karma lazo kármico muy fuerte; y a través de esta conexión vas a comenzar a tener todo el karma de ese alguien. ¿Te imaginas si idolatras a un líder que muchos odian? Pues tendrás el karma de ese líder en ti, que además será al suma del karma de todos los que le odian; por muy bueno que sea ese líder. ¿Se comienza a entender ahora lo peligroso que es la idolatría? ¿Se comienza a entender también lo importante de amar a Dios antes que a nadie y sobre todas las cosas? Dios no tiene karma.
4-    El simple incumplimiento de las normas de convivencia social, grupal y humana en general. Lo explico con un ejemplo. Cuando una persona, aun sin darse cuenta, cruza una calle fuera del rallado o lejos de las esquinas y eso molesta a un conductor, automáticamente entre ella y el conductor se establecerá un lazo kármico (por la sola molestia del conductor), Desde ese mismo instante, el ingenuo peatón tendrá de inmediato el karma del conductor, que esperemos que no lleve una vida kármica; ya que el lazo se mantendrá y salpicará al peatón en cada desatino kármico que siga haciendo el conductor por el resto de su vida; aunque más nunca se vean. Y de igual forma sucede a la inversa, del peatón al conductor. ¿Se comienza a entender lo importante de hacer lo correcto, aunque sean cosas simples y que parezcan no afectar a nadie?

Acabo de señalar cinco formas de contagio kármico que con mucha seguridad no eran conocidas pero que pueden desgraciarnos la vida tanto a nosotros como a nuestros hijos y a nuestros nietos (recuerden además que el karma se “hereda”). Y cuando con el tiempo nos comienzan a suceder cosas difíciles, lo primero que pensamos es: “¿Por qué a mi Dios mío?”


Por ahora lo dejo hasta aquí. Esto no cubre ni una mínima fracción de lo que deberíamos saber sobre el karma y de la forma como tratar con este.

Quedaría satisfecho si lo expuesto aquí nos alertara a ver la vida de forma menos cerrada y consideráramos que buscar a Dios  a través de una espiritualidad comprometida por el esfuerzo propio y una práctica religiosa bien llevada, es lo único que nos puede salvar.

Lamentablemente no hay mascarillas, ni guantes, ni preservativos, ni trajes especiales para evitar el contagio kármico. Solo un estilo de vida espiritualmente correcto puede ayudarnos.

Ojos abiertos; ¡Karma a la vista!

Dios te bendiga.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 54 A.S. (23feb2016)
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777

Palabras-claves  karma, espiritualidad, religión, lazos kármicos, contagio

5 comentarios:

  1. Namaste Maestro,

    Gracia por este nuevo escrito que nos invita a revisar nuestra manera de comportarnos y de llevar adelante la cotidianidad y las relaciones que establecemos con las demás personas.

    Namaste
    AQ

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  2. Maestro namasté. Que articulo... todo lo que ignoraba... gracias

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  3. Maestro namasté. Que articulo... todo lo que ignoraba... gracias

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  4. Namasté Maestro. Gracias por haber escrito este artículo tan claro, tan práctico, tan útil para que nos podamos dar cuenta de la consecuencia de cada una de nuestras acciones. Más claro no canta un gallo. Ojalá lo comencemos a entender, y a poner en práctica

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  5. Excelente artículo maestro. Nos enseña la importancia del karma, cómo evitarlo e ir limpiando con nuestras acciones. Namaste 🙏

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