Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Una
noche cualquiera de un día cualquiera, un hombre murió. Entre ruidos y luces,
llantos y dolores, el hombre abrió los ojos del alma y se encontró en un lugar
oscuro; un sitio extraño donde no sabía ni lo que sentía.
No
veía mucho más allá de su alrededor. Casi no veía sus manos y sus pies habían
desaparecido en la oscuridad. Él sabía que había muerto; y aunque estaba de
pie, no podía dar un paso.
El
hombre solo pensaba que ese momento iba más allá de lo que alguna vez había
imaginado.
Entonces
comenzó a ver personas que pasaban a su lado; imaginaba que eran difuntos como
él.
Veía
parejas caminando tomadas de la mano; pasaban madres que caminaban hacia niños
que estaban un poco más adelante con sus brazos abiertos recibiéndolas; pasaban
niños corriendo hacia sus madres que les esperaban; pero él seguía sin poder
caminar.
En ese instante pasa muy cerca de él
un pequeño niño, caminado hacia adelante pero al parecer, sin ver a quien lo
iba a recibir.
El
hombre llama su atención y le pregunta:
--- Niño, espera. ¿Hacia dónde va toda
esa gente?
El
niño responde:
--- Al Cielo.
--- ¿Al Cielo? --- pregunta el hombre sarcástico
ante lo que suponía como ingenuidad del niño.
--- Bueno; al Cielo al Cielo no.
Algunos solo llegan cerca; muy pocos entran. – Responde el niño.
El
hombre le pregunta:
--- ¿Pero sabrás por qué yo no puedo
caminar?
Y
el niño le respondió con otra pregunta:
--- ¿Usted creyó en Dios mientras
vivía? Porque yo rezaba todas las noches y todas las mañanas; mi mamá me decía
que hiciera todos mis deberes, pero que confiara en que Dios me daría lo que realmente
necesitaba. Cada vez que yo enfermaba, mi mami y mi papi le pedían a Dios para
que cuidara de mí; y yo siempre cerraba muy fuerte los ojos, ante las personas
que me hacían daño y pensaba que dentro de ellas también estaba ese Dios de
papi y de mami. ¿Usted también creyó en Dios?
El
hombre sin darle importancia a lo que decía el niño, le preguntó:
--- Y entonces, tú vas al Cielo; ¿cierto?
El
niño respondió encogiéndose de hombros:
--- Yo creo que sí; pero lo que sé es
que cuando yo estaba muriendo, mi mami me dijo al oído que Jesús me iba a estar
esperando. Y por eso camino despacio, para que Él me encuentre.
El
hombre quedó con un nudo en la garganta; sin saber si debía sentir lástima por
el niño o pena por sí mismo.
En
ese instante, en el camino más delante del hombre y de niño, apareció una luz
indescriptible; más hermosa de lo que cualquier ser humano hubiera podido
imaginar jamás.
El
niño la vio y se sobresaltó de alegría, diciendo:
--- ¡Allí está! es Él; mi mami volvió
a tener razón.
El
niño corrió a la Luz; y cuando llegó a su lado, el hombre vio que el niño se
detenía y hablaba con aquella luz, volviendo la vista atrás mirándolo a él.
Pasaron
muy pocos segundos y el niño vino corriendo al hombre, trayéndole un mensaje:
--- Oiga señor, no pude hacer nada por
usted. Jesús me dijo que lo amaba muchísimo, pero que usted tuvo que haberlo
encontrado mientras vivía. Que Él lo llamó muuuuchas veces a través de personas
que usted conocía; y que nunca hizo caso, ni hizo esfuerzo.
--- ¿Su mamá nunca le enseñó a hacer
caso?
--- Bueno; y Él me dijo también que le
iba a seguir dando algunas oportunidades más; pero que se apurara y que no
perdiera tiempo.
--- Adiós, me voy.
El
hombre quedó paralizado y fue en ese momento cuando comenzó a sentir el terror de la muerte oscura; la
desesperación y el horror de no poder dar un paso, viendo al niño de la mano
con esa hermosa Luz, alejándose hacia lo que él nunca había considerado: el
Cielo.
Querido lector, querido escucha, Dios
permita que entiendas que Jesús espera de tu esfuerzo para que hagas valer el
regalo que te dio: el Cielo.
No esperes más, porque nadie sabe
el día ni la hora.
Dios te bendiga.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna
Ki, Reiki Mineral
Original: día 49 A.S. (18feb2016)
Twitters: @SanaCristica @eReiki
@EvolConsc @pagr777
Palabras-claves Jesús, muerte, cielo, difuntos,
Luz, niño, esfuerzo, hombre
Muy hermoso el cuento Maestro... ojalá todos entiendan que debemos buscar a Dios mientras vivimos porque puede que después sea tarde... muchas gracias por su esfuerzo y dedicación a esta misión y a nosotros para no dejar de buscar a Dios...
ResponderEliminarNamasté