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sábado, 24 de enero de 2015

Dios proveerá

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Como suele suceder, aquí tenemos una frase de corte espiritual/religioso que se acostumbra a utilizar fuera de contexto y sin el apropiado entendimiento de lo que hay detrás de ella.
En este escrito no me voy a referir a ningún hecho concreto en cuando a la utilización de esta frase. Espero que se tome como enseñanza espiritual; igual que todo lo que escribo. No hago alusiones personales porque en efecto, lo que diré nos sirve a todos.
Absolutamente todo lo que voy a hablar aquí lo he planteado en cientos de escenarios, entre charlas, clases, escritos, carteles, terapias, etc. Así que únicamente haré referencias superficiales a muchos tópicos que pudiera explicar más; pero está en el lector buscar otras referencias dentro de mis escritos, si son de su interés.
Con esta ligereza de mi parte, corro el riesgo de que se malinterpreten algunos términos; los mismos que desde el ámbito espiritual tienen significados notablemente diferentes a los entendemos en la cotidianidad. Por decir un solo ejemplo, el término “humildad”. Pero correré ese riesgo; porque o escribo algo sencillo o lo explico completo, con lo cual debería plantear años de enseñanza espiritual. Esto último es imposible dejarlo por escrito.
Intentaré explicar de forma sencilla; pero tendré que hacerlo de la única forma en que se puede explicar lo espiritual/religioso: desde el plano místico real. Esto traerá tal vez más confusión; pero la enseñanza llegará a quien no presuponga que entiende y a quien no anteponga sus preconcepciones.

La frase. Errores de contexto
Dios proveerá” es la frase que voy a tratar de desmenuzar. Esta pareciera una frase que demuestra: esperanza en la ayuda de Dios, ante alguna situación incierta que nos preocupa.
En esta sencilla definición de trece palabras, hay por lo menos tres errores de fondo. Lo errores comienzan a presentarse desde el mismo instante que descontextualizamos la frase de origen espiritual; y la llevamos al plano terrenal.
  • Ayuda de Dios”. El primer error se plantea en lo que nosotros podemos entender como “ayuda” para nosotros. ¿Cómo nos ayuda Dios? ¿Acaso Dios siente como “bueno para nosotros” lo mismo que “nosotros para nosotros mismos”?
    Dios nunca ha sido alcahueta. Él espera que nosotros nos fortalezcamos; que aprendamos a superar problemas; pero con nuestro propio esfuerzo. Todo esto debe hacerse desde nuestro espíritu; por lo tanto, la parte terrenal puede no ser muy trascendente. “A Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar”.
    Muchas veces la ayuda que esperamos es que se nos solucionen algunos problemas terrenales; pero no terminamos de entender que
    dichos problemas son simplemente oportunidades para trabajar y fortalecer a nuestro espíritu.
    Es por esto por lo que hay situaciones terrenales/humanas que Dios permite que perduren o que se manifiesten; con la única intención de que aprendamos de ellas.
    En el momento en que llegamos a aprender la lección espiritual que dicha situación terrenal encierra; la misma situación ya no es necesaria y entonces es Papá-Dios en persona el que la quita; sin mayor esfuerzo.
    Pero algunas veces, las situaciones difíciles terrenales expiran, y pareciera que Dios nos liberó de ella. Todo en el plano terrenal tiene un comienzo y un fin; sea malo o sea bueno.
    Pero si en esa situación que expiró no hubo un aprendizaje, el compromiso de nuestra parte queda; y más temprano que tarde vendrán otras situaciones para intentar aprender, tal vez peores. Es el momento cuando coloquialmente se dice que salimos “de Guatemala a Guate-peor”.
    Por esto,
    la ayuda de Dios ante una situación difícil puede verse incluso en el hecho de que esta dificultad permanezca e incluso arrecie. Créanme que Dios nos quiere tanto, que nos necesita fuertes a su lado; y para eso usará cualquier método. Lo que tanto valoramos como la “felicidad terrenal” es insignificante delante de la “paz espiritual” que podemos llegar a conquistar; por eso Él, a veces, paga el precio.
  • Situación incierta” es el segundo error en la definición. La incertidumbre ante una situación, se centra en lo incierto del resultado final de la misma. El no saber y por tanto buscar ayuda en Dios, implica un “querer que sea de alguna forma en particular”. Esto implica expectativas en el resultado; y de entrada es un “anti-don” espiritual. (Deberían buscar mis artículos de dones espirituales)
    En don espiritual del Desapego no implica que dejemos de desear cosas buenas en nuestra vida; pero sí nos obliga a trabajar con ahínco hacia ellas. Pero este trabajo intenso se debe realizar con la intención cierta de dejar el resultado en manos de Dios; porque a fin de cuentas, Él es el que mejor sabe qué nos conviene y qué no.
    Dejo la explicación hasta aquí, porque no voy a lograr explicarme ni en dos docenas de páginas más. El don espiritual del desapego (o la práctica de “cero expectativas”) es un absurdo total para personas con Conciencias Mentales muy activas; y por consecuencia con Consciencias Espirituales muy deprimidas.
    Solo recuerdo lo que siempre digo en terapias. Por las noches oramos y por el día olvidamos: “
    Padre nuestro que están en el Cielo; santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo....” y pasamos el resto del día intentando que suceda lo que nosotros creemos que nos conviene; es decir nuestra voluntad, no la de Él. Inconsistencia Espiritual Total.
  • Y como tercer error, dichas situaciones “nos preocupan”. Nos preocupa algo, pero tenemos fe de que Dios nos va a ayudar. ¿Por qué no usamos esa misma fe, para sentir que lo que nos está sucediendo ahora, ya es la voluntad de Dios; y por lo tanto lo que vaya a pasar también lo será? Simplemente tenemos fe en lo que nos conviene; y creemos en un Dios que a veces nos olvida y a veces nos puede ayudar.
    Se suele creer en un Dios discrecional, que por supuesto es una gran mentira. Entonces, le tenemos fe a una mentira; a alguien que a veces nos puede ayudar y otras que nos deja de nuestra cuenta a pesar de que sufrimos. Un Dios así es un Dios de pacotillas, pero lamentablemente es el más común.

Requisitos previos o “condiciones generales”
Pero olvidemos los errores de fondo en nuestra relación con Dios. Imaginemos por un momento que Dios ciertamente nos puede proveer de todo el bienestar que necesitamos.
Lo importante es que entendamos lo que significa “proveer”; antes que nada, no significa “regalar”. Alguien me “provee algo” cuando yo cumplo con ciertas condiciones.
Uno de los errores de nuestra fe infantil, es el creernos todos “Hijos de Dios”. Eso ya lo he discutido ampliamente en artículos anteriores, pero lo voy a resumir en una frase: “solo es Hijo de Dios, quien hace por su Padre que es Dios”.
Un Hijo de Dios se ocupa de conocer lo que su Padre quiere, para luego cumplirlo, promoverlo y defenderlo. Y saber lo que el Padre quiere es sencillo; ya Jesús lo dijo en el Sermón del Monte (Mateo 5-7). De allí debes recordar cosas como: amar a tu prójimo, poner la otra mejilla, no juzgar, amar a Dios antes que nada, amar a los que creas tus enemigos, etc., etc., etc.; pero bueno...
Entonces ¿a quién proveerá Dios de toda su magnificencia y con todas sus bendiciones? Pues lo hará con quienes le son fieles, es decir, con “sus hijos”; es decir, con los que hacen lo que Él mandó.
Este es el requisito previo o la condición general para que Dios comience a ser nuestro Padre y empiece a proveernos como a sus mejores Hijos.
Podríamos comenzar, por ejemplo, por amar a los que consideramos nuestros enemigos. Nuevamente tendríamos que apelar a nuestra Consciencia Espiritual para poder siquiera comprenderlo; porque desde nuestra mente y con un corazón cerrado, es un total absurdo.
Pero es sencillo. Es como tener un jefe poderoso; dejar de lado de forma sistemática todo lo que nos ordena; y cuando estamos urgidos ir corriendo a su oficina a pedir aumento de sueldo, bonos o consideraciones especiales.
Mientras no rijamos nuestras vidas en función de lo que Dios Padre espera de nosotros (Sermón del Monte), no seremos “hijos de Dios”. Tendremos que conformarnos con ser solo “criaturas de Dios”; no más que una silla, una planta o una lagartija.
De cualquier forma Él siempre seguirá proveyendo, su misericordia es infinita; tanto, que Él siempre nos da lo que necesitamos de verdad, aunque nos duela.

¿Pero qué proveerá Dios?
Suponiendo que cumplimos con la condición de hijos de Dios (prefiero decir “servidor de Dios”, para no igualarnos a Jesucristo), toda la Gracia del Padre vendrá a nosotros.
Pero ¿qué significa la Gracia de Dios? ¿Acaso eso hace referencia al dinero? ¿Al poder? ¿A la salud? ¿A la pareja?
Como comenté en los primeros párrafos (afortunadamente para ustedes ya estoy terminando); lo que Dios quiere para nosotros es lo mejor que existe en el Universo; y esto es la Paz Espiritual. Y esta Paz se alcanza únicamente cuando estamos a su lado (metafóricamente hablando); y eso lo logramos cumpliendo con sus lineamientos (nuevamente el Sermón del Monte). “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 7:21)
Pero tener Paz espiritual no significa estar pobres, con hambre, enfermos o despreciados. Nada tiene que ver la Paz Espiritual con el estado terrenal.
Pero lo que si es cierto, es que Papá-Dios no va a preferir a las bendiciones terrenales, ante las oportunidades de que lleguemos a Él. Me explico.
Dios puede proveer dinero, pero si este va a entorpecer nuestro camino espiritual hacia Él, preferirá no darlo (o quitarlo).
Dios puede proveer poder, pero si eso nos va a hacer actuar en contra de los principios del amor, prefiere no darlo (o quitarlo).
Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19); pero recordemos que Cristo Jesús dijo (más de una vez): “...Mi reino no es de este mundo...” (Juan 18:36). Así que los bienes terrenales no parecen ser la prioridad a proveer, a menos que se honre la Gloria de Jesús, desde sus enseñanzas.
Tampoco podemos olvidar unos de los lineamientos que todo cristiano debe seguir: “...si tu ojo te hace pecar, más valdría que no lo tuvieras; si tu brazo te hace pecar, deberías arrancártelo...” (Mateo 5:29-30). Por su puesto todo esto es metafórico; y lo he hablado muchas veces. Simplemente no deberíamos permitirnos nada que pueda hacernos trasgredir lo que Dios espera de nosotros.
Pero esto no es siempre de esta forma. Muchas veces actuamos “desde nuestra voluntad y no desde la de Dios”; y entonces se nos va la vida: luchando por el dinero, luchando por el poder, luchando por renombre, luchando por salud; y en dichas luchas abandonamos el comportamiento que Papá-Dios espera de nosotros.
En esos casos, siempre podremos conquistar dichos bienes terrenales de forma temporal; pero a costa de nuestra tranquilidad, de nuestra paz y de nuestra cercanía a Dios.
Bastará entonces que llegue la fecha de expiración de dichos bienes (más temprano que tarde) para darnos cuenta de dónde estamos; de lo bajo que hemos caído, de lo vacío que estamos de Dios. Y entonces vendrá “el rechinar de dientes” y el sufrimiento, más allá de lo imaginable.
Y si en los momentos cuando estamos intentando hacer nuestra voluntad, Dios nos llama de este mundo... pues “a llorar al valle”. ¿Que eso no importa porque ya estarás muerto? Espera a morirte y me cuentas.

Resumen final
Intentando resumir todo lo anterior y un poco más, podría terminar diciendo:
La frase “Dios proveerá” funciona solo cuando logramos entregar nuestra vida a Dios; conociendo, honrando y defendiendo todos y cada uno de sus preceptos. Solo entonces entendemos que nuestro camino y nuestro destino es únicamente Dios. Esta actitud nos libera de toda preocupación; ya que tenemos la certeza de que Dios nos proveerá de lo que necesitemos para llegar a Él; incluso a pesar de nuestro bienestar terrenal temporal. A fin de cuentas, el bienestar espiritual eterno a Su lado, es lo único que nos debería importar.

¿Logré explicarme? ¿Me creen? Como siempre, no importa. Solo ruego a Dios que no sea tarde cuando les suene el despertador. Yo cumplí con decírselos.
Namasté
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 23 de enero del 2015
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Palabras-claves: Dios, proveerá, sermón, monte, preceptos, lineamientos, cristiano, jesús, paz, espiritual, felicidad.

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